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El gran calavera

A mediados del siglo XX, mientras el mundo se debatía en conflictos terribles

A mediados del siglo XX, mientras el mundo se debatía en conflictos terribles, México dio al mundo la Época de Oro del Cine Mexicano, con realizaciones que no tienen igual en la industria del séptimo arte. Redundante sería repetir los nombres de los actores, los realizadores, los guionistas, los músicos, los fotógrafos y los técnicos que hicieron posible auténticas obras de arte de la cinematografía nacional. Destaca la dinastía Soler.

Fernando, el hermano mayor de la dinastía, nació el 24 de mayo de 1896, en Saltillo, Coahuila. Dio vida a todo tipo de personajes, lo mismo de la clase baja, media y alta; al padre de familia moralista y déspota; al estafador y al ranchero autoritario Cruz Treviño Martínez de la Garza en La Oveja Negra, junto a Pedro Infante, robando los reflectores al gran ídolo de México, y posteriormente No desearán la mujer de tu hijo, su secuencia.

El gran calavera

Proveniente de una familia de actores españoles: Domingo Díaz García e Irene Pavía Ortiz, se inició desde temprana edad en el teatro, con sus demás hermanos Mercedes, que abandonó pronto la carrera, Andrés, Domingo y Julián. Filmó más de 100 películas, dirigió 23, produjo 4 y fue guionista de 15; de hecho, dominó totalmente las técnicas de la actuación e hizo personajes memorables, como el de Cruz Treviño o el de Plácido Bueno en Con su amable permiso, que el mismo dirigió y que fue harto enternecedor. Bajo las órdenes de Luis Buñuel, hizo El gran calavera, con el papel de un viudo, rico y borrachín que se deja explotar por sus hijos, su vago hermano y su cuñada. Se decide a hacerles creer que ha quedado arruinado y que su familia debe trabajar para sobrevivir.

Así, Fernando, el galán duro; Andrés, el soltero de un carácter fuerte y simpático; Domingo, frívolo y bonachón y Julián, el director, hicieron de El gran calavera la obra que marca el principio de las grandes dinastías que se han sucedido en el cine mexicano.

Hizo cine mudo en Hollywood y Europa. Al regresar de allá, en una entrevista, dijo: “Regresé de Paris y empecé a dedicarme en serio al cine. Fui advirtiendo la enorme variedad de técnicas que existen para expresar un mismo parlamento. Desde el principio noté las diferencias entre cine y teatro. Aunque he sido un actor excesivamente natural y no me costó gran esfuerzo pasar de un escenario a un foro cinematográfico, sí percibí cierta modificación. En el teatro hay que utilizar el gesto, la palabra, el ademán para llegar hasta las últimas filas; mientras que el cine es un acto de gigantes; estás tan grande que tienes que condensar tu presentación, si no, resultas artificial. Mis primeras intervenciones estaban un poco sobreactuadas, así las veo ahora, pero poco a poco fui tomando confianza frente a las cámaras, como si estuviera en mi casa”.

Necesario es señalar que en sus tres últimas películas: El gran perro muerto, Pedro Páramo (1978) y La carpa del amor (1979) y en sus frecuentes apariciones en la televisión, el gran histrión mostraba ya los síntomas de la hemiplejia que le aquejó en sus últimos días. Este eminentísimo actor presidió la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de México y recibió incontables reconocimientos; pero, quizá la mayor satisfacción fue haber sido reconocido como gran maestro por sus compañeros.

En la última entrevista de su vida, concedida a Francisco Ortiz Pinchetti, publicada en Proceso, señaló que; “Yo siempre encarné mis personajes En el momento en que me vestía, en el camerino, yo ya era el personaje: hablaba, caminaba y sentía como él Pero al regresar del escenario y despojarme de la ropa, me despojaba también de su personalidad Mi yo regresaba y entonces me olvidaba por completo del personaje y era incapaz de recordar un parlamento Eso me pasa ahora. Mire: estoy seguro que si ahorita subo y me visto de Cyrano, vengo y le recito la obra completa, palabra por palabra”.

En 1946 se casó con la actriz Sagrario Gómez Seco, con quien vivió toda su visa; pero, no tuvo hijos. Murió el 24 de octubre de 1979 debido a complicaciones causadas por la severa hemiplejia.

Con la despedida de don Fernando, se fue una parte importante de la Época de Oro del Cine Mexicano, que está volviendo; pero, en Hollywood.