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Cuando la arquitectura duda

Proyectos respetuosos con la naturaleza y que repiensan la manera de relacionarnos son el principal legado de un año que ha provocado un replanteamiento de casi todo

La arquitectura lleva décadas dudando, pero 2020 ha sido el año de la duda pública y podría marcar el inicio de su recuperación. Ya saben: se empieza a solucionar un problema en el momento en que se reconoce. Salvo la asignatura pendiente del ahorro energético, lo que definía la gran arquitectura hace un año —una forma, una idea— ya no define lo óptimo en 2020. El coronavirus podría haber afectado para siempre la idea de qué es lo mejor también en esta disciplina.

Círculos en la hierba del Domino Park, en los terrenos de una antigua azucarera en Brooklyn.Cuando la arquitectura duda

Intervención del estudio Un Parell d’Arquitectes en el centro de Olot (Girona).José Hevia

Este año, ese ente en perpetua construcción que son las ciudades vivas ha demostrado que pueden ensayarse soluciones de emergencia —rápidas, económicas y temporales—. La “ciudad de los 15 minutos” que anunció la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, o las discutidas supermanzanas barcelonesas se arriesgan a aportar ideas para la convivencia en las urbes. Ambas participan de una informalización, una pérdida de forma, para hacer las metrópolis más flexibles. Será ese último dato, precisamente, el que dé la medida de su éxito. Si se pierde la forma para ganar en calidad de vida —un descenso en la contaminación y el ruido de las calles—, el éxito podrá embellecerse. Si no se consigue, habrá sido un buen intento, como todos los que hizo el estudio del hoy aclamado Jan Gehl —con sillas plegables y sentadas ciudadanas— antes de pactar la peatonalización de Broadway, algo así como si Barcelona hiciera desaparecer los coches de la Diagonal;?Bilbao, los de la Gran Vía; o Sevilla, los del Paseo de Cristóbal Colón.

Situando los logros ambientales y los sociales por encima de los técnicos o los formales, la cotidianidad se ha impuesto a la monumentalidad durante la pandemia. Más que por la osadía o la genialidad, la bondad de la nueva arquitectura respira por la relación que es capaz de establecer entre las partes: la vivienda, el trabajo, el ocio, el comercio y la ciudad. Lo que no puede ofrecer la casa —vegetación, aire, sol, espacio para el ejercicio— debería ofrecerlo la calle. Y al revés: la metrópolis no puede ser devorada por el inmediatismo económico. Por eso la vivienda se repiensa para resistir y la función de cobijo aventaja a la que dibujó la arquitectura sin ornamentos como máquina de habitar.

Cinco proyectos arquitectónicos de 2020

Can Sau en Olot de Un Parell d’Arquitectes. Una escenografía de urgencia y una plaza vertical en lugar de un tabique. 

Ampliación del Museo Fundación Helga de Alvear de Emilio Tuñón. Una intervención que tiende un puente entre el Cáceres renacentista y la vaguada que lo rodea.

El Parvulario en Chaoyang (China) con un jardín en la azotea y patios ajardinados del estudio pequinés MAD architects.

Tanzhaus, el paseo junto al río Limago, un espacio público con forma de edificio que el estudio italoespañol Barozzi Veiga construyó en Zúrich.

Estadio Education City de Fenwick Iribarren en Doha (Qatar). Un campo desmontable y menguante con refrigeración alimentada por energía solar.



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