buscar noticiasbuscar noticias

Chachachá: el baile que tenía otro acento

Un libro recuerda la historia de un género musical nacido en Cuba durante la renovada ansia por vivir de la posguerra que acabó triunfando en toda Latinoamérica

A Enrique Jorrín le gustaba tanto el ruido que hacían los pies deslizándose sobre el tablado de la pista que tomó de ahí el nombre: chachachá. Era un sonido cadencioso, sugerente y divertido, que, como muchos años después se cantaría en una de las canciones más famosas de Gabinete Caligari, tenía la culpa de sacarte a bailar. Jorrín, un violinista y director de orquesta cubano, fue el creador del más primitivo chachachá, un ritmo hipnótico y colorido que, surgido en los salones de baile de Cuba, una de las grandes cunas sonoras mundiales, se convirtió en género musical a mediados del siglo pasado.

Páginas del libro ‘Chachachá: Un Baile y Una Época’.Chachachá: el baile que tenía otro acento

El acento distinto al que se refiere Arteaga responde a la sensualidad y mayor velocidad que, a mediados de los cincuenta, traía el nuevo ritmo hecho por las charangas, es decir, por las orquestas con flauta y violín. Muchos bailadores no se sentían cómodos con algunos danzones porque les gustaba cantarlos, pero no podían. Como buen observador, Enrique Jorrín se percató de ello y, al frente de la Orquesta América, empezó a experimentar algunos cambios, construyendo melodías rítmicamente sencillas, con las mínimas sincopas posibles e introduciendo en los montunos estribillos cantados al unísono por los músicos de orquesta. “Jorrín era una persona de gran inventiva. Incluyó el ingrediente del humor en el danzón. Ese ingrediente marcó el estilo del chachachá. Es un tipo de música que nació distinta. Ni servía para que la gente llorase como en el bolero ni para que se sometiesen a grandes descargas eléctricas como en el mambo. Nació para ofrecer buen rollo”, cuenta Arteaga.

De esta forma, el chachachá, menos frenético que el mambo y más vivo que los danzones y valses, surgió como una especie de alegría nueva en mitad de una renovada ansia por vivir. “Era la época de posguerra. Acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial y el mundo había visto tanta tragedia que necesitaba tener sonrisas, frenesí, baile… En definitiva, contacto humano. En el Caribe, en esos años nació el chachachá, pero también el mango”, explica Arteaga. Fueron los años en los que en EE UU se bailaron también estilos nuevos y rompedores como el twist, el surf y el rock’n’roll. Solo que el chachachá, lejos de quedarse constreñido a la isla de Cuba, cruzó fronteras y se hizo popular más allá de toda la región del Caribe.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD