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Un día sin hombres

Mujeres, imaginen que, por 24 horas, no hubiera ningún hombre en el mundo

Ningún hombre será lastimado por este caso hipotético. Todos regresarán. Todos están seguros y felices en donde quiera que estén durante este imaginario lapso de tiempo. ¿Qué harían o quisieran hacer durante ese día?, Esta semana, Rebecca Solnit compartió este experimento mental, planteado originalmente en un tweet del 2018, y le pidió a las mujeres que contestaran qué harían ese día. Antes de explicar un poco las respuestas que obtuvo, intenten hacer el experimento. Si son mujeres, imaginen qué les gustaría hacer si no hubiera hombres en ningún lugar durante 24 horas; si son hombres, pregunten a una mujer que conozcan qué harían o quisieran hacer ese día.

Una amiga me hizo esta pregunta. Cuando me lo preguntó, mi respuesta fue inmediata: caminar libremente. Si por un día no hubiera hombres en el mundo, caminaría por donde quisiera a la hora que quisiera. Su respuesta me impactó: eso es lo que responde la mayoría. Al revisar las respuestas a la publicación de Solnit uno se percata de la mínima variedad que existe en las mismas: "Caminar. Caminar por todas partes. Caminaría todo el día segura y de manera cómoda." "Caminar en el parque de noche. Caminar en cualquier lado de noche. Caminar sin miedo". "Usar la ropa que quiera y caminar por todos lados". Cabe señalar que las respuestas que obtuvo son una muestra relativamente pequeña, que hubo algunas reacciones distintas y que no hay manera de obtener una imagen precisa de la edad o nacionalidad de las respondientes, pero que por los comentarios explícitos de algunas se puede deducir que eran de varias partes del mundo. A pesar de esto, sigue siendo muy impactante y doloroso pensar en lo que implica la repetición constante de esta réplica en tantas mujeres: que el sólo hecho de caminar implica un potencial riesgo para nosotras.

Un día sin hombres

Menciono este experimento mental para hacer un análisis de lo que pasó después del 8 de marzo y algunas reacciones que vi. En los días que antecedieron y siguieron al 8m vi una serie de comentarios en medios de comunicación y redes sociales que intentaban minimizar o demeritar los reclamos de mujeres ante la violencia que vivimos. Algunos se burlaban de tener un día especial para las mujeres y no otro para los hombres. Otros intentaban cancelar nuestros reclamos mostrando imágenes de mujeres en marchas haciendo pintas. Otros aludían que el reclamo ante la violencia y desigualdad de género era tan solo un intento por criticar al gobierno en turno y demeritarlo.

Por eso me llamó tanto la atención este experimento mental, porque sin importar la nacionalidad y las distintas realidades de inseguridad e impunidad que experimentamos las mujeres, la respuesta hace patente la transformación del espacio público en un lugar de amenaza por parte de ciertas masculinidades tóxicas. Cuando me hicieron la pregunta lo único que me pasó por la cabeza fue intentar responder qué haría. No tenía en mente el terrible caso de Félix Salgado Macedonio, o los comentarios desatinados y sin perspectiva de género que se pronuncian constantemente desde Palacio Nacional.

Antes de concluir con esta reflexión quiero aclarar lo siguiente: el hacer patente o visible la violencia que seguimos experimentando las mujeres no implica que se señale que todos los hombres son violentos, o que se asuma que las mujeres no son capaces de ejercer violencia, o que se desconozca la grave violencia que experimentan los hombres día a día, tampoco se excluye que las violencias a manos de ciertas masculinidades tóxicas les afecta a los propios hombres. Sin embargo, el sólo hecho de tener que hacer tan patente que no se asumen interpretaciones simplistas al protestar en contra de la violencia generalizada que viven millones de mujeres día a día, nos da una perspectiva del problema. El grado de normalización e invisibilización que hay respecto a la violencia de género impide que se pueda discutir de forma abierta la realidad que enfrentan miles de mujeres. También impide que se conciban mecanismos para cambiar esta realidad. No quisiera vivir jamás en un mundo en el que no existan los hombres, pero sí quisiera poder caminar por donde quiera, a la hora que sea, sin sentir miedo.