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Septiembre negro: mucho pueblo, poco gobierno

‘Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo es el inicio de uno nuevo’

Aún se escucha el crujir de los edificios, los gritos en las calles, todavía huele a confusión, el miedo un tatuaje que con el paso de los años perderá su color. La tristeza pesa como las losas de cemento que sepultaron a casi300 personas, la incertidumbre se mueve de un lado para otro, se burla de nuestra fragilidad.

19 de septiembre, fecha maldita, imposible desaparecer del calendario que cada año nos  recordará la destrucción y el dolor que invadió al pueblo mexicano.La vieja herida del terremoto del 85 se volvió a abrir,  volvió a sangrar.Muchos perdieron su único patrimonio, familiares, amigos y mascotas. También sus sueños e ilusiones se desmoronaron en cuestión de minutos. Su presente y pasado quedó enterrado bajo toneladas de escombro. Su futuro inestable, incierto.No hubo piedad, su mundo se vino abajo.

Septiembre negro: mucho pueblo, poco gobierno

Definitivamente estos temblores han sacado lo mejor de este país, pero también, la miseria humana. Un país unido y desunido a la vez, en donde todavía existe gente buena, pero también mala que se aprovecha de la confusión y del dolor humano. Una vez más, la corrupción de los tres niveles de gobierno, la actual y la de años anteriores salió a flote.

En la ciudad de México, construcciones recién levantadas colapsaron, propiedades convertidas en escuelas, que no cumplieron con las normas de seguridad requeridas para operar, se desplomaron. Puentes mal cimentados no aguantaron la furia de la madre naturaleza. Funcionarios involucrados en actos de corrupción para agilizar trámites burocráticos o sacar permisos chuecos, empresarios y autoridades coludidas para violar los reglamentos de construcción “ahorrarse dinero para ganar más”.

La misma historia se repite en cada tragedia, políticos desviando tráileres de ayuda para después repartirla entre su clientela electoral. Un protagonismo enfermizo. La inmundicia y mezquindad de la real politik es más letal que un terremoto.

Algunas televisoras, a través de sus gatilleros, jugaron con los sentimientos de una sociedad vulnerable, sensible y con la esperanza a flor de piel. Bajo el engaño y la manipulación trataron de ganar raiting y el guión de Frida Sofía se escribió fasttrack¿Cuántas plegarias fueron elevadas para el rescate de una niña de 12 años que quedó atrapada bajo estructuras y fierros retorcidos del colegio Enrique Rébsamen?

Un personaje ficticio inventado por Televisa que nos hizo llorar, compadecer a sus padres y que conmovió los corazones de miles de mexicanos. Por más de 12 horas, Frida Sofía se convirtió en el símbolo de la esperanza de México.

También se vio un gobierno ausente, incompetente. El ciudadano común y corriente llenó ese vacío. A pesar de la devastación y el olor a muerte, se vio a un México vivo, unido, que logró organizarse, cuidarse y con un poder alto de convocatoria. Miles de almas desconocidas actuaron rápidamente mientras las autoridades se movieron con torpeza y lentitud ante la realidad catastrófica.

El mexicano mostró preocupación por el otro, su comprensión, ofreció ayuda sin esperar nada a cambio, regaló sus conocimientos, servicios, alimentos, herramientas para el rescate. Voluntarios, rescatistas y héroes sin capa prestaron sus manos, su fuerza, su adrenalina. Los mantuvo de pie la esperanza de escuchar un latido entre las ruinas. La ayuda de la sociedad civil se desbordó sin importar posición económica, edad y género ¡lástima que sólo demostremos preocupación por nuestro prójimo ante la desgracia!

Ahora más que nunca debemos permanecer unidos, adoptar como bandera la solidaridad, caridad y la unión; luchar hombro con hombro para levantar a este país, tal como lo dijera el empresario Claudio X. González “La ciudad de México es como el Ave Fénix renace de cada tragedia más fuerte, con más carácter, lista para construir un mejor futuro”.

La sociedad mexicana no debe desaprovechar esta catástrofe para enfrentar a la clase política y obligarla a modificar sus abusos y la opacidad de los recursos. Ahora o nunca debemos vigilar y exigir a los partidos políticos la reducción de los gastos multimillonarios utilizados en campañas electorales y el número de legisladores. Es tiempo de sacudirnos la apatía y la indiferencia ante la depravación oficial. Es hora de gritar ¡basta! El gobierno le debe temer al pueblo. Después de los sismos del 7 y 19, el país necesita un cambio profundo.  

El mexicano, el alburero, el que se ríe de la muerte está acostumbrado a sobrevivir en la adversidad y a levantarse cueste lo que cueste. Así que “México creo en ti porque tu nombre se escribe con x, que algo tiene de cruz y de calvario: Porque el águila brava de tu escudo se divierte jugando a los volados: con la vida y, a veces con la muerte”, poesía escrita por Ricardo López Méndez.

La vida continúa y hay que darle vuelta a la página, sobreponernos a las heridas profundas que nos dejaron estos sismos, enfrentarnos con valentía y paciencia al largo y difícil camino de la reconstrucción patrimonial y de nuestras vidas.

El simple mortal debe reconocer su fragilidad ante la vida y que ésta nos puede sorprender en cualquier momento. Después de 32 años, la naturaleza nos vino a recordar de manera brutal la pequeña dimensión del hombre frente a ella ¿Por qué esperar a la desgracia para ser más humano y consciente?

**Directora de Enlace con la Dirección de El Imparcial de Oaxaca

tochomorocho@imparcialenlinea.com  


Montserrat Fernández Galindo

Montserrat Fernández Galindo

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