Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA

No te confundas, tú fuiste el que eligió tu destino II

No puedo respirar, voy a morir asfixiado.- 

No podía parar. Muerto en vida

No te confundas, tú fuiste el que eligió tu destino II

Esa noche, mi cuerpo cayo boca  abajo en mi cama King sisé, cansado de mis excesos, rendido y ya dormido,  vi una cara  en mi mente, luego, entre a un largo túnel negro y vi, sentí, como dos caras mías se movían con gran fuerza, tratando de chocar una con la otra, fue una sensación extraña. 

    Demasiado rara, luego caí en un abismo, como diría el poeta, profundo y negro, toque fondo.  la oscuridad era inmensa por todos lados, después, vino el silencio absoluto, cero ruido y ahí se perfectamente que estoy muerto y no respiro, en ese instante, le grito  a ¡Dios!.- Dios, ¡Dios!, no quiero morir, por favor, Dios, no quiero morir, levanto sudando, temblando, lleno de miedos, me voy al baño y me miro al espejo, soy la tristeza arrolladora, mis hombros caídos, mi mirada apagada, mi piel amarilla, seca, aspera, lo blando de mis ojos, que se llama esclerótica, ofrece un café cenizo, ojeroso, apagado sin luz, me miro y lloro frente a mi rostro deprimido.- 

     ¡Estúpido, estúpido!, mira lo que has hecho con tu vida, eres un vil mediocre, drogadicto, estas en la ruina .- Sigo llorando,  me sigo viendo, muy decepcionado de mí mismo, sé que tuve un paro respiratorio, que estuve muerto,  que Dios me dio una oportunidad, porque cuando comencé a despertar, vi, sentí una fuerte luz, esplendorosa dentro de mi.-

No quería o no podía abandonar mi adicción

Deje de llorar, me eche agua en mis fosas nasales, ahí mismo, presione los orificios y me soné con fuerza, salió el primer tapón de porquería, después, atrás de él, el chorro de sangre, sangre que llego a mis labios y mi lengua, sangre y cocaína que los anestesio, me soné la otra fosa y me libere del enorme obstáculo, pude respirar,  verme al espejo, sucio, despeinado, abandonado de mí mismo, respire con profundidad, suspire desde lo más fondo de mi ser, me eche agua en la cara,  después, que te imaginas que hice? Para evitar que la cocaína se humedeciera y exterminar el polvo, colocaba los pases en el travesaño de las puertas,  a un lado de la jeringa y la morfina, después de libérame, tome un pase completo,  dos jalones los metí a mi cuerpo, luego cargue la jeringa con tres miligramos de morfina y me arponeé en la nalga, luego, me senté en el escusado y prendí un cigarro, que fume placenteramente, como si nada hubiera pasado, olvidándome de esa imagen de mediocre que mostraba a los 4 vientos, de ahí vengo, soy víctima de esta horrible enfermedad.- 

    El que por su gusto... muere, hasta la muerte le sabe.-

La bola de cristal

Fueron a mi casa tres miembros de un de Alcohólicos Anónimos, gentilmente ellos me dieron el mensaje, regalándome su propia experiencia, uno de ellos, me dijo.- Mira Ernesto.- he hizo un dibujo con sus manos en el aire.- 

    Esta es la bola de cristal, aquí puedes ver tu presente y tu futuro.- Vas a perder a tú familia, llegara el momento en que tu esposa ya no te aguante, perderás tu trabajo, quedaras en la ruina, en banca rota, serás víctima de tus depresiones, vivirás aislado, perdido en la sustancia.- 

      Todo lo que me dijo ese compañero, se cumplió cabalmente y con muchas consecuencias,  más,  muchas más, mi reacción fue de desdén, fui grosero, por demás soberbio, me atrevía a servirles tres vasos de vodka Toni, me burle de ellos.- " Dios que te cuide Ernesto, los tiempos son de Dios" .- Sufrí estragos muy amargos por mi enfermedad, me quede solo, perdí el sano juicio, trate de matar a mi mujer, me drogaba para vivir y vivía para drogarme, llegue a pesar menos de 50 kilos, perdido, deprimido, me corrieron de mi trabajo, La Voz de Chihuahua y muchos fondos más, pero yo carecía de amor propio, de voluntad para cambiar y de la palabra mágica que es acción para aceptarme y rendirme ante La Saliva del Diablo.- Hoy se, que cualquiera que quiera, simplemente, ahí no se queda.-   ¿ Conoces a alguien así?  - 

 ¿Tú eres así?-