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A poco no

El titubeo enfermizo previo al tejido de la cadena de evasivas y faltas a la verdad, se ha recrudecido.

Inclusive la coherencia entre lo que se le pregunta y lo que responde, ha desaparecido.

A poco no

Cada frase es ahora, después de cinco años, una declaración egocéntrica y aislada totalmente de la realidad que viven los mexicanos. Él lo sabe.

Ya se le nota una gran dificultad constructiva de respuestas sustentadas con pensamiento lúcido.

Y no es para menos…

La toma de protesta como ejercicio almático en el que se entrega con antelación al desempeño administrativo, la existencia misma, en favor de la constitución general de la república, no fue ni por mucho, una lectura sentida.

No fue dicha ni con convicción, y menos con pasión.

Fue un trámite circunstancial que se llevó a cabo como parte de un protocolo sexenal.

Pero, amor a la patria, respeto a la constitución y a la división de poderes, no ha habido ni por asomo.

Todo ha sido una ilación grotesca de acomodo comunista forzado, relleno de palabras sueltas, surgidas de resplandores egocéntricos instantáneos, ajenos totalmente a una lógica situacional fundamentada o derivada del contexto histórico que hoy vive nuestra nación.

Sí, nuestra nación...

Esa nación, que hoy se encuentra deshilachada, salpicada del juicio despreciativo internacional, como resultado del desaseo diplomático que ha sido, durante este sexenio, el sello con el que se ha patentado la menor de las estaturas del comportamiento gubernamental mexicano, ante la comunidad global;

Esa nación, que hoy está murmurando desde todos sus rincones, llena de miedo, que hay que corregir el rumbo en seguridad, debido a que las estadísticas, por más que las rasuren y maquillen, no significan solo números o gráficas de barras, curvas o pastel, sino que representan el dolor, la pena, las lágrimas lloradas y la sufrida impotencia de madres, padres, hijos, hermanos, sobrinos, tíos, abuelas, esposos, amigos o vecinos que han sido golpeados por la violencia urbana o rural, ya sea en forma de desaparición forzada, asesinato, violación o rapto;

Esa nación, que hoy se aprieta una mano con la otra, tratando de encontrar una solución para la escasez de dinero suficiente para pagar prevención, tratamiento, curación, hospitalización, intervención quirúrgica o el inevitable sepelio de alguien de la familia que se enfermó.

Esa nación, que hoy está obligada a retirar a sus bebés, niños y jóvenes de las aulas escolares a causa de no estar en condiciones de pagar los servicios de alguien que los cuide, lleve y traiga mientras la cabeza de la familia tiene que ir a ganarse el sustento a un centro de trabajo.

Esa nación, que hoy en cada esquina donde hay un puesto de comida se ha visto obligada a reducir el consumo de alimentos, a raíz de la falta de dinero suficiente para responder al aumento de los precios, producto a su vez del aumento de los precios, producto del siguiente aumento de los precios, producto del incontrolable aumento de los precios, que el gobierno federal no ha sabido domar y, por el contrario, ha propiciado y soslayado;

Esa nación, que por contar hoy en casi todo el territorio, con televisión, radio, Wifi, celulares e infinidad de App, paulatinamente ha ido perdiendo la capacidad de asombro, hasta llegar a un estado vegetativo totalmente ajeno al razonamiento y al análisis del acontecer, debido a que la cascada de malas noticias que no cesa de caer e inundar todo tipo y género de ambientes sociales, ha gestado y desarrollado un peligroso estado de ánimo colectivo inclinado primeramente a la resignación y, en segundo término, a una letal indiferencia masiva.

Y así, progresivamente, llegamos al tema que verdaderamente es el de fondo: la comunicación social gubernamental.

Porque ahí, en ese inagotable nicho de actividad eminentemente cerebral, es donde hoy, se encuentra secuestrado el factor electoral de mayor valor que una sociedad como la nuestra, puede requerir para decidir el rumbo nacional.

Ahí, en ese ámbito viscoso donde la verdad y la mentira se diluyen una con otra dejando escurrir solamente residuos que, como rompecabezas de tres mil piezas, son imposibles de armar en una tarde de domingo familiar, se encuentra toda la nación enclaustrada.

Por eso fue tan importante desde el principio para el cazador social furtivo, cooptar las mañanas como espacio idóneo para colocar la trampa que, como en un bosque de incontables coníferas, serviría para poner en cautiverio cotidiano a todo aquel que inocentemente ingrese ya sea por curiosidad, ya sea por malicia o ya sea por temeridad a la peligrosa telaraña mañanera. 

Para primer ejemplo, podríamos citar la burda, abusiva y temeraria estrategia comunicacional del gobierno de Tamaulipas, con la que irrespetuosamente se nos pretende hacer creer a la ciudadanía, que la inesperada, ilógica y sospechosa aparición en Río Bravo, fue resultado de una metodología interinstitucional científicamente elaborada para lograr por la vía de las más avanzadas técnicas de coordinación e investigación criminalista, no solamente el rescate de 31 inmigrantes recién desaparecidos, sino de 32, o sea, la eficacia fue de productividad sobrada (vulgo México: “con pilón”).

El segundo ejemplo de la intencionalidad con la que se maneja la actual comunicación social gubernamental, viene a ser la inusual difusión profusa dada a los dichos de la recién nombrada ministra de la SCJN, Lenia Batres, cuyas primeras palabras ya con la toga puesta, fueron para autoproclamarse la “ministra del pueblo”, buscando así, entrar de lleno en un debate donde veladamente apoya la obtusa opinión presidencial de que la SCJN se integre con personas provenientes de una elección popular donde lo que menos importe sea la experiencia, la carrera profesional, la profundidad de los conocimientos judiciales y los antecedentes morales que incluyan la verdadera autoría de la tesis profesional para obtener el título.

Y poco tendría de relevante que los coordinadores de comunicación social trabajaran para elevar la calidad informativa de sus respectivos gobernantes, dado que esa es la función para la que fueron contratados; lo grave para la nación, es que al realizar convenios de publicidad con los medios de comunicación, se les pretenda obligar a no publicar actividades, propuestas, ideas u opiniones de la oposición.

De ahí que, aunque Xóchitl Gálvez ha desarrollado una exitosa precampaña por todo el país arropada por cientos de miles de compatriotas que a diario le aplauden y la animan a presidir a México, las crónicas otrora detalladas de las multitudes que la aclaman, ya no son difundidas.

De hacerlo, los comunicadores se harían merecedores de la cancelación de los convenios que, como fuente individual de ingresos para la subsistencia familiar, comprensiblemente tienen que conservar, aunque para ello medie un silencio dictatorialmente impuesto y obligado.

Obviamente, a los medios que se niegan a ceder a la mordaza comunista, la sociedad les aplaude y les agradece el valor civil y la ética con que, arriesgándose a represalias institucionales, publican la verdad de la realidad nacional, estatal y reynosense.

Pero, aunque la ausencia de menciones de la precampaña de Xóchitl la quieran manipular los tres órdenes del mal gobierno comunista  para hacerla aparecer como una precampaña desangelada, inexistente, pobre, magra, pequeña o insignificante, lo que no pueden detener ya, es el efecto sentimental de reprobación masiva, proveniente de la mayoría de los habitantes de México que han vivido, están viviendo o van a vivir de aquí al 2 de junio que viene, cualquier forma de infortunio generado por esos peligrosos gobiernos, en cualquiera de sus versiones impositivas, monárquicas, comunistoides o criminalmente geopolíticas.

A poco no.

Moisés Abel García Flores,

Presidente de la Fundación Colosio, A.C.,

Reynosa, Tamaulipas, México.