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Ni la burla perdona

Con total y absoluto desparpajo aseguró el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, que "En México no hay posibilidades de fraude, gracias a un sistema electoral profundamente sofisticado". Esas palabras son una burla sangrienta al pueblo de México que asiste ya sin asombro al gran fraude que culminará en la jornada comicial del 6 de junio, ya tan próximo. Siguiendo la conseja de que poco a poco se llega lejos, el fraude no será un evento único y notable, sino una secuencia de pequeñas acciones.

Ya empezó la rasurada de candidatos de los partidos con mayores posibilidades de triunfo, utilizando para ello diversas formas que evidencian la parcialidad del árbitro electoral al aplicar la ley del embudo, tan ancho para unos, como estrecho para otros. En junio de 1997, el PRD denunció que: "Fuimos los únicos que dijimos siempre que Salinas era un farsante; pero eso tuvo un alto costo, 400 militantes muertos durante el sexenio de Salinas. Hoy, el salinismo vuelve a la carga; por un lado Fernández de Cevallos, quien pactara con Salinas borrar las pruebas del fraude electoral de 1988. Como el incendio que provocaron en el Congreso no tuvo efecto, lo acordaron posteriormente entre el PRI y el PAN".

Ni la burla perdona

Hoy, igual que entonces, con las mismas figuras trágicas detrás; pero, con un PRD pervertido por la ambición de los Chuchos, vuelven los asesinatos, la desaparición, las amenazas y demás formas de coacción en contra de los candidatos populares que buscan los puestos de representación popular y los cargos públicos para servir a la gente y ayudar a recuperar el país de leyes en el que no existan castas privilegiadas como los mismísimos integrantes del Instituto Nacional Electoral, que cobran ilegalmente.

El ´sistema electoral profundamente sofisticado´ existe sólo en la mente calenturienta de su presidente, pues bien sabido se tiene que el aparato electoral de México es de los más atrasados del mundo, no por falta de recursos o de preparación, sino de voluntad. Con las elecciones hechas a mano, la posibilidad de pequeños fraudes encadenados pasa desapercibida. Lo que sí es profundamente sofisticado es el catálogo de mañas con que los mapaches electorales llevan a cabo su tarea en los procesos comiciales.

Desde luego, los fraudes empiezan desde antes de las elecciones, con el arreglo a modo del padrón de votantes, la espulgada y la rasurada de sufragantes, cambio de domicilio de casilla que, curiosamente, la ley permite de último momento y la integración de los funcionarios de casilla con los cuates de siempre una vez que se arregló a los otros. Los estudiosos en la materia han logrado identificar diez estrategias para perpetrar los fraudes in situ: el acarreo, el mapacheo, la mesa que más aplauda, el carrusel, las urnas embarazadas, la catafixia, el ratón loco, la uña negra, la foto de celular y las tarjetas.

Por todo ello, cada vez menos personas aceptan prestarse a este circo y rechazan la invitación a ser funcionarios de casilla, que son los que realmente trabajan. Se necesita de una plena convicción democrática para pasar doce horas en espera de la llegada de los votantes, porque se ha desechado la posibilidad de las elecciones electrónicas mediante el uso de las modernas tecnologías cibernéticas que darían rapidez, certeza y transparencia al voto ciudadano, como ocurre actualmente en varios países.

Seguramente que el príncipe Córdova se mordió la lengua, pues en México hay todas las posibilidades de que se lleve a cabo un fraude electoral, como pasó en el 88 con la llegada de Salinas al poder del brazo de Diego (Dios los cría y ellos se juntan) y ha venido pasando con harta frecuencia, tanto que el INE es una de las instituciones más desacreditadas del país. El mismo quiso lavarse las manos cuando dijo: "La pobreza que no ha logrado combatirse, es el resultado, no de las elecciones, sino de políticas públicas equivocadas; tiene una desigualdad ominosa; una corrupción que ofende; una impunidad gravísima que alimenta la corrupción y que hace de nuestro Estado de Derecho una quimera". Pos, sí.

Como para muestra basta un botón, en una publicación del propio INE acerca de los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 levantada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, vino a resultar que el órgano electoral fue reprobado según el criterio de los encuestados cuyas edades van de los 15 años en adelante, de los cuales sólo el 18.8 por ciento consideró que el INE merece mucha confianza y el 40.8 que sólo merece algo de confianza, para hacer un total de 59.6. 

No pasar ni de panzaso debía avergonzar a una persona con alguna pizca de escrúpulos; pero, ya sabe el respetable.