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‘Ay tiablan, no tiagas’

Primero fue el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien expresó una mala opinión de los mexicanos y ha condicionado la revisión del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte a que haya cambios substanciales en lo que se refiere a la justa distribución de la riqueza y de un esfuerzo claro para erradicar la corrupción; ora, son los eurodiputados quien están exigiendo al Senado de la República resultados.

Primero fue el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien expresó una mala opinión de los mexicanos y ha condicionado la revisión del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte a que haya cambios substanciales en lo que se refiere a la justa distribución de la riqueza y de un esfuerzo claro para erradicar la corrupción; ora, son los eurodiputados quien están exigiendo al Senado de la República resultados.

Durante la reunión que sostuvieron ayer, la delegación del Parlamente Europeo estuvo encabezada por su presidente, el alemán Manfred Weber; además del español Esteban González; de los Países Bajos, la diputada Esther de´Lange; la diputada de Letonia, Sandra Kalniete; de Polonia, Tadeusz Zwiefka, y Marian-Jean Marinescu, de Rumania. De buenas a primeras, dejaron en claro que: “Las noticias que van de México a Europa no son buenas: se habla de muertes de periodistas, de la desaparición de estudiantes, de impunidad. Así, la imagen de México se ve gravemente perjudicada; por ello pedimos que nos ayuden a tener resultados de esas investigaciones en septiembre de este año”.

‘Ay tiablan, no tiagas’

Puntualizaron que: “No todos los miembros de nuestra cámara van a ser partidarios de la renegociación del tratado, vamos a encontrar serias dificultades; hay amigos del libre comercio y enemigos, hay amigos de México y otros no tan amigos, pero queremos impulsar la revisión del tratado en las mejores condiciones y para ello necesitamos que haya buenas noticias; que nosotros podamos llevar informes positivos de lo que pasa”.

Y, luego, como para despejar cualquier duda y sin abandonar el tono cortes y amistoso, expresaron que: “Vamos a exigirle a México tanto como nos vamos a exigir a nosotros mismos los europeos. Nos gustaría que nos ayudaran en esta exigencia porque a los que defendemos a México en el parlamento nos la van a imponer, créanme que no va a ser un tratado fácil, no va a ser un trámite corto ni sencillo, por ello pedimos resultados”.

A principios del siglo pasado, el periodista norteamericano John Kenneth Turner vino a México para conocer las virtudes del régimen de Porfirio Díaz y envió notas al diario para cual trabajaba, The American Magazine, que finalmente se integraron en uno de los libros más vendidos y más certeros en cuanto a la descripción del país, empezando por el nombre: México bárbaro. A lo largo de 17 capítulos da cuenta del atroz trance.

De golpe y porrazo, en los tres primero párrafos del primer capítulo, dice: “¿Qué es México? Los norteamericanos comúnmente llaman a México ‘nuestra república

Hermana’. La mayoría de nosotros la describimos vagamente como una república parecida a la nuestra, habitada por gente un poco diferente en temperamento, un poco más pobre y un poco menos adelantada, pero que disfruta de la protección de leyes republicanas: un pueblo libre en el sentido en que nosotros somos libres.

Algunos que hemos visto el país a través de la ventanilla del tren, o que lo hemos observado en las minas o haciendas, describimos esta tierra al sur del rió Bravo como regida por un paternalismo benevolente, en el que un hombre grande y bueno todo lo ordena bien para su tonto pero adorado pueblo.

Yo encontré que México no era ninguna de esas cosas. Descubrí que el verdadero México es un país con una Constitución y leyes escritas tan justas en general y democráticas como las nuestras; pero donde ni la Constitución ni las leyes se cumplen”. ¡Donde la Constitución ni las leyes se cumplen! El dramático panorama que encontró Turner en su recorrido por el país, no es diferente a las circunstancias que privan ahora; así lo expone en su obra, cuando asegura, luego de largas pláticas con los hacendados del sureste, que: “El esclavista de Valle Nacional ha descubierto que es más barato comprar un esclavo en $45, hacerlo morir de fatiga y de hambre en siete meses y gastar

otros $45 en uno nuevo, que dar al primer esclavo mejor alimentación, no hacerle trabajar tanto y prolongar así su vida y sus horas de trabajo por un período más largo”.

Quizá por ello los miembros del Parlamento Europeo en el Senado, fueron enfáticos: “En 2015, adoptamos una resolución respecto a la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, ¿qué se ha hecho, quiénes han sido sentenciados por este terrible delito?, y lo mismo para el asesinato de periodistas. Para nosotros era muy importante tener los resultados de estas investigaciones en septiembre”. ¡Órale!