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Ante la fuente inagotable

Lutgardo García decanta su poesía en “El caudal infinito”

En el alambique de las cosas y los días, Lutgardo García Díaz (Sevilla, 1979) decanta su poesía a medio camino entre el diario literario y el desahogo. Así ha ocurrido con «El caudal infinito» (Renacimiento), su último poemario que quedó atrapado como tantas cosas por la llegada del virus y la muerte a nuestras vidas. 

Lutgardo García Díaz.Ante la fuente inagotable

Desde «La viña perdida», publicado en 2013, hasta ahora, su mirada y su condición no han cambiado, las bases permanecen, los temas se nutren con nuevas aportaciones, pero su condición como poeta sí se ha mantenido intacta. 

Quizás haya un interés mayor por acercarse a la autenticidad, por evitar tramoyas, telones y oropeles, por acercarse en definitiva a una profundidad mayor despojando todo aquello que no sea exclusivamente concerniente a su poética. 

«Mi preocupación ha sido no dar un paso en falso», se sincera Lutgardo García cuando vuelve los ojos al periodo de tres años, de diciembre de 2016 a diciembre de 2019, en el que fue escrita esta colección de poemas. 

Llegó a ellos mediante impresiones que surgieron en paralelo a la creación de «La llave misteriosa», también editada en el mismo sello, como una apuesta para acercarse a otras sensibilidades distintas a las del flamenco que lo protagonizaban. 

Nace de breves notas, de bocetos, de leves ideas que toman forma con el tiempo hasta que luego se plasman ya en poemas durante vacaciones, viajes o estancias ajenas a la rutina. En estas vivencias ha momento volver tras las huellas de Proust, Rilke, para viajar hasta Venecia o Toulouse, para Rembrandt y para la música de Bach. 

«El caudal infinito» también sirve como declaración de amor a libros y libreros, para defender una vez más esa ceremonia, esa situación sagrada que centra al hombre ante los grandes temas a los que se enfrenta su existencia. El autor los rodea con sus versos, traza líneas definitorias, realiza catas para tratar de encontrar sentido al amor, al paso del tiempo a Dios. En definitiva, a la vida de los hombres.



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