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Dos en uno

En días recientes mis dos hijas me proporcionaron alegrías por diferentes motivos. A continuación, comparto sendos mensajes que escribí en mi Facebook a raíz de ello.

Dos en uno

HECHA DE ESTRELLAS

 (Zaida Gisela)

Generalmente, desde niña, transita sus días portando esa gran sonrisa y compartiendo su alegría con los demás. Seguramente eso aligera sus cargas, sin que eso signifique que éstas sean fáciles de llevar. Y como dice ella, el que es de risa fácil, también es de lágrima fácil. Con la misma facilidad con que sonríe, también puede llorar. Así de tierno es su corazón, sin que eso signifique que no sea fuerte.

En su corto tiempo de vida ha vivido experiencias que la han hecho madurar “a magullones”. Decepciones, desengaños, tropezones, forman parte ya de su hoja de vida. Ante todo eso, la lágrima por delante, pero después la sonrisa de satisfacción de darse cuenta de que es capaz de levantarse y seguir adelante. 

Hoy, ha alcanzado su meta de graduarse como ingeniero industrial, título que ganó con sangre y esfuerzo. En sus días de mayor intensidad, atendía la escuela, el trabajo, las clases de inglés, el gimnasio, la casa, el novio y hasta el perro. Mal comiendo y mal durmiendo, pero para todos ellos tenía siempre una gran sonrisa para regalar.

En el globo de graduación que le regalé decía “y así comienza la aventura”. Sé que las nuevas aventuras que la vida le depare, las emprenderá con el mismo entusiasmo y energía.

Hace unos años ella me inspiró para escribir dos mensajes: “La niña de las estrellas” y “La joven de las estrellas”. Así que cuando, hace poco, vi un libro titulado “Hecha de estrellas”, no dudé en regalárselo. En una parte de la reseña del libro dice: “Incluso las chicas hechas de estrellas son prisioneras. Las atrapan por las muñecas, las intercambian como objetos. No se las escucha, No se les cree. No valen la pena a menos que tengan algo para ofrecer. Incluso las chicas hechas de estrellas a veces creen estas mentiras”.

Así que, mi amor, nunca te tragues la mentira de que necesitas dar algo a cambio para valer como persona. Te pido que lo único que sigas regalando sea tu gran sonrisa. Al que le baste con eso, es que realmente te valora por lo que eres. Al que no, mándalo al carajo, con perdón de la expresión.

Emprende tus nuevas aventuras con la misma fe y entusiasmo que te ha caracterizado hasta ahora. Y en verdad te digo que, así como esa serie que te encanta, “Casi ángeles”, para mí, eres eso, eres casi un ángel. Para mí, no hay duda de que estás hecha de estrellas. Que Dios te bendiga siempre mi amor, y que te lleve de la mano en los nuevos caminos que estás por empezar a recorrer. 

MI HERMOSA AVENTURERA

 (Diana Alicia)

Desde que llegó a mi vida, ha sido fuente constante de alegrías.

Me estrenó como papá, y en ese rol, me hizo ser consciente de mis torpezas, como cuando se me cayó de la cama o cuando la regañé bruscamente provocándole unas lágrimas que todavía me duelen.

Con 4 años, la película de La Sirenita la sumergió en un océano de magia y de sueños, y tuve la bendición de vivir esa magia junto a ella. Incontables fueron las horas que pasamos jugando; ella, la sirenita, yo, Tritón, su padre, rey del mar, aunque, para mí, era más que suficiente con ser rey de su corazón.

Incontables las veces que le conté el cuento antes de dormir y las versiones que le inventé con los mismos personajes para alimentar su inocente fantasía. Incontables las veces que, en la playa, nos metimos en la piel y en las escamas de los personajes. 

Su último día como niña, un día antes de cumplir los 12, le escribí una carta pidiéndole que nunca olvidara que, aunque la adolescencia le traería nuevos intereses (los príncipes Eriks incluidos), nunca olvidara que Tritón siempre estaría ahí, observándola, cuidándola, y dispuesto a salir del mar para entrar en su mundo cuando ella lo necesitara.

Mi pequeña sirenita creció y se fue convirtiendo en una verdadera aventurera. Ha viajado, se ha aventado en paracaídas, saltado a cañones de metros de profundidad y muchas cosas más.

Pero ahora, mi hermosa aventurera se ha enfrascado en la más grandiosa de sus aventuras: la de ser madre, por lo que también me estrenará como abuelo. Recién supimos que tendrá una niña, y yo estoy gozoso porque estoy seguro de que mi nieta no podrá tener mejor madre.

Lo dije en un principio, desde que llegó a mi vida, ha sido fuente constante de alegrías, pero, después de su propio nacimiento, esta, definitivamente, es la mayor alegría que me ha dado.

Ahora, a esperar a la “sirenieta”, a recordar los cuentos, a desempolvar los juguetes y a ponerme la corona, porque esa pequeñita tiene un abuelo esperándola a la orilla del mar. Tal vez ya no seré Tritón, sino Tripón, pero aquí estaré, para observarla, cuidarla, y dispuesto a salir del mar cuando ella lo necesite.



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