Nueva barrera México-EEUU plantea retos cerca de viviendas
Frontera San Diego/Tijuana
La única forma de acceder a esta caseta de madera contrachapada es a través de uno de los vecindarios más antiguos de Tijuana, un mosaico de carreteras de tierra y asfalto donde los perros vagan libremente y el sonido de los gallos y las herramientas eléctricas llenan el aire de la mañana. En su día, la parte trasera de la edificación descansaba contra el muro que separa Estados Unidos de México, bloqueando el paso a San Diego.
Pero según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, la estructura invade territorio estadounidense, lo que supone un dilema para el gobierno de Donald Trump en su plan de 147 millones de dólares para reemplazar un tramo de 22,5 kilómetros (14 millas) de la barrera que se extiende hacia el este desde el Océano Pacífico: ¿habría que protegerla o demolerla?
Estados Unidos enfrenta otros casos igualmente delicados en la ampliación o reparación de las cercas que cubren casi un tercio de la frontera. En Tijuana, el tramo reemplazado en San Diego atraviesa una urbanización cerrada de casas de lujo con rayas rosas y teja española para marcar la frontera oficial. En el lado mexicano se topó además con árboles añejos.
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Esther Arias abre la ventana de una capilla construida por su padre, José Arias, justo delante de una sección del muro fronterizo recién reemplazado, en Tijuana, México.
Yuli Arias (izquierda) junto a una sección del muro fronterizo recién reemplazada mientras su madre, Esther Arias (centro), está junto a la casa familiar que en su día estuvo amenazada por la construcción de la cerca, en Tijuana, México.