Robo en el New Tampico Bar, 1931
El autor o autores del delito forzaron la cerradura torciendo una armella en una puerta que daba a la calle Juárez, en frente de la Plaza Hidalgo; logrando fácilmente zafar el candado que aseguraba la puerta
El 29 de mayo de 1931, un empleado del “New Tampico Saloon” le pidió a un transeúnte, Pedro Mátar y Mátar, que diera parte en la Comandancia de la Policía que habían robado dicho establecimiento del señor Magdaleno S. Sosa. El establecimiento se encontraba a media cuadra de la Presidencia Municipal, donde estaba la Comandancia. A las ocho de la mañana el gendarme Alfredo Isassi, informó sobre los hechos al síndico, Manuel A. de la Viña, quien tenía la función de agente del Ministerio Público.
En ese día, el personal de esta Agencia se concentró en esa propiedad para practicar la diligencia de fe judicial con relación a los hechos, designando como peritos a los señores Emilio Pérez Ruiz y Andrés Vargas. Este bar o cantina se ubicaba en ese entonces por la calle Juárez enfrente a la Plaza Hidalgo, en la esquina que hace con la calle Morelos, en el solar que colinda al sur de la Iglesia Guadalupe. Esa propiedad abarcaba toda la cuadra por la calle Morelos; durante el siglo XIX, la ubicación fue conocida como Casa Chapeña, la cual había sido heredada a Juan Bautista Chapa y su hermano de parte de sus tías.
En este lugar estuvieron ubicados diferentes comercios, bares, restaurantes durante la primera parte del siglo XX, como fue los comercios de Antonio Nassar Hatem, el “Texas Club Saloon,” el “New Tampico Bar,” el “Meca Café” y el restaurante “Rancho Grande.” El Tampico Bar y Café estuvo ubicado al norte de la Plaza Hidalgo, por la calle Zaragoza en los años de 1920. Posteriormente a este relato se localizó en la esquina de Zaragoza y J.B. Chapa.
- El Texas Club Bar.
EL ROBO
El autor o autores del delito forzaron la cerradura torciendo una armella en una puerta que daba a la calle Juárez, en frente de la Plaza Hidalgo; logrando fácilmente zafar el candado que aseguraba la puerta. Los peritos asumieron que se hizo uso de un fierro para doblar la armella y poder abrir la puerta.
En el interior el Agente encontró dos máquinas de juego, conocidas como “tostoneras” o “nicleras,” que habían sido movidas del despacho de la cantina con todo y mesas a la parte oriental del edificio, en lo que era el Salón de Baile. Una de las máquinas fue quebrada para sacarle las “pesetas”, que según el dueño calculó fueran unos quince dólares. Don Magdaleno S. Sosa dijo que le faltaban también ocho dólares que guardaba en el aparador de su cantina, atrás de las botellas. Eran cuatro paquetitos que envolvían nicles de a dos dólares. Magdaleno inmediatamente sospechó de los señores Francisco González alias el “Prisco” y Taurino González.
El Agente encontró un hacha de mano cerca de las referidas máquinas, que estaban cerca de la puerta que da al patio del Salón de Baile. Era de suponerse que por ahí habían salido los autores del robo hacia el zaguán del patio de la casa de la Cantina. Este daba a la calle Morelos donde se encontraba el zaguán sin la tranca que lo aseguraba por dentro; éste se encontraba abierto.
Supusieron que los hechos se cometieron en la madrugada, por no haber quedado huellas en el patio debido al pisoteo de las aves de corral que tenían en ese lugar.
DECLARACIONES
El dueño del Tampico, Magdaleno S. Sosa, tenía unos 37 años y era originario de Los Villarreales, en la jurisdicción de Camargo. Declaró que fue su hermano Anastasio Sosa, empleado de la cantina, quien vino a abrir muy de mañana y encontró la puerta de la calle abierta con la cerradura rota; él llegó enseguida. Sospechaba de Taurino, porque había sido empleado de la casa y conocía todo el servicio de la misma. El “Prisco” era ayudante de cantina en ese entonces. Nos contó don Ángel “Nene” González (q. d. e. p.) que, este último personaje trabajó después en el Sam´s Place como cantinero.
Ambos sospechosos fueron girados por la Policía Urbana a la “alcaidía” (prisión), donde a Taurino se le retiraron diecinueve nicles americanos de sus bolsillos. Taurino González (de 18 años de edad) era originario de San Miguel de Camargo (hoy Díaz Ordaz) y tenía apenas tres semanas viviendo en Reynosa; los documentos dicen que “no tiene ocupación ninguna”. De los nicles que se le recogieron, indicó que se los había ganado jugando en una de las máquinas de la cantina Tampico la noche anterior.
Taurino declaró que un americano de McAllen le dio un tostón (moneda de 50 centavos) americano y que se lo cambió por diez nicles (cinco centavos americanos) el encargado de trocar las monedas en la cantina; con estos ganó nueve nicles en las máquinas de juego. Entre las 9:30 y las 10:00 de la noche estuvo en las máquinas en el Tampico para después pasar por la cantina Río Grande, donde estuvo jugando billar. Ahí se encontraban entre los jugadores dos meseros del Tampico que competían al “quin” (Speed Pool King). Declaró que como a las doce y media de la noche se fue solo para la casa de su cuñado y su hermana, José Saldívar y Esther González, levantándose y saliendo a la calle hasta en la mañana.
El hermano del dueño del Tampico, Diego Sosa, le había presentado anteriormente a Francisco González, alias el “Prisco,” pero a este no lo vio en toda la noche, decía en su declaración.
Francisco González a quien le decían el “Prisco,” el otro sospechoso, tenía 19 años, era casado y originario de Reynosa; declaró que estuvo trabajando en la cantina de don Magdaleno S. Sosa hasta las nueve de la noche. En la esquina de ese negocio se juntó con Juan Tobías, Anselmo Salinas y Jesús Aguilera, dirigiéndose a un baile de la “Unión de Meseros” que duró hasta las doce de la noche.
A esa hora se pasó con Aguilera a la cantina el “Sabinas Club Bar;” después de un rato se fueron a la Zona de Tolerancia, ya siendo la una de la mañana. Sería como las dos cuando se regresó al pueblo en compañía de Aguilera y Salinas, con los que estuvo tomando café en el Café Sánchez (entonces ubicado por la calle Matamoros). De ahí fueron con una señora que vendía tacos en los portales de una casa de madera por la cera oriente de la calle Hidalgo, que según pertenecía o perteneció a Medardo González. Ahí volvieron a tomar café.
En la esquina de la botica de Lauro Bolado (en Hidalgo con Morelos donde actualmente está Banorte) se separó de sus compañeros siendo como las tres de la mañana; pasando por la Comandancia de Policía donde estaba de guardia Servando Medrano, parado en la puerta. Enseguida llegó a su casa en el cual estaba únicamente su esposa Martina Leal, acostándose para levantarse hasta en la mañana.
Ese mismo día 29 de mayo de 1931, el Agente del Ministerio Público tomó las declaraciones de: Jesús Aguilera, de 24 años de edad, quien trabajaba como mesero y era originario de Silao, Guanajuato; José Saldívar (cuñado del Taurino) quien era originario de Cd. Victoria, Tamaulipas; Procopio Cisneros, que le decían el “Popo,” de 28 años de edad originario de la H. Matamoros, era quien decía el Taurino que le había cambiado el tostón americano por diez nicles; Servando Medrano, de 21 años de edad, guardia municipal y también mesero, era originario de la villa de Reynosa; Juan Tobías 28 años de edad era mesero, originario de H. Matamoros. Los peritos Emilio Pérez Ruiz y Andrés F Vargas reconocieron ante el Ministerio Público, que los gavilanes del hacha de mano habían sido utilizados para fracturar el candado de la puerta.
Las declaraciones de los testigos hundían a Taurino mientras que “Prisco” fue puesto inmediatamente en libertad. El cuñado del Taurino, José Saldívar, decía que había llegado a su casa como entre la una o dos de la madrugada y que Taurino no había llegado a esa hora. Supo que amaneció en su casa cuanto se levantó a las ocho de la mañana, corriéndolo de su domicilio porque no quería trabajar. Declaró que le permitió que se quedara después que se lo insistiera su esposa.
Procopio, quien feriaba las monedas en el New Tampico, negó haberle cambiado el tostón americano a Taurino y decía que ningún americano le dio dicha moneda; declaró que no era cierto que jugara en las máquinas. Declaró que el acusado estuvo sentado en un cajón y que por orden del propietario Félix Ríos fue echado del establecimiento como a las nueve y cuarto de la noche.
El día 30 y 31 de mayo, el Ministerio Público ratificó cada una de las declaraciones ante los testigos, quienes aceptaron lo dicho anteriormente. El día 1º de junio se practicó un careo entre el inculpado Taurino González y el testigo Procopio Cisneros (hijo); todo se reducía al cambio del tostón americano y que no hubiera jugado en las máquinas del New Tampico. Procopio explicó que seis o siete días antes le había cambiado un tostón mexicano y un dólar; pero en la noche de los hechos no le había cambiado ninguna moneda.
El acusado por fin aceptó que el careante Cisneros tenía razón y que ninguna moneda le había cambiado esa noche. El expediente en Causas Criminales de la Sección de Juzgados del Archivo Histórico de Reynosa se encuentra incompleto. Solo podemos especular sobre el final del caso. Taurino Gonzales estuvo anteriormente detenido en la Cárcel Pública de Falfurrias, Texas, por el delito de robo de un automóvil.
La Ley Seca o la época de la prohibición de bebidas alcohólicas en el país vecino acarreó un turismo bullicioso que no dormía durante la noche, que merodeaban en cabarets, bares y casa de juego a finales de los años de 1920 y principios de los 1930. El auge en el turismo trajo una inmigración de ciudadanos de diferentes partes de México y el extranjero a Reynosa. El desarrollo de la ciudad estaba acompañado a la par con un incremento delictivo como lo demuestra la explosión documental del Archivo Municipal de Reynosa en la Sección de Juzgados, así como en Partes de Policía guardadas en la Sección de Comunicaciones de Presidencia de esa época.