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Un Picasso para la era de Instagram

El pintor malagueño se enfrenta en el cincuentenario de su muerte a exposiciones críticas desde una perspectiva de género

Nadie pondría en tela de juicio que 50 años después de su muerte Picasso es uno de los artistas no solo más cotizados, sino más admirados.

‘Mujer en sillón No 1’ (1948), litografía de Pablo Picasso.Un Picasso para la era de Instagram

SIEMPRE EXITOSO

Picasso sigue siendo muy sexy, sumergido en ese halo de “gran maestro” que le permite codearse con los pintores clásicos sin perder su aire subversivo.

Como ocurre con Dalí, el público adora a Picasso, un pintor y un dibujante soberbio, e, igual que Dalí, reconoce en él a un artista polifacético; un díscolo, a pesar de que en las propias conversaciones con Brassaï Picasso lo dejaba claro: un artista necesita éxito y dinero.

Desde luego Picasso tuvo éxito. Y fue muy rico, pero se le perdona. Ocurre con los “genios”, término puesto en tela de juicio estos últimos años.

Lo que parece innegable es cómo Picasso mantiene el estatus de icono. Lo prueba su obra más política, el Guernica, al tiempo una pintura compleja y el mejor fondo para un selfi —­privilegio de Mick Jagger, según subrayaron las redes—. 

El cuadro sigue levantando pasiones 80 años después, menos violentas que el spray con el que lo atacaron en Nueva York a mediados de los setenta o los posibles ataques que quiso impedir el cristal en su vuelta a España.

Incluso hace poco, el 13 de julio, tras la instantánea de las primeras damas y primeros caballeros de la OTAN tapando el cuadro, un grupo ligado al Reina Sofía —entre otros, Ana Longoni, directora del Departamento de Actividades Públicas y del Centro de Estudios del museo hasta hace poco— publicó en redes una especie de manifiesto anti-OTAN, antibelicista, con el Guernica de fondo también.

En el mensaje se explicaba cómo “el Guernica” iniciaba “los trámites de petición de asilo o protección internacional” en algún país que no estuviera ni fuera a estar nunca en la OTAN. 

“El Guernica” iniciaba “los trámites de petición de asilo o protección internacional” en algún país que no estuviera ni fuera a estar nunca en la OTAN.

Es cierto que la propia Longoni, en unas conversaciones de Bienal Sur, hablaba del “lastre” del Reina Sofía por “ser un museo que reúne una colección y tiene un patrimonio”, pero aun teniendo en cuenta tan particular opinión, entender la colección como un “lastre” para el Museo Situado (para conectarlo con su entorno social) que la institución persigue, es obvio que el autoexilio del Guernica haría bajar mucho el número de visitantes, a juzgar por el nutrido público que se agolpa en esa sala

  • El Guernica no ha perdido ni un centímetro de su capacidad polémica y, a la vez, Picasso sigue siendo un best seller, guste o no.

Los más jóvenes le piden cuentas por su relación con sus mujeres, muchas y sucesivas, simultáneas, menores, abandonadas…

Es lo intrigante de Picasso: al cabo de los años sigue vivo y nos enzarza hablando de él. Artista de estrategias, dominio absoluto de una imagen que, a la vista del fabuloso número de fotografías y su actitud de performer en ellas —un instagrammer avant la lettre—, controló sin resquicios, vuelve a entrar en las conversaciones de los más jóvenes, quienes le piden cuentas por su relación con sus mujeres, muchas y sucesivas, simultáneas, menores, abandonadas.

En esta era de las reparaciones, las cancelaciones y las restituciones, los más jóvenes no aceptan que los minotauros y las niñas de Picasso sean solo obras de arte y piden cartelas más explícitas, al menos eso. 

  • Se trata de una saludable revisión de la historia, abordada desde el propio Museo Picasso de Barcelona y la UAB. 

Ambos han puesto en marcha un programa donde se relee a Picasso desde una perspectiva de género sin que las piezas pierdan un ápice de su valor artístico.

En esta época de Instagram y TikTok, Picasso mantiene la extraña cualidad de ajustarse a muchas y variadas agendas. 

Por eso seguimos hablando de él, pues artistas increíbles ha habido algunos.

La conmemoración de los 50 años de su muerte se ha convertido, así, en la excusa perfecta para volver a Picasso, con más de 40 muestras que en su mayoría se celebrarán en España y Francia, aunque otros lugares se han sumado. 

No faltarán las que exploran temas relacionados con las mujeres en la vida de Picasso, Gertrude Stein (Museo de Luxemburgo), Fernande Olivier (Museo de Montmartre) o Françoise Gilot (Kunstmuseum Pablo Picasso de Münster), si bien la muestra que promete aproximarse a la cuestión de género de manera más crítica podría ser la del Brooklyn Museum, donde se ha invitado a la performer Hannah Gadsby a formar parte del equipo curatorial. 

Otras exposiciones proponen diálogos con los maestros clásicos:

El Greco en el Prado, Poussin en Lyon, Velázquez en la Casa Velázquez—; los contemporáneos de Picasso —Miró en Barcelona, Julio González en la Fundación Mapfre, Kahnweiler en el Picasso de Barcelona—; y algunos artistas vivos que ofrezcan un giro actual al artista en La Casa Encendida o la invitación para “intervenir” la colección del Picasso de París a Sophie Calle y al diseñador británico Paul Smith, muy interesado en su arte.



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