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CDMX: el infierno de la delincuencia organizada

La cúspide del poder político de la capital del país fue sacudida por una ola de violencia relacionada con la delincuencia organizada, producto de un cruento enfrentamiento entre fuerzas de la Marina y miembros de un grupo dedicado al tráfico de drogas, que derivó en “narcobloqueos” en una populosa zona del oriente de la ciudad.

El jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinoza, no tuvo más opción que reconocer la gravedad de los hechos. Sin embargo se mantuvo en su postura de negar la presencia del “crimen organizado” en la ciudad capital.

CDMX: el infierno de la delincuencia organizada

Como si sus dichos pudieran cambiar la realidad que enfrentan los capitalinos, Mancera Espinoza aseguró que el grupo liderado por Felipe de Jesús Pérez “El Ojos”, quien murió en esa balacera, “no es el crimen organizado en la ciudad, es un grupo de narcomenudistas violento, fuerte, pero no es el crimen organizado”.

El jefe de gobierno de la Ciudad de México, convenencieramente tuerce el concepto legal de “narcomenudeo”.  El también exprocurador capitalino no es tan ignorante como para defender con tanta vehemencia ese disparate. Es puro interés político.  

La Ley General de Salud establece sanciones corporales para quien comercialice o suministre, aun gratuitamente, narcóticos en cantidades inferiores a las que resulten de multiplicar por mil el máximo considerado como “dosis máximas de consumo personal e inmediato” en la tabla de orientación contenida en dicha ley.

Desde el punto estrictamente legal, un narcomenudista sería, por ejemplo, aquel que comercialice cantidades menores a cinco kilos de mariguana. 

La Ley Federal contra la Delincuencia Organizada establece claramente que, además de otras, las conductas relativas a los delitos contra la salud en su modalidad narcomenudeo, que son competencia de las autoridades locales,  atribuidas a personas que forman parte de la delincuencia organizada serán investigadas, perseguidas y, en su caso, procesadas conforme a las disposiciones de esa ley.

La gente liderada por “El Ojos” es un grupo de delincuencia organizada relacionada con el tráfico de drogas, que puede ocupar narcomenudistas, eso sí, como cualquiera de los que se dedican a esa actividad ilícita. Además, por lo que se observó en las fotos que se divulgaron, también acopiaban armas de alto poder.

Eso Mancera Espinoza no lo ve, o mejor dicho no lo quiere ver. Sólo falta que para minimizar la situación imperante en el exDF le copie al exgobernador de Tamaulipas Egidio Torre Cantú aquel famoso e insultante  “no pasa nada”.

Obviamente, la postura del jefe de gobierno de la capital del país tiene un interés estrictamente personal. Pretende evitar que la situación ensucie sus aspiraciones presidenciales. Como cualquier político sólo trata de cuidar su pellejo.  

En sus afirmaciones no hay un elemento objetivo respecto de esa gravísima problemática.

Hace dos años la Drug Enforcement Administration (DEA) del gobierno de Estados Unidos, en su reporte desclasificado “2015 National Drug Threat Assessment Summary”,  publicó un mapa de México en el que marcó lo que definió como “Áreas clave de influencia dominante y áreas clave de conflicto”.

Ahí, aparecen las zonas territoriales controladas por las diversas organizaciones delincuenciales que se dedican principalmente al tráfico de estupefacientes.  

El reporte muestra la presencia de varias de ellas en la Ciudad de México: el Cártel de Sinaloa, la Organización de los Beltrán Leyva, el Cártel del Golfo, los Zetas y los Caballeros Templarios. El mapa indica que en la capital del país no se detectó la presencia dominante de alguno de esos cárteles.

¿No qué no? Bueno, sería ingenuo tomar en cuenta los dichos del señor Mancera.

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