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Historia de Reynosa: Barrio Bravo, 1931

A juicio del doctor Leal, las lesiones que presentaba la ofendida no ponían en riesgo su vida y decía que tardarían en sanar unos diez días. Según el doctor, la primera dejaría una cicatriz perpetua y notable

Serían entre las 7 y las 8 de la mañana del día 22 de noviembre de 1931, cuando la Sra. María Luisa Macías escuchó voces de alarma que daba la Sra. María de Jesús Puga, por lo que se levantó de su dormitorio y salió violentamente de su cuarto hacia el patio. Ella era la encargada de ese lugar e iba en auxilio de las voces de socorro que pedía la Sra. Puga.

Oficio del comandante de la Policía, Andrés Bujanos, notificando al agente del MP sobre los hechos. AMR.Historia de Reynosa: Barrio Bravo, 1931

La mujer era amenazada por Edmundo Sánchez, quien portaba pistola en mano. Fue ella con el apoyo de la Señora Lucía Fuente y otra mujer que sujetaron a Sánchez, hasta quitarle el arma de fuego. El hombre andaba en completo estado de ebriedad, por lo que ya desarmado, María Luisa entregó la pistola a María de los Ángeles Rodríguez.

Más tarde, esta última atendía el despacho de la cantina, donde había varios clientes tomando en el mostrador y adonde se acercó María Luisa y enseguida Edmundo Sánchez. Había pasado más o menos una hora, cuando Edmundo intempestivamente agarró una botella y le dio de golpes a María Luisa, causándole varias heridas en la cara. Una de las personas, de los tres o cuatro clientes que estaban allí lo sujetó, parando la agresión, pero María Luisa no los reconoció porque decía eran personas del lado americano.

EXAMEN MÉDICO

Fue como las 11 horas del día cuando el comandante de la policía de la ciudad, Andrés Bujanos Jr., presentó el oficio sobre el incidente al síndico municipal, Manuel A. de la Viña, quien hacía las funciones de agente del Ministerio Público. 

Debido a que estas agresiones eran un delito de los que la Ley perseguía, formó el expediente de las diligencias, nombrando como peritos médicos al Dr. Santiago Leal y al empírico práctico Alfredo Isasi. Para las 10:30 am, Edmundo Sánchez había sido aprehendido infraganti y había sido remitido a la Cárcel Pública.

Una de las lesiones se encontraba en el dorso de la nariz y era de 2.5 cm de extensión, habiendo interesado la piel, el tejido celular y los cartílagos del lóbulo de la nariz. La segunda herida estaba en la parte media de la región frontal, de medio centímetro de extensión e interesó al cuero cabelludo y al tejido celular. 

A juicio del doctor Leal, las lesiones que presentaba la ofendida no ponían en riesgo su vida y decía que tardarían en sanar unos diez días. Según el doctor, la primera dejaría una cicatriz perpetua y notable. El agente del M.P. hizo constar que Sra. María Luisa se encontraba un tanto en estado de ebriedad, cuando fue revisada.

DECLARACIONES

Ese mismo día, el agente del Ministerio Público mandó traer de su detención a Edmundo Sánchez, para tomarle su declaración indagatoria. Cuando se le cuestionó el motivo de su detención, declaró que tal vez era por haberle dado un botellazo a la Sra. María Luisa en la cantina de la casa de asignación de la Sra. Francisca Cázares; argumentaba que se vio precisado de proceder en esa forma porque se le habían echado encima varias mujeres, dándole múltiples golpes incluyendo los de la Sra. Macías.

Estando comprobada la consumación del delito de las lesiones perpetuadas en la persona de la Sra. María Luisa Macías, el agente Manuel A. de la Viña consignó el expediente de las diligencias previas al juez de paz mixto de la ciudad, don Salvador Guevara.  El detenido, junto con la pistola que se le había recogido, fue enviado al juzgado.

Al siguiente día, se ratificó la declaración de la Sra. María Luisa Macías, una mujer de 35 años de edad, originaria de San Luis Potosí y que era la encargada de la casa de asignación; se le tomó también la declaración a la Sra. María de Jesús Puga, la cual había pedido auxilio a la ofendida. Ésta, una mujer de 23 años, originaria del Estado de Guanajuato y domiciliada en la zona de tolerancia, era una de las mujeres que trabajaban como pupilas en dicha casa de asignación de la Sra. Francisca Cázares. 

La Sra. Puga declaró que el día anterior, un poco antes de las 8 de la mañana, se encontraba en la banqueta frente al cuarto número 23, en el interior de la casa de asignación. Ella radicaba en ese cuarto que le servía de domicilio. En ese momento despedía a un amigo, cuando llegó al lugar Edmundo Sánchez, dirigiendo palabras poco aceptables al conocido que la acompañaba y quien arreglaba su propio carro, ahí estacionado. Sánchez le insultaba bruscamente diciéndole que él le enseñaría cómo manejar carros y otras cosas.

Ya cuando se retiró el amigo de la Sra. Puga, Sánchez le solicitó le permitiera pasar a su cuarto.  Ella al principio simuló haber aceptado la oferta, pero pronto la rechazó. Al ver que Sánchez andaba muy tomado, a la mujer le dio miedo. Así que se dirigió al cuarto contiguo que era el que ocupaba la Sra. María Luisa, encargada de la casa de asignación. Desde afuera, le hacía saber a la Sra. Macías que aquel individuo le insistía, pero que ciertamente le tenía miedo por lo tomado que se encontraba. Desde adentro de su cuarto, María Luisa le indicó que se metiera pronto a su cuarto, debido a que Sánchez la amenazaba con la pistola que portaba.

Al momento que María de Jesús Puga entró a su cuarto, María Luisa salió del suyo y se encontró con Edmundo. Entre ésta última, Lucía Fuentes y Francisca Cázares, la dueña, dominaron a Sánchez, hasta quitarle la pistola que traía en la mano. María de Jesús declaró que no presenció los hechos que resultaron en las heridas de Macías, debido a que se acostó un rato y se durmió en su cuarto.

La Sra. María de los Ángeles Rodríguez, quien era una mujer de 25 años y originaria de Saltillo Coahuila y con domicilio en la casa de asignación, había recogido la pistola de Sánchez. Esa mañana, María Luisa le tocó la ventana para entregarle la pistola que le había recogido a una persona que decía había tratado de pegarle a María de Jesús, porque le había negado aceptar su visita. Ella siguió durmiendo y a las 8 am se levantó para abrir la cantina que estaba a su cargo y le avisó a María Luisa para que les dijera a las mujeres que ya estaba abierto el servicio, pues debían estar temprano en el salón por ser domingo.

La encargada de la cantina, observó que detrás de Macías venía Edmundo Sánchez, insistiéndole le entregara la pistola y así entraron en el salón, en donde continuó reclamándole. Le incitaba con palabras groseras y ellas se resistieron a entregársela pues seguía bastante tomado. Así continuó molestando hasta que intempestivamente agarró una botella del mostrador, amenazando y dándole varios golpes a María Luisa, los que le causaron las lesiones. La Sra. Macias se trabó en una lucha contra Sánchez y estando sobre ella, siguió dándole golpes, hasta que apareció Justo Ayala y logró quitárselo. María de los Ángeles declaró que no se dio cuenta que el agresor Sánchez hubiera sufrido alguna lesión.

Otra que declaró ante el juez fue la Sra. Francisca Cázares, una mujer de 23 años de edad, originaria de Matamoros, con domicilio en esa casa de asignación que ella misma regenteaba. En esos años, el lugar era propiedad del Sr. Justo Ayala y se denominaba como el “París Bar”, el cual estuvo localizado en la esquina suroriente de las calles Colón y Mina en Reynosa. Ella explicó que después haber almorzado en el restaurante de la casa de asignación, pasando las 8 de la mañana, varias mujeres residentes de ese lugar, así como algunos hombres visitantes, se dirigieron hacia el salón. 

Fue entonces cuando observó que Edmundo Sánchez insultaba a María Luisa, quienes venían también del restaurante. Estando parados en el mostrador varias personas, sucedieron los hechos donde le pegaron en la cabeza a María Luisa. El hombre y la mujer se trabaron en una lucha. Ambos cayeron en el suelo, quedando debajo María Luisa donde resistió varios golpes hasta que llegó Justo Ayala y le quitó al hombre de encima.

Cázares notó que, durante la lucha llegó de su cuarto la pupila Rosa Aguirre, quien traía consigo un ladrillo, el cual se lo asentó de un golpe a Edmundo. Ella no supo si el ladrillazo hubiese herido al fulano. Edmundo Sánchez era un hombre viudo de 45 años de edad, originario de San Miguel de Camargo (hoy Diaz Ordaz), Tamaulipas; domiciliado en esta ciudad de Reynosa, donde se empleaba como farmacéutico.

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  • Plano de la zona de tolerancia de Reynosa en 1933. AMR. 



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