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Sindicatos supranacionales

En varias ocasiones se ha insistido en que ser tonto no es pecado; pero que, abusar de ello sí lleva a ciertas niveles de crítica, sobre todo cuando se ejercen posiciones de poder desde las cuales se toman decisiones torales, como es el caso del secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, quien se atreve a asegurar que los bajos salarios de los trabajadores no han sido el principal atractivo para atraer los inversionistas al país. 

Con absoluto desparpajo y tono doctoral, lanzó de su ronco pecho la declaración de que: “Ese argumento no es exacto, las razones por las que México se volvió competitivo para la inversión no tienen que ver necesariamente con este argumento, sobre todo en los sectores que son altamente dinámicos en las exportaciones; de hecho, ahí las diferencias salariales son pequeñas. Donde hay desventaja o ventaja distinta es en las prestaciones”.

Sindicatos supranacionales

¡Jijo! Realmente no se midió este funcionario que fue el que más presionó para que los salarios mínimos de este año fuera inferiores a los que ya habían pactado los sectores productivos: obrero y patronal. Junto con el otro, Agustín Carstens, dijeron que de subir los salarios a los niveles que se proponían, se desataría la espiral inflacionaria, y que podría llegar a niveles incontrolables. Ya es la más alta del sexenio y los salarios abajo.

Para dar un sopapo a ambos ‘juncionarios’, ayer manifestó el demócrata Sander Levin, representante por Michigan, que: “Para corporaciones e inversionistas, México ofrece las garantías de Ohio, mientras que para los trabajadores mexicanos, la situación se ha ido convirtiendo cada vez más en Honduras. Entre 1994 y el 2011, la productividad en el sector manufacturero mexicano se incrementó 80 por ciento. En el mismo periodo, los salarios y prestaciones cayeron 20% en términos reales”. Lo dice uno que sí sabe.

Que sí sabe lo que dice y que, además, sabe defender los intereses de las personas que representa, principalmente el sector laboral de la industria automotriz que ha entrado en crisis por los bajos salarios que se pagan en México; no sólo generales, sino los de alta especialización, como son los que ocupa esa importante rama de la producción para la exportación. En México, a diferencia de lo que afirma el soncito aquel, los números no dejan mentir y en todas las estadísticas, aún las oficiales, se notan la disparidad salarial.

Según datos aportados por el estudio Explosión de la Industria Automotriz en México: De sus encadenamientos actuales a su potencial transformador: “México tiene los costos laborales más bajos entre 18 países exportadores. El salario para los obreros en las líneas de producción es de 3.95 dólares por hora, frente a lo que se gana en Taiwán, 7.5 dólares; Polonia, 7.8 dólares; Hungría, 9 dólares; Brasil, 11.4 dólares y República Checa, 11.5 dólares. La comparación es más fuerte frente a los ingresos por hora de los trabajadores en Alemania, 52 dólares; Bélgica, 41.7 dólares; Canadá, 40.4 dólares; Austria, 39 dólares y Reino Unido, 35.8 dólares”. Por ello, hacerse el tonto es riesgoso.

El gobierno del presidente Donald Trump y su negociador para la revisión del TLCAN, Robert Lighthizer, no buscan incorporar el tema laboral al nuevo tratado por razones de carácter humanitario o de solidaridad. Van a poner el tema en la mesa porque muchas empresas se vienen de los Estados Unidos a México a fin de aprovechar los bajos costos laborales y porque los trabajadores americanos pierden capacidad de negociación frente a los empresarios. Es una demanda que recogió el candidato, que influyó en su elección.

Para mayor abundancia, la organización gremial más poderosa de EU, la AFL-CIO, que agrupa a 12 millones de trabajadores, está pugnando porque se incluye la posibilidad de que se integren sindicatos supranacionales en las empresas que tengan operaciones en dos o más países de América del Norte y cuenten con más de 500 empleados, como la automotriz, aeronáutica, electrónica y alimenticia. Con ello se haría realidad uno de los propósitos originales del TLCAN: la posibilidad de que algunas industrias pagaran sueldos y prestaciones iguales en Estados Unidos, Canadá y México. Un duro revés para el secretario del Trabajo y cabildero del capitalismo feroz.


Fortino Cisneros Calzada

Fortino Cisneros Calzada

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