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El mito del libre comercio

Cuando el diccionario Oxford de lengua inglesa designó el neologismo postverdad (post-truth), como la palabra del 2016

Cuando el diccionario Oxford de lengua inglesa designó el neologismo postverdad (post-truth), como la palabra del 2016, trajo al escenario la mentira emotiva con la que se describe la situación en la que la opinión pública se crea a base de sensaciones y de estímulos que nada tienen que ver con los hechos reales. Ordinariamente, se utiliza la magnificación de acontecimientos comunes y corrientes para generar requerimientos.

En estos días se ha armado un gran alboroto en torno al Tratado de Libre Comercio de la América del Norte y se han dicho muchas cosas, menos las que realmente interesan; por ejemplo, no se ha dicho lo extremadamente perjudicial que ha sido para el sector laboral de los tres países; pero, especialmente para los mexicanos, que poco falta para que trabajen por la comida, como ocurre en algunas naciones donde la prensa publica anuncios como en Ciudad Real, Cataluña, en España, que no es un país del Tercer mundo: “Busco a persona necesitada que me ayude como vigilante y mantenimiento de pequeña empresa dedicada al ramo del automóvil a cambio de alojamiento y manutención. Más adelante ya hablaríamos de ayuda económica, incluso sueldo”.

El mito del libre comercio

Además de la pauperización del sector laboral, el TLCAN es un gran engaño que fue perfectamente enunciado por el investigador de la Tufts University de Boston, Timothy A. Wise, quien explicó, por citar un ejemplo: “Aparentemente hay un resultado exitoso de los tratados de ‘libre’ comercio: México vende cerveza a los Estados Unidos. Sin embargo, las apariencias engañan. México solo es una gran embotelladora de empresas transnacionales, con malta importada del país del norte. En todo caso, contribuye con el agua, un bien escaso en ese país”. Igual acontece con el resto de las ‘exportaciones’.

Se asegura que las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos sumaron 294 mil 151 millones de dólares en 2016 y concentraron 13.4 por ciento de las compras totales que realizó ese país, con lo que alcanzaron una participación histórica en ese mercado; que México es el segundo destino de las exportaciones estadounidenses, que ya que éstas sumaron 230 mil 959 millones de dólares y representaron el 15.9 por ciento del total de sus ventas, que también representa un porcentaje histórico, y que en el intercambio comercial con México, Estados Unidos registró un déficit por 63 mil 192 millones de dólares, el más alto en los últimos cinco años, lo que es simple y llanamente un post-truth.

Se dice que las principales exportaciones de México son automóviles, refacciones, camionetas, computadoras y petróleo crudo. Pero, ninguno de esos productos se fabrican en el país, ni siquiera tienen nombre propio, son de empresas trasnacionales que importan partes de China, aquí las ensamblan y luego las envían al mercado de EU.

Antes de la actual administración federal, si se exportaba petróleo mexicano extraído del subsuelo; pero, aunque se sigue sacando de las entrañas de la tierra, ya no puede considerarse una exportación nacional, porque ahora se ha entregado a las compañías que dominen el sector de los hidrocarburos en todo el mundo. Ya ni eso es mexicano.

El mismo profesor Wise asegura que: “Desde que entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en enero de 1994, México ha realizado una apertura poco estratégica de su economía. Ha perdido autosuficiencia alimentaria (importaciones en relación al consumo interno en toneladas métricas), entre otras cosas, por los enormes subsidios que tiene la agricultura norteamericana. La balanza de alimentos mexicana, según los datos procesados de la FAO-Stat de Naciones Unidas, en el período 1994-2009, muestra una mayor dependencia del exterior en trigo, arroz, cebada, maíz, almidón, papas, azúcar, legumbres, frijoles, guisantes, soya, maní, semillas de girasol, aceites, tomates, pimienta, carne de vaca, carne de cerdo, pollos,  mantequilla, pescado y crustáceos”.

¿Quiénes han ganado, entonces, con el tratado? Los magnates locales amafiados con las empresas trasnacionales, que por medio de la supresión de los aranceles han debilitado la economía de los países, obligándolos a abaratar, por decreto (como en México, que estableció un salario mínimo de 80 pesos diarios), la mano de obra.

En realidad, no existe el libre comercio. El comercio mundial lo dominan las trasnacionales y la plutocracia. Es un post-truth.