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Náufragos en la Jurisdicción de Reynosa en 1554-1804

De los 300 pasajeros de estos tres barcos, aproximadamente se calcula que entre 150 a 200 terminaron ahogándose antes de llegar a la playa. Unos cuantos marineros navegaron hacia el sur en un bote pequeño para informar a las autoridades sobre el desastre

Desde el siglo XVI solo algunos naufragios de barcos europeos a lo largo del litoral costero de Golfo de México han sido ampliamente examinados y estudiados por historiadores y arqueólogos. Tal es el caso de tres barcos de una flota de la Nueva España (los barcos San Esteban, Espíritu Santo y Santa María de Yciar) que se desviaron en el 29 de abril de 1554 de su ruta por una tormenta (huracán) para naufragar en las playas de la isla del Padre, en las inmediaciones del actual puerto Mansfield en Texas.

Naufragio, acuarela de Rafael Monleón y Torres, 1893.Náufragos en la Jurisdicción de Reynosa en 1554-1804

Este acontecimiento recibió considerable atención durante el siglo pasado, ya que a través de la arqueología náutica fue posible ubicar y rescatar los restos de los barcos a finales de los años de 1960 y principios de los años de 1970. De los 300 pasajeros de estos tres barcos, aproximadamente se calcula que entre 150 a 200 terminaron ahogándose antes de llegar a la playa. Unos cuantos marineros navegaron hacia el sur en un bote pequeño para informar a las autoridades sobre el desastre.

En el tiempo del naufragio, pequeñas embarcaciones se enviaron desde Veracruz y Pánuco para rescatar a algunos de los pasajeros, pero principalmente a recoger el valioso cargamento de oro, plata y otros materiales que llevaban al viejo Continente desde la Nueva España. En ese entonces se recuperó aproximadamente el 41 % del cargamento; algunos lingotes de oro serian encontrados entre los artefactos recuperados por los arqueólogos del siglo pasado.

Por lo menos unos 26 sobrevivientes decidieron caminar hacia el sur, a lo largo de lo que es el actual litoral tamaulipeco, en dirección al Pánuco. De todos ellos solamente un fraile dominico, Marcos Mena, lograría sobrevivir la odisea. Este es uno de los desastres que influyó en la cartografía del litoral costero inmediato a la desembocadura del río Bravo.

Una de las nomenclaturas reconocida de este evento son los “Médanos de la Magdalena” que aparece en la cartografía de la época con diferentes variantes: de la mag. Médanos, R. de la Madalena, Y (Isla) de la Magdalena, etc.  La isla del Padre probablemente llevó este nombre debido al santoral de Santa Magdalena, tal vez relacionado con el rescate meses después del naufragio (22 de julio).

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Astrolabios, monedas y otros objetos recuperados del naufragio de 1554 en la Isla del Padre en Texas.

Los náufragos de 1747

Otros naufragios son brevemente encontrados en la documentación escrita durante la exploración del Seno Mexicano por José de Escandón en 1747, en lo que es ahora Tamaulipas. En 1747, Escandón menciona dos siniestros diferentes en las inmediaciones de la desembocadura de los ríos Bravo y San Fernando. En este último río, la etnia de los comecrudo le informaron que dos años antes una balandra francesa había naufragado en playas cercanas.

Guerreros de esa etnia habían matado a todos los sobrevivientes, con excepción de dos niños. Los indígenas se habían comido algunos franceses, en lo que se puede interpretar como un tipo de ceremonia ritual. Los niños fueron rescatados por el jefe de una etnia sureña conocido como el capitán Morales, quién los llevó hasta el área de Tampico.

En un segundo caso se menciona a un número de hombres negros de origen africano, los cuáles sobrevivieron a un naufragio en las inmediaciones de la desembocadura del río Bravo. No existe ningún relato de testigos presenciales de dicho hundimiento, pero es posible que pudo estar ligado con el comercio de esclavos.

Estos negros se saben que tomaron como esposas, a mujeres de los grupos étnicos inmediatos a la desembocadura del río; habitaron en el territorio que forman actualmente el municipio de Matamoros, principalmente al oriente de la ciudad del mismo nombre. Sus descendientes fueron conocidos en la zona como negros.

Los registros parroquiales de Nuestra Señora del Refugio de Matamoros incluyen varias entradas de los negros durante 1801 y 1810. Otras partidas de esta unidad étnica fueron registradas en la misión de San Joaquín del Monte de Reynosa, la cual estuvo localizada 3 km río arriba de la Antigua Villa de Reynosa (actualmente Reynosa Díaz).

 Los náufragos de 1801

En el fondo Reynosa Colonia en el Archivo Histórico de Reynosa (AHR) existe un expediente que nos relata de un naufragio en el litoral costero dentro de la Jurisdicción de Reynosa durante la primera década del siglo XIX. Está relacionado con tres marineros que se fugaron después de ser detenidos por la autoridad en la antigua Villa de Reynosa.

El 3 de mayo de 1801, Sebastián Esteban, Juan Nám y Pedro Férrea, los primeros considerados de nación “catalanes” y el último como “vizcaíno,” habían zozobrado en la “barra del río Grande del Norte,” en lo que son las playas inmediatas a la desembocadura del río Bravo. Por órdenes superiores del gobierno virreinal estaban en calidad de detenidos en la Antigua Villa de Reynosa, en lo que es ahora Reynosa Díaz. Es muy probable que estos individuos y su embarcación eran considerados de origen francés, en ese tiempo.

El 6 de abril de 1802, a unos meses que la Antigua Villa fuera trasladada a las Lomas de San Antonio, el Teniente de Milicias Provinciales de Caballería de la Frontera y Justicia Mayor de Reynosa, don José Francisco Ballí, informaba a sus superiores de la fuga de los tres detenidos. El Justicia Balli era el principal heredero de porción número 13; él y sus familiares habían adquirido también las porciones de la 8 a la 11 y las porciones 14 y 15, las tierras donde se encuentra actualmente la zona urbana de la Ciudad de Reynosa.

Los tres náufragos detenidos permanecían en la casa del vecino Antonio Silverio Ferride en la Antigua Villa de Reynosa. El marinero Sebastián Esteban le pidió permiso al Justicia de la Villa para llevar unos caballos a una labor en el Rancho San Antonio. Al mismo tiempo el 1º de abril de 1802, su compañero Juan Nám solicitó también permiso a Ballí para ir al rancho de San Antonio donde le harían un poco de ropa. Ballí supo después que Juan Nám llegó diciéndole a sus compañeros en la casa de Antonio Silverio, que tenían órdenes para pasar al rancho San Antonio.

El Justicia Mayor José Francisco Ballí viajo tres días después a su rancho, donde se enteró por el vecino Narciso Cavazos que los marineros nunca habían llegado al lugar. Inmediatamente se regresó a la Villa.   El día 6 de abril envió a los Justicias de las villas de Camargo, Mier, Revilla y Laredo un exhorto para la captura de los prófugos. Para el día 9 de abril, todos los Justicias habían enviado pesquisas para encontrar el paradero de los prófugos.

Todo esto sucedió a menos de un mes de las inundaciones que duraron del 26 de junio al  4 de julio de 1802, cuando el Justicia Mayor, José Francisco Ballí, se vio obligado a trasladar a los pobladores a su rancho en las Lomas de San Antonio. Unos años después en 1804, un segundo naufragio ocurrió en la costa, pero esa desventura será contada en un próximo artículo.



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