¿Por qué el EI ya no querría ser brutal?
Según ellos quieren imponer una sociedad revolucionaria y de paso su califato
Londres, Inglaterra
Pero eso parece haber cambiado. El líder del EI, Abu Bakr al-Baghdadi, envió recientemente una carta a sus medios de comunicación en la que ordenaba el fin del uso de imágenes gráficas de ejecuciones en los videos propagandísticos del grupo, según reportó ARA News.
Fuentes cercanas a la organización yihadista informaron que las órdenes pedían tener en cuenta los sentimientos de los musulmanes, quienes podrían considerar las imágenes desagradables, especialmente los niños.
Muchos analistas consideran esta repentina preocupación por la sensibilidad del público más que dudosa.
En primer lugar, no existe ningún indicio de que la brutalidad del grupo vaya a disminuir, sino que simplemente dejaría de exhibirse públicamente como hasta ahora; y en segundo, los videos seguirán mostrando a los sujetos antes y después de su asesinato, sólo eliminarán, supuestamente, el momento de la ejecución.
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¿A qué se debe, entonces, este aparente cambio en su estilo?
“El Estado Islámico es repulsivo, pero tristemente no todo el mundo en la organización es estúpido. Mostrar videos de los asesinatos fue un movimiento calculado desde un principio: querían aterrorizar a sus oponentes, intimidar a la población para que les obedeciera y motivar a sus reclutas mostrando la seriedad de sus actos”, afirma Chris Calland, director de cuentas de la marca internacional de publicidad y relaciones públicas Hanover.
Según Calland, estas demostraciones de brutalidad ya no están ejerciendo el efecto deseado, y por lo tanto el EI ha decidido cambiar de estrategia.
“Con la progresivamente menor repercusión de sus videos en los medios internacionales, el grupo habrá tenido que decidir si elevar aún más la barbarie mostrada en ellos o replantearse su forma de hacer propaganda. De ahí la decisión, nada sorprendente”, afirma.
Hasta los extremistas más radicales se han resistido en el pasado a publicitar su violencia debido a motivos tácticos, no morales. En 2005, el actual líder de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, envió a Abu Musab al-Zarqawi, el entonces jefe del grupo terrorista en Irak, una carta ordenándole que dejara de difundir videos de ejecuciones de rehenes.
“Los musulmanes nunca considerarán esas imágenes aceptables”, explicó la cabeza de Al Qaeda, grupo del cual se escindió el EI.
Es cierto que los yihadistas pueden haber disuadido a muchos partidarios en potencia por sus demostraciones de violencia, según explicó Hassan Hassan, miembro del Think Tank de política internacional London’s Chatham House.
“No me sorprendería si el grupo prohíbe publicitar estos videos cuando ya no sean exitosos a la hora de intimidar a sus contrincantes”, argumenta al Washington Post.
“Estos montajes se alejan de cualquier labor efectiva de gobernar a la población de los territorios que controla”, añade.
Esta decisión entraría dentro de la progresiva tendencia del EI a funcionar más como un Estado, y menos como una organización yihadista.
El grupo ha utilizado el terror para forzar la obediencia, ha destruido antigüedades, masacrado a minorías, forzado a las mujeres a ser esclavas sexuales y convertido a niños en asesinos.
Pero sus militantes son, aparentemente, poco proclives a aceptar sobornos, y, en cierto modo, la organización ha supuesto una mejora para algunos respecto a los gobiernos corruptos de Siria e Irak, según aseguran expertos y residentes a The New York Times.
“Puedes viajar de Raqa a Mosul y nadie osará detenerte, aunque lleves un millón de dólares a la vista”, dice Bilal, que vive en Raqa, la capital de facto del grupo en Siria, al diario estadounidense.
“Nadie se atrevería a quitarte un sólo dólar”.
Esta visión de una parte de la población que vive en el autoproclamado califato del EI se explica desde la perspectiva de una región que lleva años inmersa en guerras y caos. Para algunos, el grupo yihadista ha traído estabilidad a sus territorios, sustituyendo a unos regímenes para los cuales la tortura y las ejecuciones también formaban parte del día a día.
Trazando paralelismos con la historia, aseguran expertos, la violencia manifestada hasta ahora por el grupo puede ser vista desde otra perspectiva.
Stephen M. Walt, profesor de Relaciones Internacionales en Harvard, menciona la guillotina utilizada en la Revolución Francesa y las atrocidades cometidas por los bolcheviques en Rusia como analogías -imperfectas, reconoce- de cómo la brutalidad y la opresión pueden preceder a la creación de un Estado revolucionario.