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Moreno de verde luna

Uno de los acontecimientos que pusieron mayor dramatismo en el golpe de Estado que acabó con la Segunda República y dio origen a la Guerra Civil Española que tanto daño hizo a la madre patria, fue el fusilamiento del poeta Federico García Lorca

Uno de los acontecimientos que pusieron mayor dramatismo en el golpe de Estado que acabó con la Segunda República y dio origen a la Guerra Civil Española que tanto daño hizo a la madre patria, fue el fusilamiento del poeta Federico García Lorca, el 19 de agosto de 1936, en el camino que va de Víznar a Alfacar, en Granada, en donde había buscado refugio. Lorca es, sin dudas, el poeta español más importante del siglo XX. “Voces de muerte sonaron/ cerca del Guadalquivir./ Voces antiguas que cercan/ voz de clavel varonil./ Les clavó sobre las botas/ mordiscos de jabalí./ En la lucha daba saltos/ jabonados de delfín”.

Es, además, una de las tres figuras más importantes del teatro español del siglo pasado. Quizá su perfil más interesante haya sido el de un hombre libre, culto, ávido de saber y de interpretar el mundo desde una perspectiva cósmica. Su poesía compendió siempre todo el acontecer de su tiempo. Lo mismo dramático (Muerte de Antoñito el camborio), que simpático (La casada infiel) e ingenioso (Los pelegrinitos), marcó un rumbo nuevo. “Bañó con sangre enemiga/ su corbata carmesí,/ pero eran cuatro puñales/ y tuvo que sucumbir./ Cuando las estrellas clavan/ rejones al agua gris,/ cuando los erales sueñan/ verónicas de alhelí,/ voces de muerte sonaron/ cerca del Guadalquivir”.

Moreno de verde luna

Pudo incorporarse de joven a la institución más emblemática de la formación intelectual de España, la Residencia de Estudiantes de Madrid, en donde convivió con Luis Buñuel, Rafael Alberti y Salvador Dalí, entre otros. Formó, después, ya en plena madurez, parte de la Generación del 27, que toma su nombre de los eventos conmemorativos por los 300 años de la muerte de don Luis de Góngora y Argote, organizados por la Sociedad Económicas de Amigos del País. En la Generación del 27, estuvieron también Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. “Antonio Torres Heredia,/ Camborio de dura crin,/ moreno de verde luna,/ voz de clavel varonil:/ ¿Quién te ha quitado la vida/ cerca del Guadalquivir?/ Mis cuatro primos Heredias/ hijos de Benamejí./ Lo que en otros no envidiaban,/ ya lo envidiaban en mí”.

Al instaurarse la Segunda República, el talento de Lorca fue reconocido y tuvo el patrocinio oficial para difundir obras de teatro del Siglo de Oro, con un grupo de teatro universitario, corriendo la legua por pueblos y ciudades de prácticamente toda la península ibérica. Su internacionalización ocurre cuando en Buenos Aires se presenta su obra Bodas de Sangre, con gran éxito. En 1933 la compañía de Lola Membrives le hace una invitación para visitar el puerto y pasa ahí medio año, codeándose en América con Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou, Ricardo Molinari, Salvador Novo y Pablo Suero. “Zapatos color corinto,/ medallones de marfil,/ y este cutis amasado/ con aceituna y jazmín./ ¡Ay Antoñito el Camborio/ digno de una Emperatriz!/ Acuérdate de la Virgen/ porque te vas a morir./ ¡Ay Federico García,/ llama a la Guardia Civil!/ Ya mi talle se ha quebrado/ como caña de maíz”. 

Con la muerte de Lorca, como una maldición, luego de los portentosos logros en los tres grandes campos de la cultura humana, España cae en la era más oscura y lamentable. Con el golpe militar, asume el poder el dictador Francisco Franco, quien acaba con todas las libertades e impone un nacionalismo católico cerrado extremadamente fascista y brutal. Este régimen autoritario duró hasta la muerte del dictador, en 1975, sumiendo a España en las tinieblas y el atraso. “Tres golpes de sangre tuvo/ y se murió de perfil./ Viva moneda que nunca/ se volverá a repetir./ Un ángel marchoso pone/ su cabeza en un cojín./ Otros de rubor cansado,/ encendieron un candil./ Y cuando los cuatro primos/ llegan a Benamejí,/ voces de muerte cesaron/ cerca del Guadalquivir”.

Federico García Lorca ha quedado para la eternidad como la figura emblemática de la España libre que tanto ha dado al mundo, aunque las fieras sigan acechando en las tinieblas. Como muestra de oprobio y desprecio a su lúcido intelecto y a su homosexualidad, su cadáver fue enterrado en una fosa común desconocida; pero, eso ha convertido a España toda en un gran mausoleo.