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Nadal destroza a Bedene en Montecarlo

Sin forzar la máquina, el número uno despacha con autoridad al esloveno (6-1 y 6-3, en 1h 17m) en su regreso a la tierra batida. Este jueves se medirá en la siguiente ronda al pegador Khachanov.

Nadal destroza a Bedene en Montecarlo

Cuando Rafael Nadal pisa la arcilla, el reloj detiene el tiempo. Pasan los años y el mes de abril, Montecarlo en concreto, se transforma en el Día de la Marmota, porque el número uno vuelve a asomar por su hábitat y rara vez perdona. Abril, la primavera y el glamuroso marco del Principado son sinónimo de disfrute y victorias para el mallorquín, que desde 2005 estableció un protocolo y siempre lo respeta; es decir, arranca la gira sobre tierra batida y en su primera aparición siempre gana, esta vez con un triunfo insultantemente sólido. Enfrente, expuesto al castigo de rigor, le tocó este año a Aljaz Bedene, derrotado en poco más de una hora (1h 17m) por 6-1 y 6-3.

Llega abril y sea cual sea la circunstancia, esté más menos fino, más o menos inspirado, o más o menos rodado, Nadal despliega las alas y al resto le entra la congoja. Cada año, a estas alturas, se abre el mismo interrogante: ¿Quién será capaz de frenarle en su trazado primaveral, de Montecarlo a París? Descartados Roger Federer (en la reserva) y Andy Murray (en plena recuperación de su carrera), no parece que Novak Djokovic (en el limbo) o Stan Wawrinka (reencontrándose) estén ahora mismo en condiciones de ponerle en apuros. ¿Acaso Alexander Zverev, el diamante al que derritió hace poco en Valencia? O, tal vez, ¿podría ser el joven y prometedor Dominic Thiem, proyectado como el futuro dominador de la superficie? Complicado, utópico a tenor de lo visto el año pasado en Roland Garros.

Así de bien pinta esto, a pesar de que Nadal solo pudiera disputar siete partidos y dos torneos antes de poner los pies sobre el polvo de ladrillo, de estar dos meses y medio en el dique seco, dándole vueltas al tarro mientras el psoas cicatrizaba. Hace dos semanas, en la Copa Davis, ofreció indicios más que serios de que llegaba a punto para su banquete, y ante Bedene corroboró lo de siempre: con los esquíes puestos, deslizándose en la tierra y atacando con su bola alta, el balear es una fiera. Aunque contra Bedene (28 años y 58 del mundo), en realidad, parecía más un gato jugueteando con el ovillo de lana.

El esloveno le vino de perlas para comenzar, porque le ofreció ritmo en el peloteo a la par que una resistencia inofensiva. Nadal resolvió el primer parcial (28’) con un par de zarpazos –breaks al segundo y al sexto juego, en sus dos primeras opciones– y sin forzar se apuntó plácidamente el segundo. Sin necesidad de sacarle filo a la derecha (16 golpes ganadores), se centró sobre todo en engrasar la maquinaria, afinando su movimiento pendular en la línea de fondo y cometiendo pocos errores (15, por el doble del rival). Sirvió bien y cerró con autoridad su primera aparición en Montecarlo, donde su nombre figura 10 veces en el historial de campeones.

Habiendo cogido carrerila, después de una suerte de entrenamiento el primer día, encara este jueves (horario por confirmar, Movistar+ Deportes 2) a Karen Khachanov, interesante pegador (21 años, 38 ATP) de la Next Gen, batido las dos ocasiones que se han medido: una en dura (Pekín) y otra en hierba (Wimbledon). Difícil, muy difícil, pues, que el ruso pueda sacarle los colores en la tierra rojiza del Mediterráneo. La primavera Nadaliana ha comenzado.




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