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45 AÑOS DESPUÉS: Trump quiere volver a enviar astronautas a la luna

El presidente firma una directiva sin detalles de calendario y presupuesto para una nueva misión al satélite y la eventual exploración de Marte

Ya han pasado 45 años desde que un humano pisó la Luna por última vez. Los astronautas del Apolo 17, Eugene Cernan y Harrison Schmitt, aterrizaron en la superficie Lunar el 11 de diciembre de 1972.

45 AÑOS DESPUÉS: Trump quiere volver a enviar astronautas a la luna

Desde que se despidieron del satélite, tres días más tarde, los esfuerzos de la NASA se han centrado en el siguiente paso de la carrera espacial: enviar astronautas a Marte. Pero esto podría cambiar.

El presidente de Estados Unidos Donald Trump, firmó recientemente en la Casa Blanca una directiva de política espacial y todo apunta a que anunciará un nuevo envío de personas a la Luna, según sostiene el canal de noticias NASA Watch.

12 HUMANOS

Una docena de personas en total en seis misiones Apolo descendieron al suelo Lunar entre julio de 1969 y diciembre de 1972. Los astronautas trajeron 380 kilos de muestras de gran interés científico. Cuando Cernan abandonó la Luna, realizó un discurso de esperanza en el que hablaba de un posible regreso.

“Bob, soy Gene, estoy en la superficie y como doy el último paso del hombre en esta superficie, de vuelta a casa por algún tiempo -aunque no hasta un futuro muy lejano-, simplemente me gustaría decir algo para la historia.

“Este desafío estadounidense ha forjado el destino del hombre del mañana. Y al salir de la Luna en Taurus-Littrow -valle Lunar en el que trabajaron-, nos vamos como vinimos y si Dios quiere, como volveremos, con paz y esperanza para toda la humanidad. Que Dios acompañe a la tripulación del Apolo 17”.

Pese a que hasta el momento nadie ha vuelto a pisar el satélite, hay ambiciosos proyectos sin financiación para instalar ahí colonias de hombres y robots y explotar sus recursos.

A partir de 1990 se retomó la exploración y la investigación de la Luna con sondas espaciales automáticas sin astronautas. Estados Unidos, Rusia, China y varios países europeos han enviado naves en órbita y módulos de descenso a la superficie Lunar.

GIRO DE LA POLÍTICA ESPACIAL DE OBAMA

El expresidente Barack Obama canceló en 2010 el programa Constellation, que pretendía volver a la Luna en el año 2020 y cambió así el rumbo de la NASA. El expresidente George Bush había fijado el objetivo de llegar a la Luna y a Marte para celebrar el 50 aniversario de la misión Apolo.

“Hemos estado ahí antes, hay mucho más espacio por explorar”, explicó Obama. En cambio, hizo que los esfuerzos de la NASA se centraran en que el ser humano llegara a Marte. En octubre de 2016 aseguró que veía posible enviar misiones tripuladas a este planeta antes de 2030.

Pero para Donald Trump llegar a Marte pasa por explorar aún más en la Luna. El vicepresidente estadounidense Mike Pence ya afirmó a principios de octubre la intención de enviar de nuevo astronautas al satélite y sentar las bases para poder explorar Marte, aunque no dio ni detalles, ni fechas para poner en práctica ese deseo.

“Volveremos a enviar astronautas estadounidenses a la Luna no sólo para dejar detrás huellas y banderas, sino para construir las bases que necesitamos para mandar estadounidenses a Marte y más allá”, declaró Pence ante el Consejo Nacional Espacial en Chantilly, Virginia.

DA LUZ VERDE

Trump dio luz verde a una nueva estrategia espacial que aspira a volver a enviar astronautas a la Luna e hipotéticamente a Marte. La fecha del anuncio no podía ser más simbólica: en el 45 aniversario de la última vez que un humano pisó el satélite. Sin embargo, la directiva que firmó el republicano no detalla ni los plazos, ni el presupuesto para esa misión, claves para que la promesa se convierta en realidad.

La Directiva 1 de Política Espacial insta a volver a llevar a astronautas estadounidenses a la Luna para una “exploración y utilización a largo plazo” y también a perseguir la “exploración humana” de Marte y el resto del sistema solar.

Pese al énfasis nacionalista en la misión, el documento señala, sin entrar en detalles, que Estados Unidos colaborará con otros países y el sector privado para desplazar a astronautas a la Luna y “desarrollar la tecnología y los medios” necesarios para una exploración humana de Marte y otros planetas. El texto avanza que se promoverán incentivos para la cooperación con la industria privada.

El gobierno de Trump ya había dado a entender que apostaba por un retorno a la Luna. La nueva política, basada en recomendaciones del Consejo Espacial Nacional, supone un viraje respecto a la de la anterior administración de Barack Obama, que priorizó la exploración de Marte. En un sinfín de carteras, Trump ha desmantelado una a una las principales medidas de su predecesor.

LA CARRERA ESPACIAL

Esta encarna el concepto de excepcionalismo americano. Doce astronautas, todos estadounidenses, descendieron al suelo Lunar entre 1969 y 1972. En plena Guerra Fría, supuso un hito geopolítico de Estados Unidos en su rivalidad con la Unión Soviética. Los astronautas de la misión Apolo 17, Eugene Cernan y Harrison Schmitt fueron los últimos en pisar el satélite el 11 de diciembre de 1972.

En su retorno a la Tierra, Cernan confió en que no haría falta esperar a un “futuro muy lejano” para volver a la Luna. Lo han impedido, sin embargo, una combinación de falta de voluntad política, recortes presupuestarios y problemas técnicos.

En su discurso, Trump subrayó la importancia del liderazgo estadounidense en la carrera espacial del mismo modo. Alegó que Washington está reforzando su hegemonía en otros sectores gracias a su presidencia.

“Ya no somos el líder indisputado en la exploración humana del espacio”, lamenta la directiva. El texto recuerda por ejemplo que Estados Unidos depende de cohetes rusos para desplazar a astronautas a la Agencia Espacial Internacional.

En 2004, el entonces presidente estadounidense, el republicano George W. Bush, abogó por enviar misiones con astronautas a la Luna entre 2015 y 2020. Pero en 2010 su sucesor, el demócrata Obama, canceló ese programa y puso todos los esfuerzos en mandar un humano a Marte, algo que confió podía ocurrir antes de 2030.

Trump vuelve a colocar a Estados Unidos en la casilla de salida en un momento de mayor competencia. Otras potencias como Rusia, Europa, Japón y China han mostrado interés en misiones Lunares al mismo tiempo que florecen iniciativas privadas para hacer vuelos turísticos alrededor del satélite.

La NASA estimó en 2005 que volver a la Luna podía costar 100 mil millones de dólares. Eso es cinco veces el presupuesto actual de la agencia. En su propuesta presupuestaria para 2018, Trump salvó a la NASA de los recortes a otros organismos científicos y ofreció una cantidad muy similar a los 19 mil millones que recibió en el último año de Obama, lo que supone menos del 1% de todo el presupuesto del gobierno federal.

Una de las mayores incógnitas es cuál sería el apetito del congreso al financiar un programa multimillonario como una nueva misión a la Luna.

En la última autorización presupuestaria para la NASA el pasado marzo, los legisladores apostaban por dar “pasos sostenidos en misiones a destinos intermedios” mientras se mantiene el objetivo a largo plazo de mandar por primera vez a humanos a Marte.

Esa filosofía parece coincidir con la nueva estrategia de Trump, pero una de las dudas es qué pasaría con el cohete y el vehículo Orion que se están desarrollando para viajes de largo recorrido.

Los expertos sostienen que podrían utilizarse también para ir a la Luna y que, si es necesario ahorrar costos, el presidente podría optar no sólo por colaboraciones con el sector privado, sino también por recortes en la rama científica de la NASA. 




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