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Cuatro sentencias en 15 años

El uso del clembuterol en el engorde de ganado persiste en México

Con un simple vistazo cualquier iniciado puede ver que una vaca tiene un físico de culturista impropio de su constitución normal. Ya no hacen falta análisis, ese animal ha añadido a su dieta clembuterol, una sustancia que eleva su peso para el mercado y elimina la grasa de los filetes. Por eso está prohibido desde principios de siglo salvo para uso farmacológico, lo inhalan aquellas personas que tienen problemas asmáticos. Pero políticos y científicos coinciden en que es un “secreto a voces” que sigue usándose en el engorde de ganado, razón por la cual se procedió a reformar la Ley de Sanidad Animal en el Congreso en 2018 para establecer sanciones acordes. Las modificaciones llegan ahora llega al Senado para su revisión y no está claro qué pasará con ello. “Tenemos que cuidar la salud, hay mucha carne contaminada con clembuterol que se cuela en los mataderos clandestinos, principalmente en zonas rurales y suburbanas, y cuyo consumo tiene afectaciones para la salud humana”, dice la diputada morenista Nancy Sánchez, quien sustituye en esta iniciativa a Joel Molina, su compañero fallecido por covid el año pasado.

Cuatro sentencias en 15 años

Entre 2002 y 2017 solo ha habido cuatro sentencias contra quienes usaban clembuterol para engorde de ganado, según el Consejo de la Judicatura Federal. Por eso ahora, la ley busca “intensificar la vigilancia en los centros de engorde, sacrificio y distribución” de la carne con una especial coordinación entre las Secretarías de Agricultura y de Salud para que se sancione al que “importe, posea, transporte, almacene comercialice o realice actos con clembuterol para la alimentación de animales”, porque no solo se usa en las reses, también en los cerdos y aves, recuerda la senadora Sánchez.

Los delitos existen y las inspecciones también, pero con el clembuterol hay problemas añadidos: “La mayor complicación en México es que hay sustancias similares que están autorizadas, como el zilpaterol, entre otras, y eso complica mucho la identificación en la carne del uso del clembuterol, que se sigue usando porque es efectivo y económico”, dice José Zorrilla, investigador del Departamento de Producción Animal de la Universidad de Guadalajara. Zorrilla lleva 30 años en las ciencias biológicas y agropecuarias. Su memoria y conocimientos son la historia de las últimas décadas del clembuterol en México. “A partir de principios de siglo se autorizaron el zilpaterol y otras sustancias, que no son nocivas para los humanos, pero las empresas que lo producen se reservaron la venta al ganadero, de tal forma que los que no tuvieron acceso a ella buscaron alternativas como el clembuterol. Estas sustancias tienen que estar bien mezcladas y controladas en la alimentación del animal y para ello se requieren equipos especializados. Las empresas que lo venden no quieren que el producto caiga en el desprestigio, por eso no daban acceso a todas las ganaderías, solo a quienes tienen la tecnología y el control suficientes”, dice Zorrilla.

Cuando se autorizó el zilpaterol, por ejemplo, en 1999, el clembuterol no se usaba por tanto no estaba prohibido, por tanto la búsqueda de alternativas al producto autorizado “destapó la caja de pandora”. El mercado también jugó su parte: los consumidores no querían carne tan grasa y eso inclina la oferta hacia otros aspectos de los cortes. Zorrilla insiste: “Si no se prohíben todas estas sustancias, nocivas o no, la lucha está perdida”.

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El uso del clembuterol no es un problema similar en todo el país. Está más extendido en el centro y occidente. “En el norte, la preferencia por la carne grasa ha evitado en alguna medida esto y en esos Estados hay mucha exportación a Estados Unidos que debe llevar sus correspondientes registros sanitarios”, añade Zorrilla. Tampoco se da en todas las ganaderías de engorde, se circunscribe a mataderos informales o clandestinos o aquellos que no tienen tantos controles. “Yo, sinceramente creo que el problema no es actual, lo fue a principios de siglo, pero ya el 70% de las carnes que se comercializan pasan los controles sanitarios y el otro 30%, el que está en los mercados de rancherías o los que llamamos sobre ruedas, pues seguirá existiendo”, dice Enrique López, secretario técnico de la Asociación Mexicana de Engordadores de Ganado (AMEG). “Nosotros recibimos una visita al año de las autoridades sanitarias [Senasica], que son aleatorias y por sorpresa. En un corral de unas 3.000 o 4.000 cabezas toman muestras a 60 o 70 animales. Si eso no es suficiente, que hagan más inspecciones. Siempre le hemos pedido a los legisladores más presupuesto para Senasica y para la seguridad sanitaria en general. Y también para Cofepris [dependiente de la Secretaría de Salud], que es quien se encarga de los mercados municipales”, añade López.

En la ganadería formal, reconoce López, sí se usan las sustancias autorizadas por el Gobierno y no encuentra problemas en la exportación, adonde va el 15% de sus productos. “Yo no sé en qué grado se está usando el clembuterol en los mataderos clandestinos, nosotros no tenemos de esos”, asegura. Similares argumentos manifiestan en Sukarne, otra de las grandes industrias de la proteína animal. Dicen participar de todos los controles sanitarios establecidos, lo que les permite exportar a Estados Unidos, Canadá, África y Asia. “La carne mexicana que proviene de la industria formal no contine clembuterol”, afirman. En una respuesta por escrito, se dicen, además, dispuestos a colaborar con las autoridades nacionales e internacionales en el estricto cumplimiento de las regulaciones y el reforzamiento de las medidas de vigilancia”.

“El clembuterol se usa, es un secreto a voces, aunque medir su alcance es difícil”, asegura Esmeralda Mónica Peña, “y se usa más en reses que en cerdos, porque en reses hay granjas más familiares”, explica. Esta investigadora del Departamento de Producción Agrícola y Animal de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) señala que es en el producto cárnico fresco donde se han reportado mayoritariamente las intoxicaciones en humanos. Asegura que se hacen inspecciones por médicos veterinarios autorizados y en los rastros, además de establecer sanciones. “Pero también hay casos que se escapan al control y por supuesto el clembuterol se sigue usando”.

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Para el investigador Zorrilla, el “fracaso” de las acciones oficiales para detener el uso de beta análogos con fines zootécnicos hace necesario el retiro de todas estas sustancias del mercado. Así lo ha propuesto a las autoridades en un estudio detallado sobre los problemas de salud que esto conlleva. La obligatoriedad de garantizar el buen uso de estas sustancias, en tanto se usen, así como un etiquetado donde se informe al consumidor de la trazabilidad del producto en todo su detalle, son otras de las recomendaciones del investigador.

Detectar el clembuterol enmascarado entre otras sustancias legales es como buscar una aguja en un pajar y eso es crucial para señalar al productor su delito y combatirlo eficazmente. “Eso lleva su tiempo y el producto no se puede retener tanto. Es costoso y complicado”, avisa Zorrilla. Mientras no se consigan controles eficaces se seguirán viendo vacas con aspecto de culturistas.



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