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El hombre fallecido tras recibir un corazón de cerdo estaba infectado por un virus porcino

El estadounidense David Bennett, de 57 años, murió dos meses después del histórico trasplante por causas hasta ahora desconocidas

El hombre que vivió dos meses con un corazón de cerdo latiendo en su pecho, el estadounidense David Bennett, recibió en el trasplante un polizón indeseado: un citomegalovirus porcino, un virus animal que podría haber contribuido a su fallecimiento el 8 de marzo. Bennett, de 57 años, fue la primera persona —y de momento la única— que ha vivido gracias a un órgano de cerdo. La operación fue presentada como un éxito, con vídeos del paciente viendo la final del campeonato de fútbol americano, pero su estado se empezó a torcer al mes y medio y finalmente murió por causas hasta ahora desconocidas.

Foto El País.El hombre fallecido tras recibir un corazón de cerdo estaba infectado por un virus porcino

Bennett recibió un corazón de un cerdo de la empresa Revivicor, con sede en Blacksburg (Estados Unidos). Estos animales están modificados genéticamente para facilitar la aceptación del órgano porcino por las defensas del cuerpo humano y para permitir su encaje en el pecho de una persona. El nefrólogo Rafael Matesanz, fundador de la exitosa Organización Nacional de Trasplantes de España, reconoce su estupefacción. “En estos experimentos siempre se había puesto el énfasis en evitar los retrovirus endógenos porcinos, que eran los que habían causado más miedo desde finales del siglo pasado. Que haya pasado desapercibida la presencia de este virus me parece muy sorprendente, sobre todo en unos animales que han sido criados en condiciones prácticamente de laboratorio”, reflexiona.

Que haya pasado desapercibida la presencia de este virus me parece muy sorprendente Rafael Matesanz, fundador de la Organización Nacional de Trasplantes

Matesanz recuerda que en la década de 1990 hubo un auge de la investigación en xenotrasplantes, los trasplantes entre especies diferentes, sobre todo con experimentos en los que se implantaron riñones de cerdo en monos. “Aquello no duraba más de dos o tres meses, en el mejor de los casos. Descubrieron que había unos virus, los retrovirus endógenos porcinos, y esa fue la causa de que se declarase una especie de prohibición más o menos universal”, señala Matesanz. En 2012, sin embargo, se descubrió CRISPR, una nueva herramienta de edición genética que permite modificar los genes de manera rápida y barata. La llegada de CRISPR aceleró la investigación de los xenotrasplantes, un sector que ahora podría descarrilar tras la muerte de David Bennett.

El químico español Marc Güell es uno de los cofundadores de eGenesis, una empresa estadounidense que encabeza junto a Revivicor la investigación de los xenotrasplantes. El equipo de Güell creó en 2017 los primeros cerdos libres de retrovirus endógenos, gracias a la técnica CRISPR. “Intentamos hacer que los cerdos también fuera inmunes al citomegalovirus, pero el proyecto nunca se terminó, porque no teníamos financiación”, lamenta el químico, entonces en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y ahora en la Pompeu Fabra, en Barcelona. Los retrovirus son parientes del VIH, mientras que los citomegalovirus están relacionados con el herpes.

Güell es optimista y espera que el fallecimiento de David Bennett no frene la investigación. “Hay mucho entusiasmo en el campo y espero que la inercia siga. Ahora mismo no tenemos una varita mágica para gestionar el citomegalovirus, pero es un problema que también ocurre en los trasplantes entre humanos”, argumenta. Más de la mitad de los europeos han tenido una infección por citomegalovirus, un virus que normalmente es inofensivo pero puede ser problemático en niños y en personas sin defensas, como los pacientes que reciben un órgano. “Los cirujanos de trasplantes están aterrorizados con el citomegalovirus. La probabilidad de supervivencia baja una barbaridad”, recalca Güell.

David Bennett sufría una gravísima insuficiencia cardiaca, pero el veterano Rafael Matesanz cree que no era necesario trasplantarle con urgencia un corazón de cerdo sin garantías. “Este hombre no estaba en situación desesperada, no lo estaba, de ninguna manera. Ese es el problema fundamental”, opina Matesanz, un referente internacional en trasplantes de órganos. “Se ha hecho un experimento con una persona que, por sus características, se podría haber beneficiado de un trasplante humano. Es una muerte muy lamentable y, probablemente, se podría haber evitado”, zanja.

El cirujano Bartley Griffith, del Centro Médico de la Universidad de Maryland (Estados Unidos), se defendió de este tipo de críticas en su charla del 20 de abril, según ha detallado la revista  MIT Technology Review. “Para nosotros era un paciente, no un experimento. Todo lo que quería era vivir. De hecho, era un tipo muy divertido. De camino a recibir el trasplante del corazón de cerdo, me miró y me dijo: “¿Estás seguro de que no puedo recibir un corazón humano?”.



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