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Aproximaciones al acto de ver con los propios ojos

P. Adams Sitney repasa sus vivencias en el ‘underground’ neoyorquino.

Los Anthology Film Archives de Nueva York dieron un nombre curioso a su primera sede: Invisible Cinema. La sala estaba diseñada para obtener las que sus fundadores consideraban las condiciones idóneas de proyección.

P. Adams Sitney es considerado el principal historiador de cine de vanguardia.Aproximaciones al acto de ver con los propios ojos

Severamente pintada de negro, la oscuridad más completa sólo quedaba alterada por la pantalla blanca y las inevitables luces de emergencia. Sus 90 butacas, también negras, tenían respaldos altos y una especie de orejeras que preservaban de nucas y antebrazos intrusos.

Cada espectador ocupaba un cubículo, dando un nuevo sentido a la peculiar forma de soledad que caracteriza aún hoy a los espectáculos cinematográficos. Los más asiduos experimentaban sensaciones de flotación, onirismo y profundo ensimismamiento. Y tal vez estas no se debían sólo al contenido iconoclasta de la programación.

HISTORIADOR DE CINE DE VANGUARDIA

P. Adams Sitney, profesor de la Universidad de Princeton, es una de las personas que más tiempo ha pasado en esas oscuras salas. Creador en 1970 de la institución junto a Jonas Mekas, aún en activo a los 95 años, Stan Brakhage, Peter Kubelka y Jerome Hill, es hoy reconocido como el principal historiador del cine de vanguardia norteamericano. Sus libros van del clásico “Visionary film: the american avant garde” al más reciente “Eyes upside down: visionary filmmakers and the heritage of emerson”.

“Mi primer viaje para presentar películas en Europa fue en 1964. Encontré una enorme hostilidad, sobre todo en París. Henri Langlois, director de la Cinémathèque Française, subió al escenario y pidió disculpas por haberme invitado; fue horroroso. Con los años la situación mejoró. En España sólo había estado una vez, en 1968. Me dijeron que la Guardia Civil tenía que revisar las películas. Prohibieron todas aquellas en las que aparecían pezones, fueran masculinos o femeninos. Creo que llegaron a repasar una de Brakhage que duraba cinco horas. Desde hace unos años oigo que España es uno de los lugares en los que más interés hay por el cine de vanguardia”, señala Sitney.

SU APORTACIÓN

Una de las aportaciones de Sitney ha sido la de acuñar etiquetas genéricas dentro de una tradición en la que éstas tienden a ser vagas y mecánicas. A él se debe uno de los latiguillos de mayor éxito de los últimos años: pelícu-la estructural.

“Es un desastre que semejante término haya prosperado. Hace mucho que intenté describir el fenómeno que había encontrado en algunas películas, sobre todo en las de Ernie Gehr y ahora todo el mundo lo está utilizando para referirse a cualquier cosa. Pero hay propuestas mías a las que nadie hace caso, por ejemplo sátira menipea. Es un término que viene de la filología clásica y que me parece útil para describir muchas de las películas que se suelen llamar posmodernas o incluso estructurales. Creo que muchas de las películas de James Benning por ejemplo, son sátiras menipeas. También las de Yvonne Rainer”.

En el prólogo de la edición más reciente de Visionary Film, Sitney reconoce e intenta reparar la escasez de referencias a cineastas mujeres dentro de un manual que por otra parte, empieza con un largo y fundamental capítulo acerca de Maya Deren.

“Hubo una ruptura feminista a finales de los años setenta. Muchas mujeres, como Su Friedrich, tuvieron la inteligencia de darle la vuelta a las cosas. Aprendían cine en la universidad y ahí les enseñaban sólo películas hechas por varones, de manera que produjeron mezclas. Supuso una innovación tremenda. Para mi es lo más importante que ha sucedido en nuestro campo desde finales de los años setenta”. 




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