Reiteran abusos de patrulla fronteriza
Se supone que los retenes federales en autopistas cerca de la frontera mexicana, con perros adiestrados y equipos de escaneo costosos, deben impedir que las drogas y migrantes indocumentados se abran paso al norte.
Sin embargo, denuncias divulgadas recientemente contra la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos pintan un retrato inquietante de las interacciones entre agentes y muchas de las personas a las que les marcaron el alto para revisarlas, según indica The New York Times.
El año pasado, en el sureste de Arizona, un veterano militar narró que sus hijos temblaron del miedo en el asiento trasero mientras los agentes le preguntaban una y otra vez si los niños eran suyos.
Una mujer, en un retén entre Phoenix y Tucson, dijo que un agente amenazó a su hermano con dispararle con una pistola eléctrica, en el 2012, luego de que él le preguntó al oficial por qué estaba revisando el vehículo.
Y en un punto de revisión en California, en el 2013, un hombre recordó que un agente lo abordó, amagando con desenfundar su arma, y le gritó: "¿qué te parecería tener un arma apuntándote a la cara?".
Los relatos fueron tomados de casi 6 mil folios de denuncias, estadísticas de arresto y otros registros revelados en meses recientes a la Unión Estadounidense para las Libertades Civiles de Arizona (ACLU, por sus siglas en inglés) por el Departamento de Seguridad Interna, que supervisa a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, luego de que la ACLU demandó al Departamento en busca de acceso.
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En conjunto, los documentos, que detallan encuentros entre automovilistas y agentes fronterizos de enero del 2011 a agosto del 2014, retratan a una dependencia cuyo sistema de vigilancia fracturado ha permitido que al menos algunos agentes que trabajan a lo largo de la frontera sur se salgan de los límites de la ley.
Entre las 142 denuncias obtenidas por la ACLU, sólo una parece haber resultado en acción disciplinaria: un agente fue suspendido un día por detener de manera injustificada un auto, aparentemente conducido por el hijo de un agente retirado de la Patrulla Fronteriza.
"Los propios registros de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza pintan un retrato perturbador de anarquía e impunidad, en el que la dependencia opera continuamente sin ninguna consideración por las mejores prácticas aceptadas, y los agentes cometen abusos generalizados sabiendo que no serán responsabilizados", expresó James Lyall, abogado de la ACLU dedicado a la frontera.
Funcionarios de la agencia se rehusaron a atender la solicitud del medio estadounidense respecto a las quejas.
En su lugar, dieron al rotativo aseveraciones hechas por R. Gil Kerlikowske, Comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza, que destacan su esfuerzo por hacer de la transparencia y la rendición de cuentas su primera prioridad, cuando ocupó el cargo, en marzo del 2014.