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De la zoología fantástica al compromiso social

Francisco Toledo no sólo es conocido por su talento y el toque irreverente y transgresor de sus obras, sino también por ser un luchador social, un filántropo y por defender sus ideales y posturas políticas

En una escena que parecería sacada de una novela de realismo mágico, los sapos, arrojados fuera del agua tras el crecimiento del río por las fuertes lluvias, abundan por decenas, avanzan a las orillas del arroyo y suben a las casas más cercanas.

Francisco Toledo.De la zoología fantástica al compromiso social

Francisco Toledo es considerado uno de los mayores artistas vivos del país. Además, posee un gran reconocimiento a nivel internacional. Toledo nació en Juchitán, Oaxaca, rodeado de escenas de un México que ya no es, en el que el zapoteco hablado se escuchaba en todas partes, los trajes y fiestas se visualizaban con esplendor y según él mismo explica, los pueblos indígenas tenían cierta autonomía.

Ese fue el Juchitán de la infancia en el que Toledo creció y que lo alimentó de imágenes de seres que se mantendrían constantes en sus obras posteriores. 

ECOS DE LA INFANCIA

“Barriendo sapos” (pintada por Toledo en 1971­), lejos de ser un cuadro fantástico, el reflejo de un mito o una expresión surrealista, es una imagen cotidiana que un Francisco Toledo infantil vivenció en su natal Juchitán.

La obra de este artista plástico, quien inició sus estudios artísticos a los 14 años en el taller de grabado de Arturo García Bustos, se caracteriza por retratar animales que no son comúnmente relacionados con la belleza: murciélagos, insectos, iguanas, sapos, monos, tortugas, lagartos, venados, conejos, peces, cabras, vacas.  Animales que estuvieron muy presentes en su infancia y que en sus obras conforman una especie de “zoología fantástica”, que en ocasiones es monstruosa y en otras antropomorfa.

LA SEXUALIDAD COMO TRASFONDO

Otro signo recurrente en la obra de Toledo es la sexualidad. En sus obras hay una especie de sexualización de la realidad, un escenario que no difiere entre lo fantástico y lo real y que funde a ambos en el erotismo. En sus obras, a decir de Carlos Monsiváis, Toledo tan sólo sostiene que todo lo real es sexual y todo lo sexual es real, pero sin que la convicción se esterilice en un determinismo.

Tras mudarse a la Ciudad de México, Toledo ingresó a la Escuela de Diseño y Artesanías de Bellas Artes. Gracias a su maestría comenzó a exponer en la Galería Antonio Souza y en el Fort Worth Center, en Texas. En 1960 viaja a Europa y conoce por recomendación de Souza a Rufino Tamayo, pintor oaxaqueño con quien estrecharía relaciones y con quien su persona y su obra se vincula inmediatamente, considerando a Toledo como discípulo o “heredero” de Tamayo.

EL SABOR DEL ÉXITO

La fama llegó a la vida de Toledo y pronto los galeristas se interesaron por su obra y tuvo exposiciones en Oslo, Londres, Ginebra, Toulouse y Hannover. Tras diversas estancias en Nueva York y diversas partes de Europa, el artista se asentó en Oaxaca, donde actualmente vive y se desarrolló como promotor cultural, una faceta del artista que responde al compromiso con su tierra natal, Juchitán y a su interés en el impulso al arte y los artistas locales.

Con ayuda de diversas instituciones, fundó el Taller Arte Papel Oaxaca, Ediciones Toledo y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca. Además ha impulsado la creación de otras instancias, como el Centro de las Artes San Agustín, la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, entre otros.

Toledo no sólo es conocido por su talento y el toque irreverente y transgresor de sus obras sino también por ser un luchador social, un filántropo y por defender sus ideales y posturas políticas. Es conocido por apoyar causas relacionadas con el medio ambiente y la conservación del patrimonio artístico del país.



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