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Planas en venta

IDEAS Y PALABRAS

Juana Cuevas, la esposa de José Antonio Meade, haciendo las compras de Año Nuevo en un supermercado. Esa fue una de las "noticias" más comentadas de la semana y un ejemplo de lo que prevalece en México. Las notas con intención, las primeras planas con agenda, el apoyo abierto o subliminal: como la posible primera dama es buena madre, esposa y cocinera, debemos votar por el PRI. 

Ejemplificando así el tipo de periodismo que padecemos en los principales periódicos, en los noticieros más vistos, en las cuentas de Twitter más seguidas. Lo que sabemos desde hace años y The New York Times amplificó en su reportaje aptamente titulado "Usando billones en dinero gubernamental México controla a los medios". Miles de contratos de publicidad oficial que aseguran primeras planas a modo; miles de pesos que convierten a reporteros en amanuenses. En México el periodismo con frecuencia es sólo publirrelacionismo.

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Es usar a los periódicos para atacar a enemigos del gobierno o descalificar a sus críticos o minar el prestigio de quienes son sus contrapesos. Es pagar para defender y difamar. Es financiar para diseminar logros y esconder errores. 

"Por sus portadas los conoceréis", argumentan José Merino y Darío Ramírez en un artículo publicado en Nexos, donde analizan y clasifican las portadas de seis diarios de circulación nacional y después de auscultar seis mil 360 primeras planas revelan resultados ominosos. 

Notas basadas solo en las declaraciones de algún político, sin contexto, sin análisis, sin explicación, sin ponderación. "Dichos" por encima de la publicación de "hechos". Una alta proporción del espacio dedicado a cubrir al Ejecutivo federal. La desaparición del tema de la violencia en muchos medios y la uniformidad en la cobertura cuando se da. El periodista transformado en vocero gubernamental; el periódico transfigurado en altavoz gubernamental. 

Y en lugar de centrar su atención en el problema estructural -los vicios que genera la publicidad oficial- los medios acusados se han dedicado a denostar al Times. A señalar los errores que ha cometido a lo largo de su historia, a vincularlo con el "villano" George Soros, a sugerir que su nota forma parte de un complot, a defender la supuesta integridad de un periódico porque a columnistas selectos nunca los han censurado. 

Los chayotes y los chayoteros que pueblan el periodismo nacional, ahora sometidos al incómodo escrutinio internacional. Tantos negando lo innegable. Enrique Peña Nieto ha gastado más en publicidad oficial que cualquier otro Presidente en la historia de México. Pero el que sea el mandatario peor evaluado no exonera a los medios que puso a su servicio; sólo resalta cuán infructuosa fue su inversión. El país real se impone sobre las portadas falsas. El chayote ya no se digiere; se nota.

En reporteros que se autocensuran por temor a perder el trabajo o poner en riesgo los contratos de publicidad, "cómplices de su propia manipulación". En periódicos de provincia repletos de alabanzas al gobernador que les paga la nómina. En los reportajes que aparecen en las redes sociales pero nunca en las primeras planas. En lo que Excélsior, El Universal, El Sol de México y -tristemente- La Jornada publican para apuntalar al gobierno o no publican para no perder la publicidad. En los reportajes vetados que emigran a portales donde no serán censurados por algún editor. En las líneas editoriales promovidas por familias que practican el periodismo "libre" mientras hacen negocios con el gobierno por otras vías.

Pero dicen que en México la libertad de expresión existe, que la "verdad no se vende", que el nivel de crítica hacia el gobierno lo demuestra. Pero la censura y la cobertura edulcorada y el periodismo pugilista contra críticos y el publirrelacionismo demuestran lo contrario y no son casos aislados. 

Son el resultado de pagar para adular o golpear o borrar. Como han argumentado Fundar y Artículo 19 y recientemente el ministro Arturo Zaldívar, emplazando al Congreso a legislar: "La ausencia de regulación de la publicidad oficial permite el uso arbitrario del presupuesto, lo cual restringe indirectamente la libertad de expresión". Y pervierte al periodismo cuando su misión se vuelve manipular en vez de informar. 

George Orwell lo advertía: "periodismo es publicar lo que alguien no quiere ver impreso. Todo lo demás es relaciones públicas".