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‘Muertos de miedo’

¿Qué tanto le temes a la muerte?

Es tan común hablar de ella. Recuerda cuántas veces has escuchado o pronunciado estas frases: “Muerto el perro, se acabó la rabia”. “A mí que no me cuelguen ese muertito”. “Antes muerta que sencilla”. O la típica: “Hasta que la muerte los separe.” Todo parece indicar (y aún más en nuestra cultura mexicana) que nos reímos de la muerte, sin embargo, en el fondo, más que risa la mayoría de personas le tiene terror a la muerte, que clínicamente se le llama «tanatofobia». 

Hace unos días recibí en el consultorio a una “pacientita” de ocho años y a su mamá. Recientemente había muerto la mascota de la familia y el papá -después de una semana- fue a comprar un nuevo cachorro para “distraer” el dolor de la pérdida de la mascota anterior. ¿Notas esa necesidad de “sustituir” en lugar de hablar del tema? Precisamente por evadir el tema -y muchas razones más- es que se van instalando ideas equivocadas acerca de la muerte.

‘Muertos de miedo’

Considero que este temor nace de dos vertientes o caminos:

1. Miedo a la forma en como moriremos -temor al dolor-

2. Detrás del miedo a morir está el miedo a no haber vivido feliz y en paz. 

¿Viste el giro que dio el tema? Es natural sentir resistencia hacia la forma en cómo moriremos, no obstante, lo que no es natural es sentir ese temor porque andamos arrastrando algunas asignaturas pendientes que no hemos atendido. Por ejemplo, ¿amaste lo suficiente?, ¿serviste y disfrutaste lo suficiente? ¿perdonaste lo suficiente? Vivimos dándole largas a cerrar ciclos, a despedirnos, a ofrecer una disculpa o a reconciliarnos. ¿Cuántas veces hemos visto escenas en las películas donde en su lecho de muerte los personajes se arrepientes de todo lo que no hicieron? Te puedo asegurar que sucede más en la vida real que en las películas. 

De repente permitimos que el miedo conduzca nuestra vida y lo digo literal, le cedemos al miedo el asiento del piloto y el volante para que dirija nuestra vida y naturalmente cuando el miedo conduce solo hay un desenlace: estrellarnos. Necesitamos colocar al miedo en el asiento del copiloto, ese es el lugar que le corresponde, además es muy útil que vaya ahí, para que nos avise y advierta de algún peligro en el camino.

Estar viviendo frecuentemente con el miedo a la muerte es estar viviendo un duelo anticipado que nos saca de la vida; incluso vivir con el miedo a perder cualquier cosa, ya sea una relación, un empleo, una posesión o lo que sea, nos distrae de lo que verdaderamente está ocurriendo, porque lo demás solo está en nuestra cabeza. La realidad es que nos vamos a morir cuando tenga que ser, pero nuestra vida está sucediendo hoy. 

Actualmente que estoy tomando el diplomado en tanatología, he resignificado mi visión hacia la muerte. Esta visión no es religiosa, pero sí para personas que como yo creen en Dios, en un orden universal o simplemente, en un poder superior. Yo de forma personal considero que provenimos de esa fuente (los nombres que mencioné) y cuando morimos regresamos a ese lugar de origen, donde estamos en paz y sin apegos (los vivos tenemos apegos, los muertos no); así es que cuando pienso en la muerte (o la de alguien querido), eso es lo que imagino, que regresamos a casa. ¿Alguna vez te ha pasado que estando de vacaciones -incluso en un súper hotel y ya extrañas tu casa? (Los gringos lo llaman home sick) Y lo único que quieres es regresar a tu casa, a tu baño, tu cama y tus sabanas; de hecho, cuando regresas te sale del alma decir “hogar, dulce hogar”. Para mí la muerte es así, regresar a casa, regresar al hogar. 

Es importante que leas acerca de la muerte. Te aseguro que entre más información tengas, tu resistencia se ira diluyendo cada vez más, podrás hablar de ella como lo que es, parte de la vida. ¿Qué irónico no? Es de las pocas certezas con las que llegamos a este planeta. Así es que, comienza a hacer las paces con ella y enfócate a capitalizar tu camino. Define metas, planea objetivos y diseña sueños que de eso se trata esto que llamamos “vida”. Nos leemos pronto ¡y anótele!

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