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El caballo de Troya

La guerra sucia por la sucesión presidencial empezó ya con (quien lo creyera) Alejandra Barrales al frente de la triste tropilla que jefatura Cuauhtémoc Cárdenas y opera Rosario Robles. Desde luego, todo está enfilado a debilitar las fuerzas políticas emergentes y ver que el sistema se mantenga en el poder, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, que viene siendo el objetivo, no la consecuencia, del atroz neoliberalismo.

El Partido de la Revolución Democrática deviene del Frente Democrático Nacional que compitió por la presidencia de la República en 1988, con Cuauhtémoc Cárdenas como candidato. La Cámara de Diputados, operada por Diego Fernández de Cevallos, le dio el triunfo a Carlos Salinas. Entonces se vio la necesidad de una amplia alianza opositora y surge el PRD como la unión del Partido Mexicano Socialista (PMS), que le cedió su registro oficial; el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Partido Popular Revolucionario (PPR), la Unión de la Izquierda Comunista (UIC); el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), parte de la militancia del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y parte del mismo PRI.

El caballo de Troya

En 1994, contra todos los pronósticos que señalaban a Porfirio Muñoz Ledo como quien podría ser el mejor candidato del PRD, repite Cárdenas, yendo hasta la tercera posición. 

En 1996-1999, toma las riendas del partido Andrés Manuel López Obrador y logra una notable recuperación que incluye el triunfo de Cárdenas como jefe de Gobierno del Distrito Federal en 1997. Le sucede López Obrador haciendo un gobierno notable que incluyó distribuidores viales y segundos pisos para mejorar la rapidez del tráfico vehicular; dio apoyo económico a los adultos mayores y a madres solteras, creó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y varios planteles de educación media superior, remodeló el centro histórico, creó la primera línea de Metrobús y construyó vivienda de interés social. Eso permitió que el PRD ganara consecutivamente en el DF. 

En las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2006, Andrés Manuel López Obrador fue el candidato del PRD a la Presidencia y oficialmente se dice que perdió por medio punto porcentual, con la lamentable casualidad de que los grupos afines a Cárdenas y a Rosario Robles, se mantuvieron al margen, con la posibilidad de que algunos hayan votado en contra. Como resultado, en 2014, Cárdenas fue abofeteado y llamado traidor.

Lo mismo sucedió en las elecciones siguientes, cuando Rosario Robles, hechura total de Cárdenas, se incorpora al gobierno en la importantísima cartera de Desarrollo Social, desde la cual inicia una labor de zapa que se acaba de ver. En entrevista personal con la lideresa panista de Altamira, Silvia Cacho Tamez, aseguró que los Cárdenas jamás traicionarán al sistema porque, por disposición presidencial, de por vida esa familia recibe un centavo de dólar por cada barril de petróleo extraído del subsuelo mexicano, versión que fue confirmada luego por Angélica Beltrán en su afamado Dossier Político.

Ahora, Alejandra Barrales, con su departamento de un millón de dólares en Miami convoca a Morena y a Andrés Manuel a una alianza incondicional, lo que significa que, en un momento dado, la candidatura de esta unión se decidirá con ardid para que resulte candidato su expareja Miguel Mancera, jefe de gobierno de la Ciudad de México. Así hizo en la elección del Estado de México, donde quería que Morena se uniera al PRD.

El PRD presentó a un candidato proveniente del Congreso local, al que la tarea eficaz de Rosario Robles, que no se percibió en la estrategia de campaña del candidato oficial, no obstante ser la encargada, logró un tercer lugar, con el 17 por ciento de los votos, que resulta inexplicable en una tierra en la que en el 2012, el PRD solo, sin acompañantes, únicamente logro ganar 3 alcaldías de los 125 municipios que conforman el Estado de México. La tarea era sustraer votos a la auténtica oposición. Por ello, Barrales, en apresuradas conferencias de prensa y sin que nadie le preguntara, anunció que no impugnará los resultados de las elecciones pasadas, en las que “a ellos les fue muy bien”. 

El caballo se Troya cumplió en la primera y ¡va por la segunda!