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ECM, la ingeniería alemana del sonido

El sello de jazz y clásica fundado por Manfred Eicher cumple 50 años de compromiso con la independencia artística, el diseño y la calidad del sonido

De izquierda a derecha: Nana Vasconcelos, Manfred Eicher, Pat Metheny, Jan Kongshaug en la Power Station de Nueva York (1981). Deborah Feingold/ECM RecordsECM, la ingeniería alemana del sonido

Este tenía que ser el gran año del legendario productor discográfico alemán Manfred Eicher (Lindau, 1943), fundador hace medio siglo de ECM, uno de los sellos independientes eu--ropeos más refinados e influyentes de su tiempo. Pero en febrero sufrió lo que él, hombre fieramente reservado, llama “un problema de salud”. Como sería osado deslizar un diagnóstico, nos quedaremos en los síntomas, como una cierta dificultad en el habla que no ha afectado a su vehemencia. Perfeccionista y meticuloso, su paciencia se agota cuando no logra dar con las palabras exactas durante un té con periodistas, celebrado el 22 de noviembre en Bruselas, en el que también hubo espacio para el humor. Fue al recordar su cortejo en 1971 al pianista Keith Jarrett, autor de The Köln Concert (1975), el disco más vendido en la historia de la compañía. “Le escribí una carta con mi inglés de taxista. El mismo que se me ha quedado ahora”.

Sus colaboradores más estrechos, cuya profesionalidad raya en la feligresía, parecían aliviados. El parón en la actividad de una empresa en la que casi todo pasa por Eicher (como prueba el dato de que haya producido en torno al 95% de sus más de 1.600 referencias) dificultó la celebración del jubileo, pero ya quedó superado. Sus consecuencias se sentirán más en el próximo año que en este. “La idea es bajar el ritmo de lanzamientos [46 en 2018]”, promete Eicher, cuya inquieta forma de estar en el mundo registró el filme Sounds And Silence: Travels With Manfred Eicher (2011).

El productor viajó a la capital administrativa de Europa para recibir un homenaje con un festival de tres días con 14 artistas del sello. El cartel incluía nuevas estrellas del catálogo (Avishai Cohen), nombres de media carrera (Marcin Wasilewski), veteranos de los tiempos heroicos (Enrico Rava) e intérpretes clásicas como Anja Lech-ner. El festejo, celebrado en la sala Flagey, que fue antes una radio y conserva el sabor déco, terminó el domingo con un acto público en el que Eicher, de 76 años, compareció apoyado por algunos de esos músicos.

Ese día, 24 de noviembre, se cumplían exactamente 50 años de la sesión en la que el trío del pianista estadounidense Mal Waldron, que vivía en Múnich desde 1967, grabó el recién reeditado Free At Last en el estudio Bauer de Ludwigsburg, que gracias a su acústica se convertiría en unas capillas del sonido ECM. Al pedirle que recuerde aquella jornada, Eicher, que entonces era un contrabajista de clásica de 26 años que había probado en la producción de discos de free jazz europeo, se encoge de hombros: “No fue un disco especial, salvo porque acabó siéndolo. Él era un gran músico que confió en un don nadie como yo”.

En plena onda expansiva de Mayo del 68, aquellos eran los tiempos de la liberación del jazz y de las costumbres, de la eclosión del minimalismo artístico y el big bang del arte conceptual, en los que la cultura alemana andaba sacudiéndose el recuerdo de la guerra (ese año nació en Berlín, más a la izquierda, FMP, otro sello esencial). Eicher supo contener todo eso en tres letras, acrónimo de Edition of Contemporary Music, marca a la que ha sido fiel desde entonces; el sello ha editado ininterrumpidamente desde 1969 nuevos nombres de jazz y contemporánea. “Me interesaba lo nuevo y que los discos sonaran bien”, dice el productor. En el catálogo de la muestra ECM: A Cultural Archaeology, organizada en 2013 en la Haus der Kunst de Múnich, Eicher explica que su aventura fue también la respuesta a una carencia: “Escuchaba mucha música, por ejemplo, de [el sello] ESP-Disk; parecía grabada bajo el agua”.

La apuesta por los pianistas (Chick Corea, Paul Bley, Jarrett) fue la primera baza. Pronto jugó otras: el jazz aventurero pero accesible, el deslumbramiento noruego de Jan Garbarek o Terje Rypdal, las derivas por el folclore mediterráneo y eslavo, la escuadra de los minimalistas y, a partir de 1984, la introducción de la música escrita con la primera referencia del subsello ECM New Series, que inauguró Arvo Pärt con el clásico Tabula Rasa y aún está activo. Eicher ha desarrollado una política de autor más propia de una editorial literaria que de una discográfica, en la que los contratos se sellan con un “apretón de manos”, como explica el periodista Wolfgang Sandner en Keith Jarrett. Una biografía (Libros del Kultrum, 2019). Sandner destaca que “de 1978 en adelante, y salvo tres grabaciones, Keith registraría música únicamente en ECM, sin haber firmado jamás un contrato de exclusividad”. El total “abarca más de 70 producciones” hasta la fecha.



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