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Los tesoros de Nuestra Señora de Guadalupe

Del retablo mayor, monseñor Ignacio Loth Vaquera nos mostró los vitrales que indican las tres etapas claves de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe al indio Juan Diego, en el cerro del Tepeyac

“Tenemos que seguir sembrando el amor, la justicia y la paz, no sólo dentro de la Iglesia Católica; sino en toda la comunidad de Reynosa y la región”, fue el mensaje que monseñor Ignacio Loth Vaquera Gallardo, hasta hoy párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, envió como su despedida, antes de ir a continuar su ministerio en Matamoros, donde además ejerce como catedrático de Teología Moral en el seminario mayor, desde hace 25 años.

Templo Nuestra Señora de Guadalupe.Los tesoros de Nuestra Señora de Guadalupe

El padre Vaquera llegó a Reynosa en el mes de septiembre de 2015 y deja tras de sí una labor notable tanto en su tarea pastoral como por el rescate, reparación y mantenimiento de las joyas artísticas que posee el actual templo de Guadalupe, cuya primera piedra fue colocada el 20 de febrero de 1947, a un costado de la antigua capilla erigida en el lugar donde se puso la cruz fundacional, luego del traslado de la villa de Reynosa a su presente ubicación en las lomas de San Antonio.

Gentilmente, el padre Vaquera accedió a mostrar a los lectores de EL MAÑANA varias de las reliquias antiguas de la parroquia, empezando por el altar mayor, realizado totalmente con mármol italiano, bajo el diseño del arquitecto Luis Cano Frías. Cabe señalar que fue precisamente el domingo 9 de marzo de 1947, a las 11:30 de la mañana, que el Excmo. Sr. Dr. Don Serafín María Armora y González, Asistente al Solio Pontificio, se dignó bendecir y colocar la primera piedra.

El retablo mayor, de mármol se levanta sobre dos columnas que se van cerrando para formar una cúpula angular en cuya cúspide descansa santa cruz. Al interior, en forma de nicho, está un arco de mármol y luego otro de cuarzo traslúcido que da un bello marco a la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe, un cuadro pintado por la Sra. Bertha Celina González de Garza Zamora, una de las más entusiastas promotoras de la construcción de templo, cuyos afanes se vieron coronados con una obra singular el 10 de diciembre de 1956.

Del retablo mayor, monseñor Vaquera nos mostró los vitrales que indican las tres etapas claves de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe al indio Juan Diego, en el cerro del Tepeyac. En el lado norte, al extremo de la cúpula de la nave trasversal se encuentra la escena en la que la Virgen se aparece a Juan Diego y este corre asustado, Entonces ella le dice: “Escucha, hijo mío, el más pequeño, Juanito, ¿a dónde vas?”, y le pide que lleve un mensaje al obispo. Este vitral resultó dañado durante el último ciclón y el padre Vaquera lo hizo reparar, aunque con materiales ajenos.

Al lado sur se encuentra el vitral de la cuarta aparición, cuando la Virgen le pide a Juanito que corta unas rosas y las lleve al obispo como prueba de que sus palabras son verdad y su deseo de que se construya un templo en su honor, debe cumplirse. Ante el pretexto de que su tío está enfermo, dice: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madrecita? Que ya no te aflija cosa alguna”.

El tercer gran vitral, está ubicado en el lado poniente y representa al indio Juan Diego entregando al obispo Fray Juan de Zumárraga las rosas que le envió la Virgen, al mismo tiempo que muestra la tilma donde quedó plasmada su imagen. Los tres son una muestra majestuosa del arte del vitral que ha acompañado al ser humano desde la antigüedad y da fe de sus grandes hazañas.

Posteriormente nos mostró los 14 vitrales que corresponden a igual número de letanías lauretanas con las que se alaba a la madre de Dios. Cabe señalar que cada una de estas singulares obras del arte vitral, fue costeada con los recursos de las familias católica pudientes de este municipio, en atención a las exhortaciones de dora Bertha, quien no descansó un sólo instante hasta ver coronados sus esfuerzos y haber dado a Reynosa y la región uno delos templos más bellos y funcionales de los tiempos modernos.

Otros vitrales también importantes y hermosos son los símbolos de la fe: al lado norte-oeste, el medallón mariano y al lado sur-oeste, el medallón cristológico. En lo que era el bautisterio, están el corazón de María, rodeado de rosas y el Corazón de Jesús, rodeado de espinas. Existe uno más moderno que proclama la paz y está ubicado al lado este, dando acceso a la capilla ardiente.

Además de los vitrales, otros de los tesoros del templo de Nuestra Señora de Guadalupe son el confesionario de principios del siglo pasado, construido de ébano; el baptisterio, de mármol de carrara y la talla en madera sólida de una pieza de San Antonio, al cual le fue sustraído el niño que es típico de la imagen.

Mención aparte merece el crucifijo de mármol de Carrara de una sola pieza ubicado en el frontispicio del templo, abajo del vitral principal, al cual le falta el dedo pulgar de la mano izquierda y que fue hecho limpiar por el padre Vaquera para restaurar su esplendor. En la torre de la capilla antigua se encuentran las campanas de las tres épocas que ha tenido la parroquia, todas ellas con la imagen de la Virgen de Guadalupe y la inscripción correspondiente.

Este día, monseñor Vaquera deja Reynosa; pero, asegura que seguirá en contacto con sus grey.

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Monseñor Ignacio Vaquera muestra el bautisterio de mármol.

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Juan Diego mostrando las rosas y su tila con la imagen de la Virgen.

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Rodeado de rosas el corazón de María





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