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5 +1 razones para leer ‘Los recuerdos del porvenir’

Las grandes obras crecen de la mano de grandes lecturas, y es lo que ocurre en esta edición de la novela de Elena Garro, aquí acompañada por la mirada lúcida de cinco escritoras

Hay un momento en que el tiempo abolido que amasa y moldea Elena Garro en Ixtepec, esa ciudad interior que la mexicana convirtió en un Macondo particular mucho antes de que lo hiciera García Márquez, se torna sencillo y se libera del peso que ha ido añadiendo a los hombros del lector: “El encantamiento se rompió y por primera vez tuvimos algo que hacer, algo en qué pensar que no fuera la desdicha”.

Gabriela Cabezón Cámara, Guadalupe Nettel, Isabel Mellado y Lara Moreno.5 +1 razones para leer ‘Los recuerdos del porvenir’

Entresacamos de ellas cinco buenas razones para leerla, releerla e intentar redimensionar su figura. Y aportaremos una más:

1. “Los recuerdos del porvenir, junto con Pedro Páramo, es probablemente la mejor novela mexicana escrita en el siglo XX”, escribe Guadalupe Nettel. La autora -también mexicana- recuerda que Garro se vio orillada y obligada a mantener parte de su obra inédita. Su hija rescató de las llamas el manuscrito de esta novela, la primera de la autora, que escribió en 1952, quince años antes de que García Márquez publicara Cien años de soledad.

2. “Lo que hace Garro es excepcional, es representar eso que no estaba representado aún, la experiencia del tiempo en este subcontinente en el que la Conquista no se acaba nunca”, defiende Gabriela Cabezón Cámara. “Se la ha considerado una precursora del realismo mágico del mismo modo que a Juan Rulfo aunque a ella se le ignoró por décadas. ¿Por qué precursora? Más bien habría que pensar a Garro como una de las cimas del realismo mágico”.

3. Y es esa experiencia del tiempo la que destaca Carolina Sanín. “Expresar el descubrimiento humano de que el tiempo se comporta de maneras variadas; que coexisten infinitos tiempos y que, como dice Elena Garro en este libro, ‘la memoria contiene todos los tiempos y su orden es imprevisible’ es la aspiración más enfática de la literatura latinoamericana”. Sanín cuestiona el nombre de “realismo mágico” como “desafortunado, colonialista y de esterilizantes consecuencias” y argumenta que no es distinto García Márquez o Garro del barroco, de Góngora, Cervantes y Borges”. 

El porvenir como repetición del pasado es el reto conseguido de Garro. Se fija también Sanín en la figura de las mujeres, aquí canceladas del espacio público y cautivas en el hotel (burdel) o en sus casas.

4. Como las demás epiloguistas, Isabel Mellado también subraya la ruptura del tiempo cronológico, “tiempo inmóvil, agorafóbico, que apabulla en varios sitios de la novela”, pero se fija también en el espacio: “También coreógrafa, Garro cabriolea el tiempo en el espacio. La coreografía es envolvente, obsesiva. Una, otra vez, como si de un personaje más se tratara, baila sinuoso, retrocede el tiempo, avanza, se tambalea, se elonga y paraliza, salta claustrofóbico y se escurre en sutiles puntas de pie. 

Una plasticidad que, en Garro, debe mucho al conflicto entre el tiempo occidental y el mundo antiguo mexicano”.

5. Hipnotizada por el libro se declara Lara Moreno ante un narrador (ese pueblo de Ixtepec) que le desata preguntas: “¿Quién nos habla? Y este narrador ¿de dónde sale? ¿De dónde procede esta voz de catacumba a veces, este susurro aliviado, esta quebrada cuerda vocal agotada por los años y a la vez luminosa? 

Es una garganta llena de polvo y años la que nos habla y sin embargo no tiembla ni una sola vez”.



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