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El eco del flautista de Hamelin en Transilvania

Un fotolibro del dúo Pascual + Vincent recoge la historia de los sajones de Rumania, que según la leyenda descienden de los niños del cuento

Cuenta la leyenda que, en el año 1284, 130 niños fueron conducidos lejos de la ciudad alemana de Hamelin por un misterioso hombre con la ayuda de una flauta de plata. La misma que le había servido para liberar a la ciudad de una plaga de ratas. Se dispuso a atraer a los niños como venganza por no haber recibido el pago prometido tras haber acabado con los roedores de la ciudad. En la actualidad dos cruces hechas con piedras marcan el lugar donde se les vio por última vez: en la montaña de Poppenberg. Dicen que la montaña se abrió. Tras recorrer kilómetros bajo tierra, los muchachos lograron salir a la luz a través de una cueva en Transilvania. Así fue como los sajones se establecieron en siete ciudades de esa región de Rumania.

Imagen del libro The Saxons of Transylvania perteneciente al archivo Balthes.El eco del flautista de Hamelin en Transilvania

Centrado en la historia de los germanos-sajones que durante ocho siglos habitaron Transilvania, ahonda en el propósito de algunos miembros de esta etnia —dispersa por distintos lugares del mundo— de recuperar sus raíces. La obra de los artistas se intercala con diferentes documentos visuales de archivo y con textos incorporados en distintos formatos. Incluye retrato y paisaje. Transita entre lo real y la ficción. Entre el pasado y el presente, y se pregunta por el futuro, haciendo uso de la neutra ortodoxia de la fotografía documental al tiempo que confiere al libro un aire de narración vintage.

De esta suerte, como si de un cuento se tratara, la oscura entrada a una cueva, acompañada de extrañas formaciones geológicas, junto con una reproducción de un antiguo mapa de Transilvania del siglo XVI, sobre el cual está trazada una enigmática composición de líneas rojas, engancha la curiosidad del lector desde las primeras páginas. “Ciertas historias, dependiendo de quién y cómo se cuenten, adquieren distinto sentido”, apunta Vincent Sáez. “La fábula del flautista está inspirada en la historia real de la colonización de los territorios de la Europa central por el rey Geza II de Hungría, en el siglo XII (que alistaría a jóvenes alemanes de la región del rio Moselle para fortificar las ciudades en defensa de los turcos y los tártaros). Los Hermanos Grimm contaron su versión, Goethe contó la suya, y nosotros la nuestra. Ninguna acabará siendo la verdad absoluta”.

Durante ocho siglos los sajones vivieron en paz junto con húngaros, rumanos y romaníes, estableciendo su identidad como los sajones de Transilvania. En la Segunda Guerra Mundial combatieron en tres ejércitos: en el rumano, en el alemán y en húngaro, víctimas y ejecutores al mismo tiempo. En 1945, más de 70.000 sajones fueron deportados a los gulags siberianos. El gobierno comunista confiscó sus propiedades, y suprimió sus derechos históricos. Tras la caída del régimen de Ceaucescu, se estima que más de un noventa por ciento de la población emigró a Alemania, Austria, Estados Unidos y Canadá en busca un nueva vida, así la etnia quedó muy dispersa.

Son pocos los que quedaron en Transilvania y su legado histórico y cultural necesita ser restaurado en beneficio de las nuevas generaciones. Algunos de los que abandonaron su tierra regresan ahora y han creado asociaciones con el fin de recuperar sus tradiciones, al tiempo que contribuyen a desarrollar las deprimidas zonas rurales. Es precisamente esta tendencia la que llamó la atención de los autores, mientras en 2014 disfrutaban de una residencia artística en Bucarest. “El regreso a las zonas rurales despobladas no parece ser consecuencia de una moda. Es algo más fuerte. Viene de un amor a la naturaleza establecido durante siglos. Ya en las escuelas los niños hacen herbarios, y se les estimula a adquirir conocimientos sobre botánica”, explica Martínez. De ahí el proyecto de una trilogía dedicada a Rumanía, La primera fue el aclamado The Tree of Life is Eternally Green. Esta segunda parte es más espiritual. La tercera, que hemos comenzado a elaborar ya, es la más sobrenatural.



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