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Un bigleaguer de los de estos días

¡Felicidad durante todos los años que vengan! 

"No soy la misma persona del año nuevo pasado. Tampoco lo son aquellos a quienes amo. Es extraordinario que, cambiando, podamos seguir amando a alguien que también cambió"... William Somerset Maugham.

Un bigleaguer de los de estos días

Desayuné en "El Camarón Borracho", de Miami Beach, con un joven bigleaguer, que me ha pedido no publique su nombre.

 Es una persona con quien se puede conversar, aún estando en desacuerdo con él. Ha jugado en dos temporadas y lleva larga melena teñida en rubio, pero barba y bigotes negros e inmensos.

 "Ustedes, los viejos, no nos comprenden a nosotros, los jóvenes", me dijo después de algunos argumentos.

 Nada nuevo, le repliqué. Históricamente, a las generaciones les ha costado mucho ponerse de acuerdo.

 Ahora, en cuanto al beisbol, ya no se trata de entendernos o no, sino de cómo ustedes, la mayoría de los nuevos bigleaguers, están perjudicando el espectáculo, el deporte, la profesión de ustedes mismos, que les produce honorarios nunca imaginados porque son inmensos.

Este muchacho de la historia, de 25 años de edad, recibió bono de cinco millones de dólares y ha cobrado un total de tres millones más por sus servicios en 2021 y 2022.

 "Pero, bueno", argumentó, "para eso Dios me dotó con habilidades especiales para jugar al beisbol".

 Cierto. Agradezco a Dios por haberte hecho tal regalo y te aplaudo a tí por haberlas descubierto. No obstante, te aconsejo, te sugiero, cuidar al máximo la industria que te ha acogido.

El beisbol es el mejor deporte en la historia de la humanidad. Nada igual, por su mensaje, su sistema, la manera como se compite, lo difícil que es jugarlo, entenderlo, presentarlo, vivirlo.

 Y le recalqué: Ustedes no respetan su profesión, parece malos disfraces en vez de buenos peloteros. La cabeza mal arreglada la cara mal cuidada es insultante. Y no hay la uniformidad que ordenan las Reglas, si unos llevan los pantalones hasta los tobillos y otros a las rodillas, unos con zapatos negros y otros rojos, azules, blancos. ¡Un relajo de marca mayor!

 Ví uniformarse a bigleaguers como Willie Mays, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Roberto Clemente y Luis Aparicio. Eran un espectáculo en sus clubhouses; y en el terreno, una exhibición de elegancia y pulcritud.

 Por mala suerte, llegaron ustedes con todo eso, más el perreo. Mucho de malo, poco de bueno. Son mala educación, indisciplina, perjuicio.

 Son una nociva pandilla. Y Rob Manfred un inútil comisionado, sin autoridad.

 Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú. 

@juanvene5