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Slim y la insoportable levedad del ser

Fue una inédita y larga conferencia de prensa para manejar la crisis y hacer un control de daños expedito.

El comportamiento de López Obrador estos casi seis años detentando el poder para legitimar su manía de mentir constantemente, podría ser un síntoma de trastornos psicológicos subyacentes, como el trastorno de la personalidad antisocial o la mitomanía. Sin embargo, su comportamiento manipulador diseñado a lo largo de su vida para engañar e influir, incluye esa habilidad de presionar botones emocionales creando situaciones para favorecer sus propios intereses.

Slim y la insoportable levedad del ser

La falta de remordimiento para justificar sus mentiras o minimizar su importancia ha sido el marco de su movimiento, por ende, de su transformación.

El país sangra por su política de tolerar abrazando a grupos criminales y favorecer el empoderamiento de un cártel que hoy cogobierna regiones enteras y amenaza con entrometerse, nuevamente, en el próximo proceso electoral.

La simulación de desdeñar el fracaso en materia de seguridad construyendo desde la mañanera distractores y la agenda transexenal que le será impuesta en caso de ganar a Claudia Sheinbaum pone en riesgo la viabilidad de México que ya muestra signos preocupantes de debilitamiento institucional.

La falta de coherencia exhibe la dificultad presidencial para mantener las historias o relatos contados de manera sistemática. Entre ellos está la mentira destinada a ocultar información, manipular a su séquito moreno y/o evitar responsabilidades.

Grave cuando se trata del jefe del Estado mexicano, el mismo que ha traicionado a esos 30 millones de ciudadanos que votaron en el 2018 creyendo en su discurso del combate a la corrupción y, entre otros, de la separación del poder político y del poder económico.

Los otros datos recientemente publicados por una investigación del portal elceo.com han arrojado que continúa el modelo del "empresario consentido" sexenal. El balde de agua helada que cayó sobre la reputación de Carlos Slim y su cercanía con López Obrador va más allá de los 2,500 contratos obtenidos para colocarlo en la lista de los favorecidos por la cuatroté.

En una inédita y larga conferencia de prensa el día después para manejar la crisis y hacer un control de daños expedito incluyó un tibio intento de deslinde y la justificación de que Telmex no es negocio, a saber, pues.

Lo importante de la forma del ingeniero Slim fue el fondo de algunos mensajes que, de no haber salido a la luz información de esos contratos para favorecer a sus empresas y su absoluta cercanía con el Ejecutivo, exhibieron un comportamiento defensivo y su profundo desacuerdo con la intromisión del poder militar en la esfera civil y el golpe a la línea de flotación del accidente de la Línea 12 del Metro por la falta de mantenimiento en clarísima alusión a la administración de Sheinbaum.

Las derivaciones de estos señalamientos son aún de pronóstico reservado, uno de los caminos más sinuosos por los peligros que representa es el andado al término de un sexenio.

Y el presidente ha hecho gala de ese talento nato para agraviar, denostar e insultar que sin duda tendrán un efecto bumerán, ahí está el primer botón de la investigación del presunto financiamiento del Cártel de Sinaloa a su campaña del 2006.

Y será cada vez más difícil de ocultar la (no) subliminal complicidad entre su administración con los más oscuros intereses que representan amenazas latentes para la región.

Demasiados frentes abiertos rumbo al 2 de junio donde medirán fuerzas dos modelos de gobierno; la continuidad del empoderamiento criminal y la corrupción o el cambio de rumbo.

No hay más.

@GomezZalce