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Sale de las garras del alcohol

Para algunas personas pasa desapercibido, es invisible, o lo ignoran sin saber lo que hay detrás de sus peticiones de ayuda

En espera de una moneda o una palabra de aliento que lo impulse a continuar con su misión de ayudar a otros, se le ve a Abelardo Trigo deambular por la calle peatonal Miguel Hidalgo, en el primer cuadro de la ciudad.

Reparte folletos en la calle peatonal Miguel Hidalgo en el centro de la ciudad.Sale de las garras del alcohol

Él, al igual que otros de sus compañeros, se ha rehabilitado totalmente de su problema de adicción al alcohol y las drogas tras ocho meses de un proceso de seis. Hoy, se dedica a rescatar a personas de la misma situación que él vivió.

“Siempre soportando el rechazo y la crítica de la gente, en una ocasión una señora me dijo: ‘yo no tengo porqué apoyarlos porque mis hijos uno es licenciado, otro abogado y una contadora pública’. Le dije que me hubiera gustado que ella fuera mi madre, pues no habría sufrido y sería una persona de bien”, narra a EL MAÑANA.

Desafortunadamente, Abelardo proviene de una familia disfuncional con un padre alcohólico del que recibió mal trato. “Por eso mi vida llegó al grado de andar por las calles con problemas de alcoholismo”.

Para sanar, Abelardo, de 43 años, se enfrentó a un proceso de limpieza con una duración de seis meses en el centro de rehabilitación “Una nueva vida”, que se convirtió de la noche a la mañana en un verdadero hogar.

Para mostrar su agradecimiento con el centro, ahora Abelardo es voluntario para tratar de rescatar de las garras del alcoholismo y la drogadicción a otras personas.

Con tan sólo ocho años de edad y motivado por los malos tratos que veía en su casa, Abelardo abandonó el seno familiar y empezó a juntarse con amigos que como él, buscaban en las drogas una válvula de escape a la situación que vivían.

“En aquellos años había una famosa tinta llamada Ajedrez. Así como unos se drogaban con el Resistol 5000, yo empecé a inhalar tinta para fugarme de la realidad que estaba viviendo”.

Agregó que su padre tomaba todos los días, le pegaba a su madre y los problemas familiares poco a poco lo orillaron a entrar de lleno en las drogas.

“Para mí no hubo escuela, de niño anhelaba ser licenciado cuando fuera grande, pero mi vida fue totalmente todo lo contrario. Conforme se fue deteriorando mi vida en el alcohol y las drogas me convertí en un presidiario”.

Cuenta que estuvo preso en diez ocasiones por diferentes delitos como allanamiento de morada, lesiones con arma blanca, entre otros.

Para evitar recaer en el alcohol, cuenta que en el centro les recuerdan que cuando una persona les invite un trago, piensen en su madre y en lo mucho que anhelaba verlos libres de vicios.

“Las gotas de sudor que ves en una botella pueden ser las lágrimas de esas mujeres que anhelan que tú cambies. Sería muy triste para nosotros que el día de mañana que falte una madre o un padre, se vayan con el sueño fallido de ver renovado a su hijo”.

Abelardo enfatizó que para dejar atrás la adicción al alcohol y las drogas, el primer paso es reconocer que son impotentes ante ellos.

“Nuestra vida se vuelve totalmente ingobernable. Yo lo he aprendido y lo he puesto en práctica hasta el día de hoy”, resaltó.

Hoy Abelardo es una persona nueva, con amor propio y con una fe inquebrantable.

Abelardo comparte los números de teléfono (868) 282-3172 y (868) 228-7712 del centro de rehabilitación “Una nueva vida”, con el fin de solicitar apoyo de los ciudadanos, pues no reciben otra ayuda más que de personas con buena voluntad.



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