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La última y nos vamos

Una de las frases más socorridas en México es la del título, que inspiró una canción a Piporro y luego una película con Héctor Bonilla.

Una de las frases más socorridas en México es la del título, que inspiró una canción a Piporro y luego una película con Héctor Bonilla. En esencia, resume la liviandad de una promesa que no puede cumplirse cuando se ha llegado a cierto punto en la bohemia de un bar o en el extremo del rincón de la cantina que dijo José Alfredo Jiménez, que de eso sabía mucho. No hay última ni tampoco intención de irse. Así ocurre con el dinero.

Luego del desbarajuste que hizo Luis Videgaray, el Aprendiz, cuando las dependencias federales gastaron más dinero del que tenían autorizado especialmente la Presidencia de la República,  la Secretaría de Hacienda y la de Relaciones Exteriores, y cuando el gobierno federal prometió que el 2016 sería un año de austeridad y gastó un 12.2 por ciento más de lo que tenían programado, su sucesor dijo, con la mayor de las seriedades que: ¡Ora sí, la última y nos vamos! “Habrá nuevos ajustes al gasto público”. No, pos sí.

La última y nos vamos

Prometió, además, que bajaría el endeudamiento y que, por primera vez, se generaría un superávit primario, que vendría a aliviar las tenciones económicas que impiden un mayor crecimiento. No sólo se recaudaría más, sino que se gastaría menos y de una forma más racional.

Sin embrago, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a través del Sistema de Información Económica, órgano de información al Fondo  Monetario Internacional, la deuda interna del Sector Público Federal se elevó, durante el segundo trimestre del año en un 12.4 por ciento, para llegar a ubicarse en los 6 billones, 327 mil 931 millones de pesos, en tato que la deuda externa creció 4.7 por ciento, para situarse en los 188 mil, 441 mil millones de dólares.

También en el segundo trimestre y con los mismos indicadores, se tiene que el ingreso a las arcas públicas creció un 15,7 por ciento en relación con el trimestre previo; pero, el gasto se fue hasta el 18 por ciento, con un ejercicio de 606 mil 368 millones de pesos. Se sigue gastando más de lo que ingresa, no obstante todas las promesas y los buenos propósitos.

Ayer, precisamente, el blog Arena Pública, informó que: “Sí, en boletos de avión y autobús, en hospedaje y alimentos para viajes, giras y comisiones especiales de funcionarios públicos, tanto dentro como fuera del país, el gobierno federal destina, en promedio casi 32 millones de pesos al día”. Según la diputada federal Eloísa Talavera, en este momento, cada mexicano tiene una deuda de 80 mil pesos como consecuencia del pésimo manejo de la economía.

Al dispendio directo del gobierno federal, se suma el absurdo despilfarro, que no tiene utilidad alguna, del Instituto Nacional Electoral, que este año gastará 11 mil 232 millones 449 mil 787 pesos, y que está solicitando para el año próximo un presupuesto de 25.4 mil millones de pesos, de los que 18 mil 256 millones serán para el gasto operativo del Instituto y 6 mil 788 millones para el financiamiento a los partidos políticos y candidatos independientes, como si de algo sirvieran unos y otros.

Tan mal están las finanzas que el Fondo Monetario Internacional estima que para fin de año la deuda de México consolidada en lo que se llama las obligaciones públicas totales, incluida la deuda de Petróleos Mexicanos, la Comisión Federal de Electricidad  y banca de desarrollo, llegarán a 56.1% del Producto Interno Bruto en el mes de diciembre. Es del dominio púbico que una deuda superior al 50 por ciento lo que se tiene es peligrosa.

Quizá por ello, el director de asuntos fiscales del FMI, Vitor Gaspar, enfatizó que sigue latente la recomendación del organismo para generar un plan multianual de metas para corregir el endeudamiento y establecer un consejo fiscal independiente. Existe una cerrada oposición a ello, por cuanto la recomendación del consejo fiscal, realizada por el FMI desde el 2014, en las conclusiones a la revisión del artículo IV del FMI para México, sería un freno para el manejo irresponsable de la economía nacional, que, por más que se lancen cohetes al viento y se diga que es la última y nos vamos, sigue operándose con un criterio irresponsable.

Lo peor de todo es que, además de que aumenta la deuda, crecen los intereses y cada día es necesario dedicar más dinero nada más para cubrir el costo de ser mexicanos.