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Para aventureros 'muy rápidos'

En Jalcomulco, Veracruz, se puede hacer rafting casi todo el año para los adictos a este deporte extremo

Jalcomulco, Veracruz

AL EXTREMO. El recorrido en balsas por el río La Antigua es apto para las familias, durante casi todo el año.Para aventureros muy rápidos

Cafetales, plantíos de caña de azúcar, chayote, malanga y enormes árboles de mango pintan de verde el trayecto hacia el campamento de Expediciones México Verde, cuyos expertos guiarán la aventura.

Situada en Jalcomulco, la compañía es pionera en el descenso de ríos o rafting en esta zona del País y forma parte de las aproximadamente quince empresas que ofrecen sus servicios a los viajeros.

MUCHA SEGURIDAD

Antes de subir a las balsas, el grupo participa en una plática de seguridad. Entre chistes que buscan relajar a los más nerviosos, el guía Rafael Torres explica el uso correcto del remo, la importancia de llevar el chaleco salvavidas y el casco bien ajustados, más algunas técnicas de rescate en caso de que alguien se caiga al agua. Definitivamente, pensamos, ese no es el plan para hoy.

Más de la sección

Al llegar a una orilla del río La Antigua -en la sección Pescados- del nerviosismo se pasa a la emoción.

“Para la gente extrema se recomienda venir en agosto, septiembre y parte de octubre, que es la temporada ruda”, explica Rafael, “comienza a ser más ‘light’, para toda la familia, a partir de noviembre y diciembre hasta junio, que apenas comienza la temporada de lluvias”.

Durante julio y agosto, si la corriente del río lo permite, México Verde propone salidas para hacer rafting pero en la sección La Antigua de este mismo río.

ACELERADO

El corazón se acelera. Rafael advierte que estamos cerca del primero de los rápidos del trayecto. Por la cantidad de agua que llevan, éstos se catalogan clase tres y cuatro, en una una escala internacional que abarca del 0 (aguas planas) al seis (aguas consideradas imposibles de navegar).

Siento como que quiero agarrarme de la balsa hasta con los dedos de los pies. La sacudida no es tan intensa. Y tan pronto como pasa, nos arranca las típicas carcajadas que llegan tras un susto superado.

Después de pasar algunos rápidos con nombres tan sugerentes como La Cueva o La Bruja Blanca, el temor de caer al río se disipa. Más de uno se avienta para refrescarse -animados por los guías, en un tramo donde la corriente es casi nula- y luego hasta le seguimos el juego al guía cuando, al proponer retos de equilibrio, nos ponemos de pie en la orilla de la balsa.

Casi tres horas después, con el cuerpo adolorido, pero satisfechos, el grupo vuelve al campamento. Es hora de recuperar fuerzas para vivir nuevos desafíos.  



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