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Refuta estigmas de la halterofilia

Quiebra Pérez ideas sobre discapacidad, género y maternidad en las pesas

Ciudad de México

Amalia Pérez atesora el oro que consiguió en Tokio, pues está dedicado a las mujeres.Refuta estigmas de la halterofilia

La seis veces medallista paralímpica Amalia Pérez ha combatido los estigmas de la halterofilia, deporte que a lo largo de la historia se ha considerado para hombres.

Durante más de 30 años, Amalia ha aligerado el peso de los estereotipos de género en esta disciplina, que han ido desde promover prejuicios asociados al cuerpo de las mujeres hasta cuestionar la maternidad de las pesistas.

“Quiero demostrar que es una disciplina y se quiten prejuicios y tabúes que tiene esta especialidad, que podemos ser mamás y dedicarnos sin dañar al cuerpo, que (dicen que) no vamos poder tener hijos si así lo deseamos y que sólo es un deporte para hombres.

“Hay que quitar esos estigmas y también demostrar que con una discapacidad puedes practicar esta disciplina”, expuso en entrevista la campeona paralímpica en Tokio 2020.

Es por eso que la presea de oro que consiguió en la justa nipona está dedicada en especial a las mujeres que han vivido discriminación y a quienes les han negado espacios.

“Le quise dedicar mi medalla a las mujeres. Nosotras como mujeres tenemos ese impulso, estamos dotadas de un carácter y creo que muchas mujeres se han identificado con mi resultado. Hoy por hoy las mujeres siguen siendo discriminadas en el mundo y humilladas en otros países, me sorprende que en pleno siglo XXI siga pasando”, enfatizó.

UNA PIONERA

Amalia es una de las pioneras en el powerlifting y abrió espacio en esta disciplina donde históricamente a las mujeres se les negó un espacio.

Los primeros Juegos Paralímpicos en los que se compitió en el levantamiento de pesas fueron los de Tokio 1964, y la rama femenil debutó hasta Sidney 2000.

“Antes eran más hombres a los que se les daba la oportunidad de asistir a Juegos Paralímpicos, era menos el espacio para las mujeres. Impulsar la igualdad y equidad de género me ha costado, por primera vez hoy en Tokio competimos 10 hombres y 10 mujeres y me siento muy orgullosa.

“Como deportista y como mujer seguimos viviendo la discriminación y creo que es una manera de alzar la voz y decir ‘¡estamos aquí!”, creo que somos iguales y tenemos el mismo valor como personas”, puntualizó.

SU HERENCIA

Combinar la maternidad y el deporte es la realidad de muchas deportistas. Amalia tuvo que concentrarse un mes antes de los Juegos Paralímpicos en el Comité Paralímpico Mexicano y apartarse de su hija, quien también practica halterofilia.

“Es la primera vez que me separaba de mi hija, la primera vez que me concentraba; nunca me había concentrado, siempre llegaba directo a la competencia. Lo bonito fue conocer más disciplinas y saber cómo era el movimiento paralímpico desde adentro. Había comunidad y fraternidad.

“Desde que me concentré le comenté a mi hija que probablemente no podría regresar, ella siempre estuvo con la ilusión de que regresara, pero no fue así, lo entendió muy bien”, contó.

Amalia le heredó a su hija la pasión por el levantamiento de pesas, en el que recién ha incursionado después de probar en taekwondo y boxeo, pero estudiar una ingeniería en el IPN es su prioridad.

En su ADN, la madre de Amalia le heredó una gran fuerza de voluntad que la ha llevado a colgarse seis medallas paralímpicas, 4 oros y 2 platas, incluso en distintas categorías, que la han convertido en la máxima pesista mexicana de la historia del deporte paralímpico.

“Vengo de una mujer, que es mi madre, que me enseñó a sentirme orgullosa de mí, a sentirme capaz de alcanzar lo que quiera. Hoy soy madre y tengo ese impulso de demostrarle a mi hija que puede ser capaz”, sentenció.



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