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¿Se ha esfumado el sexo en Hollywood?

La industria del cine estadounidense se vuelca en películas aptas para todo el público y esquiva el contenido erótico

Si la comedia de Judd Apatow, “Lío Embarazoso” (2007) ocurriese hoy, el personaje de Seth Rogen y sus amigos inmaduros tendrían serios problemas para llevar a cabo su absurda idea de negocio: una web dedicada a señalar el momento exacto en que las actrices famosas salen desnudas.

ESCENA ICÓNICA. Los actores Jack Nicholson y Jessica Lange, en “El Cartero Siempre Llama dos Veces (1981).¿Se ha esfumado el sexo en Hollywood?

Poco más de una década después de que se estrenara aquella película, ¿se ha esfumado el sexo de las producciones de Hollywood? En una sociedad donde la pornografía más dañina campa a sus anchas en los móviles de niños y adolescentes, ¿por qué las películas dirigidas al gran público son cada vez más mojigatas?

EL DEBATE

La controversia lleva semanas cociéndose en artículos y columnas que intentan responder a cómo lo que hasta hace poco era un gancho para la taquilla (erotismo de baja intensidad sumado a la promesa del desnudo de tal o cual estrella) parece que ha dejado de serlo. Ann Hornaday, crítica del The Washington Post, fue de las primeras en analizar este tema, un asunto complejo al que parece que no sólo han contribuido los cambios sociales vividos en Estados Unidos a partir de los movimientos de denuncia de acoso sexual en Hollywood como el #MeToo o Time’s iup.

EL PRINCIPIO DE TODO

Hay que remontarse a los orígenes del cine para recordar que el erotismo siempre formó parte del misterio del celuloide y que sólo el filtro censor del “Código Hays” (1930) provocó una ola de puritanismo que no acabó hasta los años 50 y 60. Fue entonces cuando el cine europeo cambió el lenguaje del género a través de películas como “Y Dios Creó a la Mujer” (Roger Vadim, 1956) o “Belle de Jour “(Luis Buñuel, 1967).

En los 70, sexo y cine implosionaron: la cinefilia se acercó a la pornografía (“Garganta Profunda”), al sexo explícito (“El Imperio de los Sentidos”) y el gran público aplaudió el universo erótico (“Emmanuelle”). Películas de terror como “Amenaza en la Sombra”, de Nicolas Roeg, que incluía una célebre secuencia de sexo entre Julie Christie y Donald Sutherland o títulos tan icónicos como “El Portero de Noche”, de Liliana Cavani y sobre todo “El Último Tango en París”, de Bernardo Bertolucci, pusieron a estrellas como Charlotte Rampling o Marlon Brando al servicio de una historia de alto voltaje carnal.

DÉCADAS CANDENTES

Sin embargo, los 80 y 90 fueron los años en los que el sexo comercial fue más explotado con películas tan populares como “Oficial y Caballero”, “Fuego en el Cuerpo”, “El Cartero Siempre Llama dos Veces”, “Nueve Semanas y Media”, “Atracción Fatal” o “Instinto Básico”. El proceso de progresiva infantilización que vive Hollywood, con sus oficinas concentradas casi en exclusiva en el nicho familiar y las cada vez más duras calificaciones a la hora de exhibir películas con contenido adulto, parecen haber condenado a la castidad a la gran pantalla.

Sólo el cine de autor más radical mantiene viva la llama. Aunque en muchos casos rodeado de escándalo.

DE LA PANTALLA GRANDE A LA CHICA

Fuera de las salas de cine, en el kilométrico mundo de las series, el sexo no parece sin embargo estar en decadencia. Hay que remontarse a las primeras series de pago, al Premium de cable (HBO se funda en 1972), donde los principales reclamos eran el sexo y la violencia, algo que no podían ofrecer los otros canales.

“Era una broma recurrente decir que sin sexo y violencia no había serie premium”, señala Domingo Corral, director de producción de cine y series de Movistar +, plataforma que este año estrenó el thriller erótico “Instinto”.

“En las series no existen restricciones, ni se nos pasa por la cabeza. Hay un sistema de calificación para adultos, filtros para menores y a partir de ahí libertad, en la creación y exhibición”, agrega.

Eso sí, al menos en Estados Unidos muchas series cuentan con el citado “coordinador de intimidad” y quizá eso explique la sintomática evolución de la más famosa de todas: “Juego de Tronos”. Si en sus primeras temporadas las escenas de sexo y el desnudo femenino eran constantes, poco a poco y en paralelo a la fuerza que tomaba el movimiento #MeToo, la carne fue menguando hasta casi desaparecer tanto como sus dragones, de proporciones mitológicas. 

Tras la polémica

Sólo el cine de autor más radical mantiene viva la llama. Aunque en muchos casos rodeado de escándalo



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