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Nomadland, odisea americana distinta

Está basada en el libro de Jessica Bruder sobre las víctimas colaterales de la economía moderna

La gran recesión no sólo eliminó empleos, también borró un pueblo entero. Seis meses después de que la empresa de materiales de construcción U.S. Gypsum cerró sus puertas en Empire, Nevada, un pueblo fabril desde 1948, su código postal fue retirado y sus habitantes forzados a marcharse. 

Esta imagen proporcionada por Searchlight Pictures muestra a Frances McDormand en una escena de “Nomadland”.Nomadland, odisea americana distinta

Fern vive en una furgoneta, en parte por elección y en parte por las circunstancias. El cierre de Empire, la costosa y lenta muerte de su esposo y un profundo deseo de soledad y exploración la han dejado con pocas relaciones y aún menos posesiones, que reduce a lo esencial y lo más sentimental. Todo lo demás lo deja en una bodega de una desolada carretera nevada que parece estar literalmente en medio de la nada. Podría incluso estar en la luna.

No escuchamos casi de Fern en un principio, o a lo largo de la película en realidad. Un gerente de fábrica de Amazon habla más que ella en las primeras escenas. Esa es una de las bellezas de “Nomadland”, basada en el libro de Jessica Bruder sobre las víctimas colaterales de la economía moderna. Esta es una exploración discreta, algo romántica pero mayormente realista de un población marginal de trabajadores mayores y recién jubilados que viven el resto de sus días deambulando y tomando trabajos esporádicos con cheques igualmente irregulares como empleados de temporada en parques nacionales, la atracción turística Wall Drug de Dakota del Sur y enormes bodegas de Amazon a través de un programa llamado CamperForce. 

McDormand se desaparece en Fern, lo cual no es un logro menor para una actriz tan famosa como ella. No tiene un monólogo impactante contra del sistema que le ha dejado tan poco, o una confesión entre lágrimas sobre porqué salió a la carretera. Uno encuentra va captando cosas por aquí y por allá en conversaciones normales que ayudan a propulsar su travesía hacia su silenciosa conclusión.

Fuera de eso, Fern está ahí para escuchar y aprender. Es el vehículo a través del cual conocemos a un veterano de Vietnam con estrés postraumático, a una mujer que vio morir a sus padres de cáncer y al exiliado de la América corporativa que vio a un amigo deteriorarse en un trabajo de escritorio con un bote estacionado en su garaje sin estrenar. 



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