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Afirman que falta apoyo del Gobierno contra leucemia

La dura experiencia para sobrevivir a la leucemia dejó a Patricio González aprendizajes valiosos que ahora comparte como orientador de otros pacientes

Jugar futbol y correr. Fue en estos pasatiempos donde Patricio González, a sus 37 años, comenzó a detectar los signos de la demoledora noticia que llevaría su vida al límite.

Afirman que falta apoyo del Gobierno contra leucemia

En la cancha, por otra parte, un balonazo en el estómago le dejaría un moretón enorme que no desapareció al paso de las semanas.

"Esos eran síntomas que yo pensaba que a lo mejor eran por la edad o por cualquier situación fuera de que yo tuviera una enfermedad", cuenta González, quien en aquel entonces se dedicaba a la joyería.

Atendido en su clínica por temas como gastritis o colitis, pasó todo un año con la referida sintomatología; hasta que un día, luego de haber llegado al trabajo con fiebre, decidió ir directamente al Hospital General de Zona, donde los estudios revelarían el verdadero y crucial problema.

"Afortunadamente, el hecho de que me hayan tomado una muestra de sangre para laboratorio fue lo que permitió que empezara a tener contacto con los médicos especialistas, ya con un diagnóstico claro: leucemia mieloide crónica", relata González, hoy coordinador del grupo de pacientes en la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer (AMLCC), a dos décadas de la noticia.

Junto con el linfoma y el mieloma múltiple, la leucemia forma parte de los denominados cánceres de la sangre -o hematológicos-, generalmente formados en la médula ósea o en las células del sistema inmune.

"No son los únicos, hay muchos más, pero estos son los más frecuentes en donde se divide toda la carga oncológica hematológica", apunta en entrevista telefónica el oncohematólogo Álvaro Cabrera, responsable de la Clínica de Leucemias Agudas del Hospital Regional de Alta Especialidad Ixtapaluca.

Entre las causas de este tipo de cáncer, el especialista menciona el estímulo crónico que algunos virus causan en las células de defensa, que mutan y se hacen con un potencial de replicación impresionante, así como las alteraciones que sustancias tóxicas pueden producir en el núcleo de las células de la sangre.

"Esas van a ser las principales causas de que fallen este tipo de células y se conviertan realmente en células que se multipliquen millones de veces rápidamente. Eso automáticamente se conoce como una neoplasia, como un cáncer de la sangre", precisa Cabrera.

En el caso de González, quien al momento de ser diagnosticado tenía un conteo de glóbulos blancos, o leucocitos, por arriba de 500 mil -lo cual indicaba una fase aguda de su enfermedad-, él mismo recuerda que en el taller de joyería solía estar en contacto con sustancias como cianuro, lo cual pudo ocasionar la enfermedad.

"Fue realmente un golpe muy fuerte, porque un familiar mío hace años había muerto de esta enfermedad. Entonces, lo primero que pensé fue: 'Yo soy el que sigue, voy a seguir a mi primo, porque de esta enfermedad se muere mucha gente'. Ese fue el primer choque", comparte.

De acuerdo con Cabrera, la leucemia es el tipo de cáncer más frecuente entre la población menor de 20 años, incidencia que prevalece alta todavía hasta los 44 años, donde alcanza entre el cuarto o quinto lugar.

"Y no solamente es la frecuencia, sino además el potencial de complicaciones o la fatalidad que tienen este tipo de tumores; realmente son agresivos, por lo cual conviene muchísimo diagnosticarlos tempranamente. Simplemente, la primera causa de mortalidad en cáncer en los primeros 20 años de vida, justo también es leucemia", expone el oncohematólogo.

Un tratamiento agresivo con quimioterapia fue lo que siguió para González tras su diagnóstico; luego de algunos meses en los que se consiguió controlar el cáncer al matar a las células enfermas, los médicos le plantearon que su esperanza de vida era de tres o cuatro años asistido por medicamentos, o podía someterse a un trasplante de médula ósea que, de ser exitoso, prácticamente sería una cura.

"En el hospital apenas iniciaban con los trasplantes de médula. Creo que era la tercera persona que estaban trasplantando", rememora, enfatizando la promesa de los especialistas de luchar por él. 

Comenzaron los estudios de compatibilidad entre él y sus familiares, y dos de sus hermanas resultaron candidatas importantes.

Por lo que, en agosto de 2003, recibió el trasplante, parte de lo que se conoce como terapia celular, que consiste en reemplazar la médula ósea dañada, destruida o enferma por células madre o células progenitoras sanas que repoblarán otra vez la médula con células buenas y reconstruirán el sistema inmunológico.

Pese a ser un procedimiento relativamente sencillo, no muy distinto a donar sangre, existe una compleja cuestión inmunológica y alto riesgo de que el organismo rechace el trasplante. Situación que desafortunadamente vivió González, quien padeció severas infecciones y pasó casi seis meses internado en aislamiento completo.

"Fueron meses muy complicados para que pudieran salvar el trasplante, para que pudieran estabilizarme nuevamente. De ahí vino una lucha de los médicos y, claro, de mi familia y mía propia por ir recuperándome poco a poco.

"Pasaron cinco años, y en el 2008 fue cuando ya mis resultados salieron completamente negativos para la enfermedad. A partir de entonces es que yo me he mantenido libre de cáncer", celebra. 

"Afortunadamente tengo la oportunidad de contarlo de esta manera, pero ha sido un trabajo de día a día; sigo luchando contra otras secuelas que me dejó la enfermedad".

La familia, un pilar fundamental

La dura experiencia para sobrevivir a la leucemia dejó a Patricio González aprendizajes valiosos que ahora comparte como orientador de otros pacientes y sus familias desde la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer (AMLCC).

Participando en campañas como Súmate a la vida -para concientizar específicamente sobre los cánceres hematológicos-, González hace énfasis en que el apoyo familiar resulta vital para salir adelante, sobre todo ante cuestiones como el alto costo de los medicamentos.

"Le dijeron mis hermanos a mi esposa: 'Paty, tú encárgate de Patricio, y nosotros nos encargamos de ustedes'. Si no hubiera sido por este acuerdo que ellos cumplieron semana tras semana, yo no hubiera podido salir adelante", subraya el también instructor de yoga.

"Llegamos a comprar en 2004 un medicamento que costaba casi 60 mil pesos y se necesitaba de un día para otro. ¿Cómo le hizo mi familia? No lo sé, nunca me lo han dicho, pero juntaron el dinero y al otro día yo tenía el medicamento que fue vital para salvarme la vida", añade. 

"La situación que vive la familia es completamente impresionante, pero sin el apoyo de ellos, indudablemente yo no estaría con vida".

Todo lo aprendido en materia de derechos de los pacientes o sobre el sistema de salud, González lo acerca a quienes ahora enfrentan un diagnóstico similar al que él superó, a los cuales recomienda aprender, preguntar, acercarse a las organizaciones, buscar información y educación en salud.

"Si nosotros aprendemos, vamos a poder ser partícipes de las cuestiones de política pública de nuestro País", sostiene. 

"En México tenemos grandes hematólogos, afortunadamente. Lo que nos falta es el apoyo de las instituciones de salud, pero más del Gobierno. Necesitamos mucha ayuda, no solamente para la atención, sino para recuperarnos de todas las secuelas que tenemos a raíz de estas enfermedades, y con las que muchos tienen que vivir toda la vida, como yo".



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