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El Día de las Mulas

Hay quienes dicen que el Día de las Mulas se celebra en México el 4 de junio

Hay quienes dicen que el Día de las Mulas se celebra en México el 4 de junio; otros que no, que es el Jueves de Corpus Christi, que en este año cayó en el 15 de este mes. Como quiera que sea, la fecha cobra un gran significado porque los genios que integran el gabinete económico, se mantienen en ‘sus trece’, perpetrando las barbaridades que han hecho de México un país de miserables conviviendo con los más ricos de este planeta.

Los gobiernos, los organismos internacionales y los estudiosos más enterados, se han dado cuenta, han denunciado y trabajan para corregir los perniciosos efectos derivados del capitalismo salvaje montado sobre el brioso corcel de la globalización; sólo los acólitos del becerro de oro, bien posicionados dentro de la administración pública, han permanecido ciegos y sordos a esos clamores. Van como las mulas, contra todo y todos.

El Día de las Mulas

El secretario de Comercio, Ildefonso Guajardo (el caballo negro del capitalismo salvaje) está empeñado en mantener deprimidos los salarios, no obstante que las voces expertas, de dentro y de fuera, recomiendan remediar ese craso error y hacerlo de manera pronta y expedita, antes de que los daños sean irreversibles. A finales del año pasado echó por tierra los acuerdos obrero-patronales y logró fijar los salarios por debajo de lo razonable.

La Organización Internacional del Trabajo señala que: “El trabajo decente se ha convertido en un objetivo universal y ha sido integrado en las más importantes declaraciones de derechos humanos, las Resoluciones de la ONU y los documentos finales de las principales conferencias, incluyendo el Artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), la Cumbre Mundial sobre desarrollo social (1995), el Documento de la Cumbre mundial (2005), el segmento de alto nivel de ECOSOC (2006), la Segunda década de las Naciones Unidas para la erradicación de la pobreza (2008-2017), la Conferencia sobre el desarrollo sostenible (2011) y en la Agenda 2030 para desarrollo sostenible de las Naciones Unidas (2015)”. 

¿Qué es el trabajo decente? La OIT lo entiende como: “El trabajo decente sintetiza las aspiraciones de las personas durante su vida laboral. Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres”. México ni siquiera participa en sus programas.

Y no es que en este país haya resistencia del sector patronal por mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores. Ayer mismo, el presidente de la Confederación Patronal de la República (Coparmex), Gustavo De Hoyos Walther, se pronunció por un aumento salarial de emergencia, pues, dijo: “El aumento aprobado en diciembre de 2016, de 4 pesos diarios al salario mínimo general, acompañado de un incremento ligado a la inflación de 3.9%, no representó ningún impacto a las variables económicas fundamentales”; pero, si incidió negativamente en el poder de compra del trabajador.

Contra las tesis esgrimidas por el secretario de Comercio y por el presidente del Banco de México, Agustín Carstens, en el sentido de que una mejoría substancial del salario resultaría inflacionaria, aseguró que: “El aumento no fue inflacionario, los productos que más incidencia han tenido en la inflación acumulada en 2017, no están relacionados con la mano de obra sino con los energéticos y el tipo de cambio”. ¡Claro como el agua!

La tozudez de las mulas del gabinete económico se manifiesta con mayor énfasis en las decisiones del gordito Carstens, que acaba de autorizar un alza en las tasas de interés de referencia del Banco de México, lo que tendrá afectos altamente negativos para la economía; pero, no de los ricos, que ganaran más por el simple hecho de tener sus caudales depositados en el sistema financiero, sino la de los trabajadores, que con miserables 80 pesos deben pagar casa, vestido, sustento, transporte y, desde luego, la corrupción rampante que viene a completar el cuadro de la crisis.

Hay de mulas a mulas; pero, las de aquí son tan trágicas como cómicas.