Por discrepancias con Corbyn, siete diputados laboristas abandonan el partido
Los parlamentarios acusan al líder laborista de ser indulgente con los antisemitas y de haber fallado en la gestión del Brexit
La profunda fractura en el seno del laborismo británico, ahora agudizada por las posiciones divergentes sobre Europa, tiene ya sus primeras fugas.
Esas acusaciones son sólo la punta del iceberg: lo que reprochan a su hasta ahora jefe de filas es haber propulsado el “secuestro” de su formación a manos de la extrema izquierda.
Se trata por el momento de solo de siete nombres, pero no son los únicos que denotan el creciente malestar en el Labour ante la figura de Corbyn y sobre todo su ambigüedad ante el reto europeo.
Y el paso que acaban de dar expresa las dificultades que afronta el cuestionado líder laborista para contener las divisiones en la principal fuerza de la oposición. “Representamos diferentes contextos, pertenecemos a generaciones diferentes y procedemos de puntos diversos del país”, ha querido subrayar Berger, “pero todos compartimos los mismos valores”.
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Esta diputada por la circunscripción de Liverpool Wavertree (norte de Inglaterra), que este lunes ha ejercido de principal portavoz del grupo dimisionario, se ha destacado en los últimos tiempos por su denuncia de una impronta antisemita en el laborismo de Corbyn.
Hace ahora un año, éste se vio forzado a admitir: "Los laboristas debemos hacerlo mejor en la lucha contra el antisemitismo”. Lo hizo para contener las reiteradas protestas de organizaciones judías por su actitud condescendiente ante las agresiones sufridas por esta comunidad. No lo consiguió y la cuestión sigue latente en el partido.
Pero principalmente es la cuestión europea la que, como ya vaticinó en su día el exlíder y ex primer ministro Tony Blair, amenaza con una fractura del Partido Laborista.
La nueva prueba de fuego tiene fecha inmediata en el calendario: el próximo 27 de febrero, la Cámara de los Comunes someterá a votación una iniciativa (promovida por la laborista Yvette Cooper y el conservador Nick Boles) para imponer una prórroga del Brexit y además prohibir legalmente que el Reino Unido abandone la Unión Europea sin un acuerdo previo.
La misma enmienda fue derrotada semanas atrás gracias al voto en contra de dos decenas de diputados laboristas, representantes de circunscripciones del norte en las que sus electores se decantaron por el Brexit en el referéndum de 2016.
Las diferencias sobre Europa agrietan tanto al Labour como al Partido Conservador en el poder. Si a partir de esa votación del día 27 la primera ministra, Theresa May, no se compromete a descartar una salida a las bravas de la UE, un grupo de miembros de su propio Gabinete amenaza con darle el portazo. Todos los escenarios, por tanto, permanecen abiertos, a poco más de un mes de la fecha fijada para que el Reino Unido deje de ser socio comunitario.