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Marca un precedente

Itzel Santiago Cortés, primera mujer invidente de la Facultad de Música en obtener el grado de maestría, pide que la educación musical debe ser incluyente.

Ciudad de México.

MAESTRA. Itzel Santiago Cortés; su tesis obtuvo Mención Honorífica.Marca un precedente

La música, los sonidos, llamaron la atención de Itzel Santiago Cortés desde que era una niña. En sexto año de primaria conoció a su maestro de música, un percusionista que le mostró que el estudio musical era un mundo fascinante por explorar. Y se lanzó a la aventura. Hoy, a los 28 años de edad, se convirtió en la primera mujer invidente de la Facultad de Música (FaM) en obtener el grado de maestría en Música, en el campo de Educación Musical. Su tesis, con la que obtuvo Mención Honorífica, habla acerca de la necesidad de que existan docentes mejor preparados para trabajar con invidentes y que la educación sea un derecho humano.

SU AVENTURA

“Mi maestro me daba también clases particulares y un día me comentó que existía la posibilidad de ingresar a la Escuela Nacional de Música (hoy FaM) porque ofrece cuatro niveles que implican oportunidades de crecimiento. Empecé con Iniciación Musical que se imparte a niños y adolescentes, después hice todo el proceso para ingresar a la licenciatura y luego a la maestría. Yo tenía 15 años de edad y estar cercana a un maestro que ejercía su carrera, que me invitaba a sus conciertos, me ayudó para darme cuenta de que había un gran campo laboral y que quería dedicarme a la música2, cuenta en entrevista.

Itzel eligió el piano como su instrumento, adquirir uno fue un reto familiar por sus altos costos —uno accesible ronda los 50 mil pesos— pero lo lograron. La música popular tenía un papel preponderante en el gusto de la maestra, poco a poco fue introduciendo a Bach, Mozart, Beethoven, entre muchos otros. 

SU SUEÑO

La pianista estaba lista para ser concertista pero una realidad se impuso: la falta de preparación de los maestros para enseñar a los alumnos invidentes, así como la carencia de materiales adecuados para brindar una óptima formación. Entonces, la idea de ofrecer conciertos se fue haciendo a un lado, para abrir camino a una prioridad mayor, la de hacer un estudio sobre la inclusión en la enseñanza musical, sobre el aprendizaje como un derecho humano irrenunciable.

Su tesis de maestría se tituló “El quehacer docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje para la inclusión de los estudiantes con discapacidad visual: un estudio de caso en la Facultad de Música de la UNAM”, en la que abordó la educación inclusiva y con la que también fue nominada a la Medalla Alfonso Caso, máximo reconocimiento en posgrado de la UNAM.

De acuerdo con el INEGI, en México hay más de un millón 200 mil personas con discapacidad visual. Sólo en la generación de Itzel había 12 alumnos invidentes. La población, dice, no es menor.

Esta otra realidad la orilló a jugar un papel activo en el desarrollo de un cambio. Luego de titularse de la licenciatura con una tesis que recopiló datos históricos de cinco compositores, así como un análisis de sus obras, Bach, Mozart, Liszt, Ravel y Moncayo; su caso se dio a conocer en los medios y se destacó que era la primera mujer invidente en graduarse de la FaM. Poco a poco la gente se acercó a ella para pedirle asesoría para ingresar a la facultad y para pedirle clases.

Itzel da clases de piano y otras asignaturas teóricas como historia de la música mexicana en una universidad privada y planea continuar con el doctorado. Y si bien la pedagogía se colocó en el centro de su vida, ofrecer recitales sigue siendo un interés. “Quisiera dar por lo menos un concierto al año”.




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