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Se niegan a dejar morir costumbre

Florinda Ramírez transmitió a sus hijos y ahora a sus nietos, el gusto por las posadas.

sandra.tovar@elmanana.com

Nacimiento. Florinda Ramírez se encarga de acostar al Niño Dios cada año.Se niegan a dejar morir costumbre

Si hay algo que la familia se niega a perder, son sus tradiciones.

Y justo al llegar el mes de diciembre, Florinda Ramírez, madre de ocho hijos, comienza a sacar las figuras del nacimiento, a instalar el pino y sobre todo, a preparar las posadas.

Comentó que aunque sus hijos ya son adultos y tienen su propia familia, es común que al acercarse la Navidad, su familia regrese a casa.

“Ahora son mis nietos quienes disfrutan de las tradiciones, yo hago el rosario 12 días seguidos y luego hacemos la posada, acostamos al Niño Dios, les doy su colación, ellos vienen gustosos a la casa”, expresó el ama de casa.

Recordó que fue su abuela, quien sembró en ella el gusto por estas tradiciones, que espera, sigan de generación en generación.

“Todo lo hacemos en mi casa, porque aquí pongo el nacimiento. Tengo tres Niños Dios, el más grande es mío, otro de mi hija la mayor y uno de mi nieto, todos nos los regalaron y los ponemos en el nacimiento”, comentó. 

Destacó que a partir del día 16 de diciembre, inicia con los rosarios a los cuales suele invitar a sus vecinas o familiares que radican en Reynosa.

“A veces llega mi hermana que vive en Estados Unidos, le gusta mucho rezar el rosario y aprovechamos para pedirle a la Vírgen algunos milagritos”, dijo sonriendo.

PEREGRINOS

Florinda Ramírez destacó que las posadas en su hogar, son toda una fiesta.

“Los nietos son los peregrinos, los mas grandes cargan el nacimiento. Nosotros los adultos, les damos posada, aunque tienen que rezar y cantar para que los dejemos entrar”, manifestó Florinda.

Generalmente asegura, imprime las letanías y los rezos que los niños tienen que decir, a fin de que con el tiempo, se los aprendan.

“Los grandes ya se saben todo el rosario y los cantos. Imprimo algunas hojas para los más chiquitos, así se aprenden todo y va a llegar el día en que no necesiten las hojas”, externó la ama de casa.

Sin embargo dice contenta, sus hijos siguen dándole nietos, por lo que al parecer, nunca dejará de imprimir copias con las letanías.

“Les digo a mis hijos que me gustaría que siguieran con esta tradición, que cuando yo no esté, sigan viniendo a la casa, que sigan unidos y sobre todo, enseñándoles a los nietos sobre estas tradiciones tan hermosas”, comentó la abuela.

Su familia acostumbra, que al concluir el ciclo de rosarios, rompen una piñata en señal de que todo lo malo se va de sus vidas y que con el nacimiento del Niño Jesús, llegan múltiples bendiciones.

Florinda asegura, que no le importa trabajar con tanto tiempo de anticipación pues sabe, que todo lo bueno que hacen, se les devuelve en bendiciones.




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