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El síndrome de Estocolmo

Las sociedades —igual que las personas— reaccionan emocionalmente. En el ámbito de la violencia recurrente y sistemática este fenómeno es denominado "Síndrome de Estocolmo". Bajo este estereotipo se describe la vinculación afectiva que se desarrolla entre la víctima y su agresor, lo cual hace muy difícil cortar la dependencia que genera la violencia y la opresión cotidiana.

La opresión y el daño que ésta provoca no es sólo un fenómeno de una sola vía, sino que involucra a las dos partes. Cuando la víctima no sólo la tolera, sino que se acostumbra a ella y empieza a admirar a su opresor, se convierte en una relación tóxica en que el oprimido no pretende salirse de ella.

El síndrome de Estocolmo

Sin embargo, en nuestra política nacional sucede algo similar. Vemos como este fenómeno se vuelve rutinario, pues la sociedad mexicana ya se acostumbró a la inseguridad y la violencia.

Las víctimas de este gobierno siguen aferradas a este gobierno y hasta le apoyan y admiran, con un vínculo afectivo de aprobación; las encuestas lo muestran.

De los municipios guerrerenses devastados por Otis, ya solo quedan Acapulco y Coyuca de Benítez con la declaratoria de desastre natural y con derecho a recursos económicos para su reconstrucción. Sin embargo, los que fueron eliminados de la lista, se quedarán sin apoyos.

La lista de agravios infligidos sobre la sociedad mexicana por este gobierno ahorrativo e insensible es altísima y de grandes repercusiones en la vida de las familias, por la pérdida de algunos de sus miembros -o de su patrimonio-, y aún así -contra toda lógica- las encuestas siguen mostrando que por unos cuantos apoyos, el grueso de la población se encuentra satisfecha con la actuación de la 4T.

No dudemos que esos municipios que no recibirán apoyos gubernamentales volverán a votar por Morena, cuya bancada en el Congreso perversamente —y para ahorrar dinero— los sacó de la lista.

Es el mismo fenómeno sicológico de la violencia familiar, que no se acaba porque se termina amando la misma mano que te hace daño.

El "síndrome de Estocolmo" que aqueja a la sociedad mexicana se explica mucho mejor con la fábula de la gallina desplumada, atribuida al sanguinario dictador soviético José Stalin, quien en una reunión con sus más cercanos colaboradores mandó traer una gallina a la cual tomó fuertemente del pescuezo y le fue arrancando una a una las plumas, mientras esta gritaba de dolor.

Después de haberla lastimado lo suficiente como para generarle un grave daño, el dictador se levantó de su asiento, la dejó en el piso y caminó alrededor de la mesa dejándole caer granos, mientras ésta —olvidando su dolor— seguía a su verdugo cacareando su agradecimiento por las migajas recibidas.

Se dice que Stalin concluyó su experimento diciendo: "así se gobierna a los pueblos... mientras tengas migajas para darles".

¿Mito o realidad? ... eso es irrelevante, porque la enseñanza que deja esta fábula muestra que cuando no existe una cultura democrática, el pueblo sigue a los caudillos que les dan migajas, olvidando el daño que le hace.

Incluso vemos que la propuesta de la virtual -aunque aún no sea oficial-, candidata de Morena a la presidencia de la república, es continuar la "transformación", lo cual significa continuar la destrucción de las instituciones para acumular el poder en un control central, así como seguir la misma estrategia fallida de combate a la violencia, aunque signifique aumentar el número de desaparecidos y asesinados.

Seguramente es reflejo de la benevolencia del pueblo mexicano y sus ganas de creer en quien le hable "bonito".

Este contexto nacional refleja un momento crítico en la vida de nuestro país, con unas elecciones complicadas en 2024, donde no sólo intervendrán operadores extranjeros, seguramente de Cuba y Venezuela -las dictaduras más consolidadas de nuestro continente-, sino el crimen organizado, operando a favor del gobierno que ha sido complaciente y omiso.

Y ante esto... ¿qué estrategia desarrollará la oposición para un panorama tan complicado?

Lo que estará en juego en el 2024 no será quien gana la elección, si Claudia o Xóchitl... sino cuál será el modelo de país que dejaremos a las próximas generaciones. ¿A Usted qué le parece? (Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación)

@homsricardo