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La muerte de Anita Flores, 1923

Al encontrar sangre en el jacal ese mismo jueves, el delegado Urcullo reunió al subdelegado de la Sección 17, don Antonio Uresti, al policía Matías Lucio, a un rural, además del esposo de la occisa y a la Sra. Manuela, para buscar el cadáver de Anita Flores. Durante toda la tarde no lograron encontrar nada y supusieron que el cadáver se encontraba dentro del agua, en el estero que existía inmediato al rancho.

Como a las 10 de la mañana del viernes 30 de noviembre de 1923, el juez de paz, del ramo penal en la villa de Reynosa, Juan Sámano, recibió la transcripción del alcalde sobre el crimen en el rancho San Pedro (de los Esteros), acaecido un poco más de dos días antes;por lo que Sámano dispuso inmediatamente poner en marcha en el tren de pasajeros, al personal del juzgado hacia la comunidad de Río Bravo.

Fotografía tomada desde la estructura del tanque de agua y las vías del tren, en el antiguo poblado de Río Bravo. Carpeta fotográfica La Sauteña, Colección del Archivo Particular José Luis Solana, Cd. de México.La muerte de Anita Flores, 1923

-Segunda parte de dos-

Como a las 10 de la mañana del viernes 30 de noviembre de 1923, el juez de paz, del ramo penal en la villa de Reynosa, Juan Sámano, recibió la transcripción del alcalde sobre el crimen en el rancho San Pedro (de los Esteros), acaecido un poco más de dos días antes;por lo que Sámano dispuso inmediatamente poner en marcha en el tren de pasajeros, al personal del juzgado hacia la comunidad de Río Bravo.

Como a las 11:30 de la mañana ya se encontraban establecidos en el domicilio del Sr. Ángel Urcullu, delegado municipal en ese lugar, quién había dado previamente el parte del crimen a la Presidencia Municipal en Reynosa. Urcullu manifestó que durante la mañana del jueves había llegado a su despacho la Sra. Manuela Flores.  Ésta le reveló que sospechaba que a su mamá Anita Flores la hubiesen asesinado durante la noche del martes. El miércoles en la noche cuando ella había llegado al jacalito, encontró muchas huellas de sangre humana. Anduvieron buscándola, pero no aparecía.

Al encontrar sangre en el jacal ese mismo jueves, el delegado Urcullo reunió al subdelegado de la Sección 17, don Antonio Uresti, al policía Matías Lucio, a un rural, además del esposo de la occisa y a la Sra. Manuela, para buscar el cadáver de Anita Flores. Durante toda la tarde no lograron encontrar nada y supusieron que el cadáver se encontraba dentro del agua, en el estero que existía inmediato al rancho. 

El esposo de la desaparecida, José Gutiérrez de 26 años de edad y padrastro de Manuela manifestó que sospechaban que su padre Amancio Gutiérrez hubiese matado a su esposa, debido a que sufría momentos de enajenación mental. A José se le deslindaba de los hechos, por haber estado la noche del crimen en el lado americano. Como sea, el delegado pidió a la Policía Rural que lo mantuviese vigilado. 

Urcullu mandó detener también al extranjero Santiago Handy. Ya que la semana anterior, Manuela había escuchado una conversación entre Amancio y Santiago, donde el primero le ofrecía parte de la cosecha de su milpa si mataba a su nuera Anita. Cuando descubrieron la presencia de Manuela en esa conversación, los dos varones se sonrieron y Manuela lo tomó como una broma.  

El Juez de Paz mandó traer a la Sra. Manuela Flores, quien estaba ahí en Río Bravo en la casa de Conrado Salinas. Después de tomarle su declaración, el juzgado se puso en marcha para el Rancho San Pedro a las 14 horas de ese viernes. Allá darían fe de los hechos y le tomarían la declaración al esposo de Anita Flores.

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  • Personal posando enfrente de un jacal, en uno de los tantos ranchos de la Sauteña. Carpeta fotográfica La Sauteña, Colección del Archivo Particular José Luis Solana, Cd. de México.

La escena del crimen

Para las 15 horas, el personal del juzgado estaba enfrente del jacal que servía de habitación a José Gutiérrez y a su esposa Anita Flores, en el Rancho San Pedro. La vivienda tenía sólo una puerta de entrada por la parte norte, la cual se atrancaba con una tabla por dentro. Por el oriente se encontraba una pequeña ventana que ayudaba a la ventilación del cuarto. La vivienda de Anita se encontraba separada como a 18 m de distancia de la cocina y a unos 23 m del jacalucho de Amancio Gutiérrez. Todas las fincas estaban despostilladas y en muy mal estado.

En el interior del jacal, el Juez Juan Sámano y su personal observaron evidencias de sangre humana en la cama, la cual estaba fabricada con palos y tablas. Gotas se apreciaban también en las paredes construidas con leña y enjarre de lodo. En una mesa rústica hecha de palos se apreciaba una caja de cartón impregnada del pigmento sanguíneo.

Entre las decoraciones de la casa había dos retratos de madera que mostraban dos imágenes en papel, tal vez religiosas, las cuales estaban salpicadas con la sangre de Anita. Sobre una banquita de madera se encontraba un pequeño cesto, citado también como colote. En él, se encontró una aguja enhebrada y una camisa rota. En el mismo banquito estaba un cabo de vela casi terminado. Por lo que el personal del juzgado supuso que la desaparecida estaba remendando al momento de ser atacada.

En el marco de la puerta se encontró visos de sangre; al parecer después de cometer el asesinato y al extraer el cuerpo, éste rozó el marco dejándolo ensangrentado. En el pavimento afuera de la casa tenía muchas manchas de sangre.

El Juez ordenó a Antonio y Esteban Uresti, Adolfo García, Matías Cusio, Ángel Urcullu y a José Gutiérrez fuesen siguiendo las huellas hasta encontrar el cadáver.  Poniéndose en acción, todos llegaron a la orilla del “Estero,” en donde encontraron una gran mancha de sangre, a un metro atrás del agua. En el lugar hallaron “la trama de un yute o frazada de algodón.” En la orilla del agua encontraron la huella de haber arrimado una lanchita.

Supusieron que era para echar en ella el cadáver que iba envuelto en el yute o frazada. Al explorar el área, alguien advirtió la lanchita a 30 m distante del punto examinado anteriormente. En esta pequeña embarcación encontraron una tabla ensangrentada, la cual tal vez servía de remo. El subdelegado dijo que le pertenecía a Santiago Handy, quien la tenía destinada para pasar a los bancos en donde poseía sembradíos.

El Juez ordenó al delegado municipal, Antonio Uresti, para que pusiera gente que echase ganchos y alambre de púas al estero en busca del cuerpo hasta el banco del río. Al mismo tiempo se arrimó la lancha y en ella pasó el Juez y el secretario al banco de enfrente, examinándolo en su totalidad, donde no se encontraron huellas recientes.

En San Pedro se le tomó declaración al esposo de Anita y se mandó llamar a la esposa de Amancio Gutiérrez, Julia Pérez, quién se había cruzado el río Bravo para el Rancho Santa Rita con su nuera. Ésta última estaba a punto de dar a luz. Debido a lo obscuro de la noche, la búsqueda del cadáver se suspendió a las 20 horas de ese viernes.

El Juez empezó a regresar al personal del juzgado para la Hacienda de Río Bravo, dando instrucciones al subdelegado municipal para que se continuara la búsqueda a primera hora del día siguiente. A esa hora que se retiraban, iba llegando la señora Julia Pérez a San Pedro desde el otro lado del río Bravo.

A las ocho de la mañana del día 1º de diciembre de 1923, en Río Bravo, el Juez Juan Sámano capturó la declaración a la Sra. Julia Pérez, esposa de Amancio Gutiérrez. Enseguida, se le tomó la declaración del norteamericano Santiago Handy de 29 años de edad, vecino del Rancho San Pedro. Éste estaba detenido por el testimonio presentado por la hija de Anita, la joven Sra. Manuela Flores.

Handy declaró que el lunes 26 había dormido en casa del Sr. Teófilo Pérez en el Rancho Las Anacuas, inmediato al Rancho San Pedro. Temprano por la mañana al siguiente día fue a sacar la montura de su jacal en San Pedro, para ensillar su caballo. Desde la cerca saludó a José, a don Amancio y a la Sra.  Anita; les habló para que le prestaran al muchacho Juanito, para que le ayudase a agarrar su caballo. 

Desde las ocho de la mañana del martes salió a campear con los señores Adolfo García, Erasmo Rodríguez y Laureano García. Santiago no supo más de la familia Gutiérrez hasta su regreso el jueves después de mediodía. Él había dormido el martes como a cuatro leguas de distancia de San Pedro y el miércoles en casa de su suegra Manuela Tijerina. Cuando llegó de regreso, se enteró de la novedad y se sorprendió por su arresto dictado por el delegado Ángel Urcullu.

Santiago Handy indicaba que había platicado algunas veces con don Amancio y toda su familia, pero decía que no era verdad lo que decía Manuela Flores, sobre el ofrecimiento de Amancio para matar a su madre. Pedía se le pusiera en libertad porque le perjudica grandemente sus intereses. 

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  • Mapa publicado en 1912 por la Comisión Internacional de Límites, donde aparecen los bancos Santa Rita y Longoreño en ambos lados del río Bravo, donde se encontraba el rancho San Pedro de los Esteros. En la parte sur se aprecia, en la vía del ferrocarril en el poblado de Colombres de la compañía Agrícola la Sauteña, actualmente Río Bravo.

De regreso en Reynosa

A las 10:30 de la mañana, el personal del juzgado se vio obligado a retornar a la villa de Reynosa, aprovechando el tren de carga que estaba en la estación de Río Bravo. Pues se había presentado otro caso de delito en el Rancho El Brasil. El Juez dejó órdenes para que continuaran las averiguaciones en San Pedro y posteriormente el traslado de los inculpados a la villa.

El día 3 de diciembre en Reynosa, el personal del juzgado procedió a practicar el careo de Manuela Flores y el Señor Santiago Handy, debido a sus declaraciones anteriores sobre el ofrecimiento de don Amancio a Santiago, para que le hiciese un mal a su nuera Anita. Ambos declarantes mantuvieron su posición negando las acusaciones de uno y otro lado.

Tanto José Gutiérrez como su madre Julia Pérez, fueron sacados de sus arrestos para ampliarles sus declaraciones. De sus aportaciones se reconocen los diferentes cruces que había en el río Bravo en ese entonces, que existían donde actualmente está el Puente Internacional Donna-Río Bravo. Ese mismo día se le tomó la declaración a Tirso Aguilar, vecino del rancho San Pedro, quien vivía a 750 m de las viviendas de los Gutiérrez.

Tirso participó por tres días en la búsqueda del cuerpo con el subdelegado Uresti, hasta ese tiempo de su declaración. Momentos después, el Juez Juan Sámano dejó en libertad en Reynosa a José Gutiérrez y a Julia Pérez.

El día 5 de diciembre de 1923, el Sr. Adolfo García del Rancho Buenavista presentó su declaración, confirmando lo expuesto por el extranjero Santiago Handy, de haber andado campeando el día que mataron a la Sra. Anita. Ese mismo día, se presentaron testigos de la Compañía de Río Bravo y Los Sánchez, corroborando la acción de búsqueda emprendida por José Gutiérrez y Manuela Flores el día jueves.

El día 6 de noviembre, el subdelegado municipal de la Sección 17 compareció ante el juzgado manifestando que anduvo con cinco individuos buscando el cadáver por casi tres días. Pero no les fue posible encontrarlo, ni dentro ni fuera del agua del Estero en San Pedro; especulaba que el cadáver había sido cruzado en la lanchita a los bancos donde estaban los sembradíos. 

Uresti supo por los vecinos y por las señas que daban que, el jefe de la Estación de Río Bravo Doroteo Gutiérrez, había platicado con Amancio. Doroteo le había vendido al malhechor, quien se hacía acompañar por un niño, un boleto para Saltillo.

Según Julia Pérez, su esposo era de una estatura regular, flacucho, color güero, bigotón, ojos color café, pelo castaño y canoso en la mayor parte. Amancio era de una edad igual a la suya (de 55 años). El personaje buscado tenía una cicatriz grande en la clavícula derecha por lo que estaba caído de los hombros. Cuando salió vestía un sombrero nuevo de petate, camisa blanca, saco de cotonada color amarillo relavado, pantalón azul rayado de cotonada y calzaba unos huaraches con correas.

 



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